En el Ángelus, Francisco explora los significados de la metáfora del sembrador que ofrece el Evangelio de hoy. Invita a padres, sacerdotes, religiosos y laicos a perseverar en proclamarlo con alegría y generosidad, sin seguir modas, sin desanimarse por concentrarse en los éxitos inmediatos. En particular, insta a los jóvenes a aprovechar el camino de la oración y el tiempo dedicado a los más necesitados porque no es tiempo perdido sino «tiempo santo».
Francisco en el Ángelus de hoy, domingo 16 de julio, comenta el pasaje evangélico que contiene la parábola del sembrador. Se deja atraer por la metáfora de la siembra e invita a todos a hacer como Jesús que, conociendo nuestro ‘suelo’, no se cansa de confiar en que los frutos serán abundantes. El Papa se dirige en particular a los padres, jóvenes, sacerdotes, religiosos y laicos.
El Papa ahonda en la fascinante imagen de la siembra. Se centra en la libertad de la persona, para acoger o no la Palabra que es semilla e insiste en la ‘obstinación’ de Jesús en confiar en que la ‘tierra’, el corazón de cada uno, puede ser fecundo:
Jesús, el «buen sembrador», no se cansa de sembrar generosamente. Conoce nuestro suelo, sabe que las piedras de nuestra inconstancia y las espinas de nuestros vicios pueden sofocar la Palabra, pero espera siempre que podamos dar frutos abundantes.
Los padres no se desanimen si el mundo trabaja en su contra
El Pontífice nos invita a imitar a Jesús, que no se cansa de sembrar. Se dirige en primer lugar a los padres en su tarea de transmitir la fe:
Están llamados a hacerlo sin desanimarse si a veces parece no comprenderlos y no apreciar sus enseñanzas, o si la mentalidad del mundo «rema en contra». La buena semilla permanece, eso es lo que cuenta, y echará raíces en el momento oportuno. Pero si, cediendo a la desconfianza, dejan de sembrar y dejan a sus hijos a merced de las modas y los celulares, sin dedicarles tiempo, sin educarlos, entonces la tierra fértil se llenará de yuyo.
Oración y tiempo para los demás: esta es la invitación a los jóvenes
Luego su mirada se dirige a los jóvenes y las formas en que pueden sembrar la Palabra de Dios en su vida cotidiana, por ejemplo con la oración y la solidaridad:
Es una pequeña semilla que no se ve, pero con la que todo lo que se vive se encomienda a Jesús, y así Él puede hacerlo madurar. Pero también pienso en el tiempo para dedicarlo a los demás, a los que más lo necesitan: puede parecer perdido, pero es tiempo sagrado, mientras las aparentes satisfacciones del consumismo y el hedonismo te dejan con las manos vacías. Y pienso en estudiar, que es agotador y no gratificante de inmediato, como cuando siembras semillas, pero es fundamental para construir un futuro mejor para todos.
A sacerdotes y laicos: perseverar en el anuncio, más allá de los éxitos inmediatos
Finalmente, no olvida a los sacerdotes, sino también a los religiosos y laicos, comprometidos en la obra del anuncio. Les insta a no desanimarse si no se logran «éxitos inmediatos».
No olvidemos nunca, cuando proclamamos la Palabra, que aun donde parece que nada sucede, en realidad el Espíritu Santo está obrando y el reino de Dios ya está creciendo, a través y más allá de nuestros esfuerzos. Por lo tanto, ¡adelante con alegría! Recordemos a las personas que plantaron la semilla de la Palabra de Dios en nuestras vidas: tal vez brotó años después de conocer sus ejemplos, ¡pero sucedió gracias a ellos!
La entrega a la Virgen del Carmen
La catequesis del Ángelus concluye con una serie de preguntas dirigidas a los fieles, con la esperanza puesta en la Virgen para que seamos capaces de ser heraldos «generosos y alegres», y con la entrega a María en el día en que será venerada como Santísima Virgen del Monte Carmelo:
¿Siembro bien? ¿Me preocupo sólo de cosechar para mí o también de sembrar para los demás? Siembro algunas semillas del Evangelio en la vida cotidiana: estudio, trabajo, tiempo libre? ¿Me desanimo o, como Jesús, sigo sembrando, aunque no vea resultados inmediatos?
Antonella Palermo.
Ciudad del Vaticano.