Francisco recuerda ‘con preocupación’ al obispo nicaragüense condenado; dice que lo ‘quiere mucho’ e insiste en el ‘diálogo’ paciente

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Como era de esperar, el Papa Francisco habló sobre la sentencia a 26 años de prisión del obispo nicaragüense Mons. Rolando Álvarez, ordinario diocesano de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, detenido en agosto pasado. 

Estas fueron sus palabras:

Aquí no puedo dejar de recordar con preocupación al obispo de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez, a quien tanto quiero, condenado a 26 años de prisión, y también a las personas que fueron deportadas a Estados Unidos

Rezo por ellos y por todos los que sufren en ese querido país. Y les pido sus oraciones

Pidamos también al Señor, por intercesión de la Inmaculada Virgen María, que abra el corazón de los dirigentes políticos y de todos los ciudadanos a la búsqueda sincera de la paz que nace de la verdad, la justicia, la libertad y el amor y se logra mediante el ejercicio paciente de la diálogo. Oremos juntos a Nuestra Señora

Por otra parte, en su alocución de hoy, el Papa dijo que «Dios no razona con cálculos y tablas».

En el Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa comentó que las normas religiosas son útiles y que son buenas, pero “para cumplirlas es necesario ir más allá de la letra”. Sentirse a gusto por no haber matado, robado o hecho daño es sólo “religiosidad exterior y desprendida”, significa conformarse con el “mínimo esencial, mientras Jesús nos invita a hacer todo lo posible y a amar inconmensurablemente como Él lo hizo”

Dando pleno cumplimiento a la Ley ya los Profetas: Jesús declara que vino para esto en el Evangelio de hoy. El Papa Francisco explica el significado de estas palabras en el Ángelus, aclarando lo que Cristo quiere que entendamos, a saber, que «las normas religiosas son útiles», «son buenas», pero «para cumplirlas es necesario ir más allá de la letra y vivir su significado”. Así, si «la Escritura dice ‘no matar'», «para Jesús no basta con herir a los hermanos con palabras», y se comete adulterio incluso cuando «se vive un amor manchado de duplicidad y falsedad».

Los mandamientos que Dios nos ha dado no deben encerrarse en las cajas fuertes asfixiadas de la observancia formal, de lo contrario quedamos en una religiosidad externa, una religiosidad desprendida, servidores de un «dios maestro» más que hijos de Dios Padre. Y Jesús quiere esto, no tener la idea de servir a un Dios patrón, sino al Padre, y para ello es necesario ir más allá de la letra.

Plaza de San Pedro abarrotada de fieles para el Ángelus

Dios da el primer paso hacia nosotros

Jesús ofrece un ejemplo más concreto al hablar del rito de las ofrendas a Dios para corresponder simbólicamente «la gratuidad de sus dones», añade el Papa, considerado «muy importante», tanto que estaba prohibido interrumpirlo salvo por motivos graves. «. Bueno, Cristo «dice que debemos interrumpirlo si un hermano tiene algo contra nosotros, para ir primero a reconciliarnos con él».

Dios nos ama primero, gratuitamente, dando el primer paso hacia nosotros sin que lo merezcamos; y entonces no podemos celebrar su amor sin dar el primer paso a su vez para reconciliarnos con aquellos que nos han hecho daño. Por lo tanto, hay cumplimiento a los ojos de Dios, de lo contrario, la observancia externa, puramente ritual, es inútil.

El Palacio Apostólico desde donde el Papa asoma el Ángelus

El Palacio Apostólico desde donde el Papa asoma el Ángelus

No te conformes con lo mínimo pero haz lo mejor

Incluso hoy, observa Francisco, uno se siente a gusto por no haber matado, robado o hecho daño, pero esto, subraya el Papa, es una «observancia formal», «que se satisface con lo mínimo». En cambio, «Jesús nos invita al máximo posible».

Dios no razona en cálculos y tablas; Él nos ama como un amante: ¡no al mínimo, sino al máximo! Hasta el extremo. Él no nos dice: «Te amo hasta cierto punto». No, el verdadero amor nunca llega a cierto punto y nunca se siente bien; el amor siempre va más allá, no puede evitarlo.

Amarse unos a otros cumple la Ley, la fe y la vida

Dios nos ha mostrado su gran amor «dándonos vida en la cruz y perdonando a sus asesinos», precisa Francisco, «y nos ha confiado el mandamiento que más aprecia: que nos amemos unos a otros como él nos ha amado». Y es esto, señala el Papa, el amor que da cumplimiento a la Ley, a la fe ya la vida.

Una fe no sólo de formalismos

La invitación de Francisco es a un examen de conciencia sobre cómo se vive la fe, ya se trate de meros formalismos o de una «historia de amor con Dios», si uno se contenta con no hacer daño, «mantener en pie ‘la fachada’” o si se trata de “crecer en el amor a Dios ya los demás”.

Porque tal vez somos inflexibles al juzgar a los demás y nos olvidamos de ser misericordiosos, como Dios es con nosotros.

De ahí la invocación del Papa a «María, que ha observado perfectamente la Palabra de Dios», para «ayudarnos a realizar nuestra fe y nuestra caridad».

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