Gobierno argentino reconoce que Aborto es Genocidio.

José Arturo Quarracino
José Arturo Quarracino

En boca de uno de sus personajes más emblemáticos a favor del aborto, el gobierno argentino ha reconocido que en esencia el aborto es un genocidio planetario, a pesar de lo cual pretende legalizarlo en su propio país. Lo cual muestra el grado de esquizofrencia política y mental que padecen los miembros de la coalición gobernante, expresión pura del progresismo al servicio de los intereses estratégicos de la plutocracia financiera depredadora y genocida.

El 1 de diciembre comenzó en la Cámara de Diputados de la Nación el tratamiento en comisiones para aprobar la legalización del aborto en Argentina. Uno de los primeros expositores a favor de la legalización fue el actual ministro de Salud de la Nación, el doctor Ginés González García, quien en un rapto de sinceridio reconoció -a pesar suyo y sin proponérselo- que la legalización del asesinato prenatal constituye en el mundo -y por lo tanto en el país, si se aprueba la iniciativa- un verdadero genocidio.

El mencionado funcionario es uno de los principales impulsores, desde hace años, de la legalización del aborto y es el factotum del proyecto. Apensas asumió, afirmó que era su prioridad como ministro. Pero en esta última gestión se ha caracterizado por hacer declaraciones imprudentes de las que después ha tenido que arrepentirse, en particular respecto a la famosa pandemia del Covid-19 que ha asolado este año al país y al mundo. Pero nunca había llegado a este nivel de sinceridio, en el que reconoce -sin querer- que el aborto legalizado constituye en realidad un verdadero genocidio mundial.

Ginés González García
El derecho del Aborto

 

 

 

 

 

 

 

En un tramo de su exposición en la Cámara de Diputados, el ministro Ginés González García dijo textualmente, al pretender deshumanizar al ser humano anidado en el seno materno: “La idea que el mundo ha resuelto es cuándo es persona, no cuando es vida, vida es siempre, vida tiene un óvulo y vida tiene un espermatozoide, obviamente siempre hay vida. Pero reitero, acá no hay dos vidas, como dicen algunos. Acá claramente es una sola vida y lo otro es un fenómeno… una sola persona y lo otro es un fenómeno que, me parece a mí, que no está correctamente utilizado. Si no fuera así, estaríamos ante el mayor genocidio universal, que es el que hace la mitad del mundo civilizado, mucho más de la mitad del mundo civilizado”.

Nunca se caracterizó este funcionario por tener un pensamiento claro, riguroso y ordenado, sino todo lo contrario, más bien suele ser un repetidor de frases hechas y de eslóganes vacíos de sentido. Si bien dice lo que piensa, nunca o casi nunca piensa lo que va a decir ni lo que dice, ya que improvisa ad infinitum. Se cree inteligente y profundo, pero en realidad no es más que un divulgador de afirmaciones triviales.

Comienza afirmando una barbaridad conceptual: “el mundo ha resuelto cuándo es persona”. ¿Por medio de una asamblea universal? ¿Cuándo? No está claro. Pero ignora totalmente este “experto científico” que persona es un concepto jurídico, presente ya en el Derecho Romano, hace prácticamente dos mil años. No es que “el mundo resolvió”, sino que el Derecho antiguo ya fijó la definición de persona: un ser (ente) dotado de derechos y con capacidad de asumir obligaciones. Pero para el “experto en abortos” el concepto de persona lo definió el mundo (??????).

De esta barrabasada el ministro pasa a divagar sobre la vida, y afirma que en el caso de un embarazo sólo hay una vida (persona) -la mujer- y un “fenómeno” -la criatura gestada. Para él, vida o persona sólo es la mujer, el feto (que en latín significa el hijo en el seno materno) no es persona ni vida, a pesar de que es un ser vivo. Esto constituye una muestra cabal de su pensamiento: el bebé en el vientre materno es un ser vivo que no es vida (?????). Esquizofrenia en estado puro.

A causa de su ignorancia, este médico fanáticamente abortista se olvida o deja de lado que tanto la Constitución Nacional como el Código Civil y Comercial de la Nación afirman que la existencia de la persona humana comienza desde la concepción. Lo que para el “médico” pro-aborto es vida o fenómeno, para el Derecho y la Justicia es persona.

En este sentido, pretender la legalización del aborto como intenta el “señor ministro” es pretender la instauración de la pena de muerte prenatal, lo cual es total y absolutamente antagónico con las disposiciones y criterios de la Carta Magna argentina, es directamente violatorio de ésta. Esta prohibición de instaurar la pena de muerte, al igual que “nadie puede ser privado arbitrariamente de la vida” está explicitada en el artículo 4 de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), incorporada al texto de la Constitución Argentina de 1994 (artículo 75, n. 23) con rango y valor constitucional.

Con su pretensión revestida de soberbia de querer justificar el asesinato prenatal en forma arbitraria, invocando un derecho inexistente, el ministro pro-aborto argentino se encontró con que lo que él defiende y promueve es un genocidio, tal como lo enmarca la constitución Nacional Argentina y el Código Civil y Comercial: “la existencia de la persona humana comienza con la concepción” (artículo 19).

Inesperadamente, los que defienden la vida desde la concepción y están bregando para evitar que se legalice la pena de muerte prenatal y el genocidio abortista se han encontrado con un aliado impensado, que es el principal impulsor gubernamental de la legalización del asesinato prenatal, eufemísticamente denominado “interrupción voluntaria del embarazo”.

Como el principio o fundamento del “derecho al aborto” no se puede justificar de ninguna manera -matar al hijo arbitrariamente porque no se desea su existencia- porque es íntrinsecamente malo e injusto, todo lo que se pretende deducir de ese principio resulta ser absolutamente falso y falaz, hasta llegar al extremo de reconocer que lo que se denomina derecho en realidad es un asesinato liso y llano, que ya se ha configurado como un genocidio, dada la magnitud de las víctimas (54 millones de abortos anuales en el mundo).

En este sentido, los niños por nacer son los únicos que tienen el “privilegio” de ser eliminados porque sí, sin motivo alguno, a pesar de no haber cometido delito alguno. Y para estar a tono con la época pandémica, el crimen del aborto es una pandemia 27 veces más mortal que el Covid-19.

Habrá que agradecer al “doctor muerte” su sincericidio, y al Señor Todopoderoso, porque una vez se cumple el apotegma que dice que “Dios confunde al que va a perder”.

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