Tres emprendedores franceses están construyendo «oasis cristianos» , villas con jardines fuera de las grandes ciudades pero cercanas a los monasterios, para ofrecer «una vida privada totalmente autónoma, cercanía fraterna con otras familias cristianas y arraigo en un territorio, a una verdadera relación y ecología espiritual”. El proyecto «Monasphère» comenzó el pasado mes de enero con Clos Saint-Gabriel, un conjunto de 17 casas de entre 84 y 180 metros cuadrados, imaginado como un barrio que se integra con el pueblo de Ile-Bouchard, en el corazón de Touraine, a 250 kilómetros al suroeste de París. El lugar fue elegido porque se encuentra a un kilómetro de la iglesia de Saint-Gilles, donde en 1947 la Virgen se apareció a cuatro niños.
El sitio Monasphère explica que el Clos Saint-Gabriel encarna la promesa de «una vida cercana a un lugar espiritual importante, que presenta el equilibrio adecuado entre la tranquilidad familiar y la relación fraterna con los vecinos». Las primeras casas que quedan por construir ya están a la venta , con entrega prevista para 2024. Los tres empresarios católicos detrás de la iniciativa son Damien Thomas, de 32 años, Charles Wattebles, de 29, y el más exitoso Pierre-Edouard Stérin, de 47, que hizo una fortuna en 2003 con las cajas de regalo “Smartbox” y es el financista del proyecto. La idea de fundar estos nuevos barrios responde a dos necesidades: por un lado, apoyar la tendencia que afecta a muchos franceses y que se ha acentuado con la pandemia, de salir de las grandes ciudades .donde los precios inmobiliarios ahora son inaccesibles para acercarse a la naturaleza y quizás realizar el sueño de una casa con jardín; por otro , ofrecer a los católicos practicantes la posibilidad de vivir según su fe en un entorno protegido, rodeados de otras familias de la misma orientación.
Y aquí surgió la polémica, porque el enfoque de la «cruzada inmobiliaria» contrasta con la política francesa de los últimos meses, es decir, la determinación de denunciar y combatir el «comunitarismo», la tentación de vivir entre iguales a partir de valores. que no son los laicos y universalistas de la République. En particular, la lucha contra el comunitarismo es ante todo la lucha contra el separatismo islamista, con una ley querida por el presidente Macron para evitar que las franjas radicales del islam «se separen de la República» y vivan entre sí según las normas dictadas por el Corán. de respetar a los príncipes de la República. El proyecto Monasphère se dirige a los católicos tradicionalistasy no a los musulmanes salafistas, pero el problema sigue existiendo, y en Ile-Bouchard hay quienes no están contentos. “Odiamos el comunitarismo cuando viene de los musulmanes pero lo valoramos cuando viene de los cristianos”, protesta el concejal Guy Jouteux entrevistado por Libération .
Nació un colectivo de unas diez personas, entre ellas Betty Delavenna, que se pregunta: » Si los niños nunca conocen a los demás, ¿cómo podrán vivir en sociedad «? Los promotores ya han identificado muchos otros lugares, en toda Francia, donde construir sus «oasis cristianos», fortalecidos también por el apoyo ideológico de muchos hombres de Iglesia. Por ejemplo, monseñor Pierre-Antoine Bozo, obispo de Limoges, escribe:
«La vida monástica ha contribuido mucho a configurar la cultura europea (…). Es una buena idea venir y encontrarse a la sombra de los monasterios. Gracias al dinámico equipo de Monasphère (…) quien quiera puede vivir en estos oasis contemporáneos y aprovechar los fructíferos intercambios que sugiere el Espíritu Santo».
Ante las acusaciones de comunitarismo, los promotores aseguran en un comunicado de prensa que «evaluarán todas las solicitudes de compra, sin prisma religioso».
Por Stefano Montefior.
PARIS, Francia.
msn.
«Monasphère», la iniciativa de tres empresarios para rodear los monasterios con familias cristianas
De izquierda a derecha, Charles Wattebled, Damien Thomas y Pierre-Edouard Stérin, los creadores del proyecto Monasphère.
ReL.
Monasphère es una recentísima iniciativa claramente inspirada en la «opción benedictina» que propugna Rod Dreher. Su nombre juega fonéticamente, en francés, con las palabras «sphère» [esfera] y «monastère» [monasterio], para trasladar la idea de una esfera cuyo centro es un monasterio.
Porque justo de eso se trata: para responder a la aspiración de los cristianos de vivir su fe cerca de centros espirituales, tres empresarios han puesto en marcha una empresa que posibilita ese cambio de vida mediante proyectos inmobiliarios. Lo cuenta Olivia de Fournas en Famille Chrètienne:
A principios de 2020, dos padres de familia, Damien Thomas y Charles Wattebled, compartieron su sueño: vivir cerca de un centro espiritual con otras familias creyentes. Esta aspiración personal, que se ha acentuado con el confinamiento, se une a la de otras familias cristianas. Aisladas en el anonimato de las grandes ciudades, estas familias luchan por encontrar un equilibrio entre su vida de fe y el ritmo de la vida cotidiana. Van a lugares de retiro espiritual, pero solo ocasionalmente. Por otra parte, las comunidades religiosas, tanto si crecen como si disminuyen en número, se alegran de estar rodeadas de familias que comparten el mismo amor a Cristo.
Algunas han dado el paso y se han instalado cerca de una de las 82 abadías o monasterios activos en Francia, pero estos traslados son el resultado de iniciativas individuales. Sigue siendo difícil llevar a cabo este proyecto sin estar acompañado. En efecto, para saber dónde instalarse, hay que conocer las diferentes comunidades espirituales y encontrar familias que deseen compartir el mismo proyecto. ¿Cómo podemos unir estas dos esferas que comparten la misma sed de Dios?
Cien «esferas» en diez años
Damien Thomas y Charles Wattebled están bien relacionados e informados. El primero es el director del santuario de Alençon y el creador de un lugar dedicado a las familias. El segundo es el director de ventas de una start-up que pone en contacto a estudiantes y empresas. Los dos treintañeros empezaron a acariciar la idea de crear una empresa que diseñara y realizara proyectos cerca de los centros espirituales cristianos. La idea era buscar lugares vacíos ya existentes, rehabilitar casas o construir otras nuevas… El objetivo: acercar a las familias a las comunidades religiosas.
El primero se ocupa de desarrollar los proyectos con el medio eclesiástico, el segundo de la parte inmobiliaria. El objetivo es abrir, en un plazo de diez años, alrededor de los monasterios o santuarios, cien «esferas» cristianas de unas quince familias cada una. Así ha nacido Monasphère. Para llevar adelante su idea, Charles y Damien han dejado sus trabajos.
En octubre de 2020, los dos amigos conocieron al inversor Pierre-Edouard Stérin que, entusiasmado con el proyecto, decidió apoyarlos. A continuación, sondearon sus redes mediante un breve cuestionario. El resultado: «850 respuestas en 5 días, y un 62% de personas interesadas o muy interesadas en comprar una propiedad cerca de un centro espiritual en una zona rural«, dice Damien Thomas, encantado. Un post anunciando el nacimiento del proyecto, publicado en la red profesional Linkedin por los tres asociados, también tuvo un éxito inesperado: «Más de 100.000 visitas, 250 mensajes privados, 5 solicitudes, profesionales de la construcción, voluntarios…».
Por parte de la Iglesia, la idea también ha sido muy bien acogida. Tanto es así que el obispo de Fréjus-Toulon ha puesto a los dos empresarios en contacto con varias comunidades de su diócesis, especialmente el santuario de Bargemon y los de Cotignac (Notre-Dame de Grâces y San José). Monseñor Dominique Rey se congratula de una iniciativa que permite a los cristianos encontrar condiciones para asumir su fe y llevarla a otras familias, beneficiándose de la influencia espiritual de un monasterio.
El apoyo de monseñor Dominique Rey: «Monasphère es una esperanza para las familias que intentan vivir cristianamente en un mundo donde la ausencia de Dios crea graves desequilibrios. Acercarse a las cumbres de la vida espiritual es darse la oportunidad de vivificar su fe y su vida interior».
Si bien subraya la perspectiva misionera del proyecto, el obispo advierte a los empresarios del peligro de crear «koljós» [granjas colectivas de la Unión Soviética]: «Las familias deben formar parte de la realidad local, a nivel humano y espiritual, sin descuidar las parroquias en particular». Para este hombre de Iglesia, es fundamental que el mensaje de Cristo penetre a través del estilo de vida cristiano y del contacto humano con los vecinos y las escuelas, «pero también a través de la participación de las familias en iniciativas en el ámbito cultural, propuestas de reflexión o compromisos en el campo de la solidaridad», precisa el prelado.
Lugares abiertos al mundo
Este deseo de integrarse en el tejido local sigue estando muy presente entre los empresarios: «Si los cristianos no crean oasis -no ciudadelas replegadas sobre sí mismas, sino lugares abiertos al mundo-, como Cristo, que se entrega a todos, ¿quién lo hará?». La idea de Monasphère no es reunir a familias sociológicamente compatibles, sino «proporcionar un entorno para que nuestros hijos se conviertan en apóstoles que evangelicen Francia«, confirma el antiguo director del santuario.
Se van sumando monasterios y abadías a la iniciativa de Monasphère…
Ni una sola de las veinte comunidades con las que se ha contactado en esta fase ha cerrado la puerta a los empresarios. Las Hermanas Benedictinas de la Misericordia, de la diócesis de Limoges, se sintieron inmediatamente atraídas por el proyecto. Para que este proyecto se haga realidad, estos misioneros del mundo rural incluso han escrito una oración que rezan a diario: «Sagrada Familia de Nazaret, atrae a las familias a las Hermanas Benedictinas de la Misericordia para que, juntas, sean lugares de comunión, oración, adoración y evangelización». La convivencia con las familias aportaría a la comunidad una fecunda reciprocidad humana y espiritual: «Vivimos según la regla de San Benito, que se puede aplicar a las familias a pesar de las diferentes modalidades. La oración sigue siendo el eje del día, así como el trabajo, realizado en coherencia con lo que el Señor espera de la Creación y del hombre».
En Creuse, el trabajo de la tierra responde a esta ambición, aunque la región carece de horticultores. Los recién llegados podrían incluso trabajar en el huerto, que produce todas las frutas y verduras de las Hermanas Benedictinas. También tienen una buena conexión a internet, con fibra, para las personas que teletrabajen. Muy motivadas, las monjas han localizado una casa en venta en la pequeña aldea donde viven, Puymouche, y saben que pueden encontrar más en la zona. Esperan que Monasphère atraiga a familias que quieran llevar una vida sobria en el campo; a cuatro kilómetros hay una escuela primaria y a ocho, escuelas secundarias.
Dentro de unas semanas surgirán tres o cuatro proyectos simultáneos en varias regiones francesas, promete Damien Thomas. Son las primeras piedras de unos oasis espirituales muy necesarios para las familias y el mundo.
Traducido por Elena Faccia Serrano.