-
Sebastián Fuenzalida, de 35 años, presentó una acusación formal en 2020 por dos hechos ocurridos en medio de actividades eclesiales.
-
Quería evitar que otros jóvenes cayeran «en las manos de un depredador», explicó.
«Me miró, dio dos ‘palmadas’ a mi muslo izquierdo, lo apretó con su mano de una manera que describo como sutil, pero segura«, es parte del relato de Sebastián Fuenzalida (35), uno de los denunciantes contra el obispo auxiliar de Santiago Cristián Roncagliolo, quien es acusado de hechos de «connotación sexual».
La denuncia de Fuenzalida, quien trabajó en los equipos de comunicaciones del Arzobispado de Santiago, fue realizada el 20 de octubre de 2020 por dos hechos ocurridos durante diferentes actividades de la Iglesia en 2019.
Pese a que en un primer momento el miedo y la dependencia laboral que tuvo del prelado impidieron que realizara esta acusación, la víctima finalmente decidió presentarla para evitar que otros jóvenes cayeran «en las manos de un depredador», como considera a Roncagliolo, quien, en una acción que causó sorpresa y desconcierto en círculos eclesiales, viajó el 5 de mayo a España.
«La primera vez que esto ocurrió fue en Panamá en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en ese país en enero de 2019. Viajé junto al equipo de comunicaciones del Arzobispado de Santiago», indica parte del testimonio de Fuenzalida, quien entregó a La Tercera PM la copia la denuncia presentada ante la Conferencia Episcopal.
Según detalló el afectado, el obispo, en medio de un casino y «sin diálogo o motivo alguno», tuvo un acción que consideró indebida mientras trabajaba apartado del grupo: «Me miró, dio dos ‘palmadas’ a mi muslo izquierdo, lo apretó con su mano de una manera que describo como sutil, pero segura, no con una fuerza notoria, sino más bien como un tipo de ‘cariño’. Después del apretón me sonrió, cruzó los brazos y volvió su mirada hacia el resto de la mesa«.
Acusó que este hecho lo dejó «congelado» y con rabia, dado que se había dado cuenta que el actuar del obispo auxiliar de Santiago fue indebido, pero que finalmente decidió no decir nada por un tema de dependencia laboral: «recordé que él era ahora ‘el jefe’ y además un obispo. Yo no podía representarle mi molestia. Era mi trabajo. Yo sabía que él tenía mucho poder y tuve miedo«.
Esta situación, según indicó el denunciante, se volvió a repetir ese año durante un trabajo del área de comunicaciones que se realizó en la casa San Francisco Javier de Ñuñoa, en la que Roncagliolo «una vez más, sin decirme nada, me tomó la pierna«.
«Esta vez el gesto tuvo una variación: me toma la pierna tres veces con palmadas rápidas y sonríe. Vuelve su mirada al círculo. Esta vez reaccioné molesto. Tomé la silla para alejarme de él. No dijo nada por mi reacción. Sólo dejó de mirarme y se concentró en la conversación. En esta ocasión sentí mucha rabia, hasta el extremo de pensar en golpes. Pero de nuevo, era mi jefe, no podía perder mi trabajo«, puntualizó Fuenzalida según informó el medio antes citado.
«ES UN HECHO DE LA MAYOR GRAVEDAD»
Tras su salida del Arzobispado de Santiago, Fuenzalida desempeña labores en la Conferencia Episcopal (CECh), y aunque asegura estar «tranquilo», sabe que «trabajando en la Iglesia no es fácil poner en evidencia a un obispo» y que fue otra de las que «hizo que me callara todo este tiempo».
En esta denuncia también hay una constancia de la CECh, que detalló que «dada la naturaleza de los hechos descritos en los antecedentes presentados, estos serán entregados al Sr. Nuncio Apostólico Alberto Ortega, a quien se solicitará gestione los mismos según resulte pertinente«.
En diálogo con La Tercera PM, el diácono Jaime Coiro, clave en este proceso por su orientación al afectado para presentar la denuncia, aseguró que estos hechos de connotación sexual son»de la mayor gravedad, considerando que el denunciado es un sacerdote y obispo llamado a ser garante y no agresor».
«No hay que olvidar que en las situaciones denunciadas existía una relación de dependencia laboral. Dudo que alguien pueda estar suficientemente preparado para poder responder ante la irrupción sorpresiva y violenta de estas conductas abusivas en un contexto eclesial y laboral por parte de un jefe», advirtió Coiro.
Además, puntualizó que «en lo personal también me impacta que esto haya ocurrido en el contexto de una instancia como la Jornada Mundial de la Juventud, que para mí, como para tantas otras personas ha sido una instancia de espiritualidad y fraternidad».
«Aquí se ha hecho presente hace dos años al Vaticano que una persona ha sido vulnerada en sus derechos por parte de un obispo y no ha habido respuesta, como tampoco la ha habido para muchos/as otros/as denunciantes», advirtió finalmente el diácono al medio.