Jesús no vino a acabar con la enfermedad

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

El evangelio de este domingo nos presenta una jornada de trabajo de Jesús en Cafarnaum, en primer lugar va a casa de Pedro donde encuentra enferma y con fiebre a su suegra, se acerca a la cama, la toma de la mano, la levanta y ella se pone a servirles. Después le llevan un gran número de enfermos y poseídos del demonio y los cura, y por último, vemos a Jesús que se retira a orar a solas un lugar apartado.

Jesús no vino a acabar con la enfermedad, es verdad que cura a muchos enfermos, pero es más cierto que vino a darle un sentido al sufrimiento, un valor al dolor. Todos tenemos mucho miedo a enfermarnos, es más, hoy en día, el primer bien que deseamos es la salud, como si fuera el mayor de los bienes o un bien absoluto, lo cierto es que todos, tarde o temprano sufriremos la enfermedad, el envejecimiento y la muerte, esto es inevitable, por más que nos neguemos a pensar en ello, por más que nos cuidemos, llegará un día en que tenderemos que enfrentar estas dos duras realidades.

Jesús, no sólo se compadece y cura a algunos enfermos, sino que el mismo se somete al sufrimiento en su pasión y muere en la cruz, en medio de los tormentos más desgarradores y de ese modo él se hizo cercano a todos los que sufren, no sólo con palabras sino padeciendo el dolor, la soledad y la muerte.

La fe en Jesús no elimina ni quita el sufrimiento pero si le da sentido, no le quita lo duro pero le da esperanza, no le quita lo doloroso pero da la fuerza para soportarlo, no le quita las interrogantes pero le da luz. El que sufre solo, sin esperanza ve al sufrimiento como el mayor de los absurdos y espera la muerte como una liberación, el que sufre con fe, se abraza a la cruz del Señor; como la suegra de Pedro, se agarra de la mano de Jesús y se deja levantar por él y entonces descubre que el dolor tiene un valor precioso, pues sirve para servir, para la propia salvación y para la salvación del mundo.

Es hermoso el testimonio de la niña francesa Anne Gabrielle que a los 6 años empezó a sufrir un fuerte dolor en la pierna. A los siete le detectaron cáncer con metástasis. En el transcurso de todo su tratamiento puso a Jesús en el centro de su dolor, ofrecía todo aquel sufrimiento por los niños del hospital y los médicos. Decía: “Aunque no me gusta estar enferma tengo suerte porque puedo ayudar al buen Dios a llevarle la gente de nuevo a él. Quiero ayudar a los que sufren. Murió en 2010 en olor de santidad con apenas ocho años.

Señor Jesús, no soy fuerte y me aterra la idea de estar enfermo, de sufrir. Yo creo, Señor, pero aumenta mi fe, cuando sufra dame esa fuerza que solo tu cruz me puede dar, cuando llegue el dolor ayúdame a no desesperar, sino que abrazado a ti pueda soportarlo todo con amor, pueda ofrecer el sufrimiento por mi salvación y por la salvación de los que amo y de los pecadores. Señor aparta de mí el miedo y dame la esperanza de saber que, cuando el dolor llegue, tú estará conmigo para darme el valor y la fuerza que yo no tengo.

Comparte: