Éste es mi hijo amado; escúchenlo

Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo
Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo

+Del santo Evangelio según san Marcos: 9, 2 – 10

En aquel tiempo, Jesús tomóaparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió  con ellos a un monte alto y se transfiguróen su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡quéa gusto estamos aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.

Se formóentonces una nube, que los cubriócon su sombra, y de esta nube salióuna voz que decía: “Éste es mi hijo amado; escúchenlo”. En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandóque no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre síquéquerría decir eso de “resucitar de entre los muertos”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO: 

  1. Estamos recorriendo espiritualmente el tiempo de Cuaresma, un tiempo que hemos iniciado el miércoles de ceniza, para transcurrir 40 días en honor a los 40 días que nuestro Señor pasó en oración y ayuno en el desierto, preparándose para su misión de predicación pública y anuncio del Reino de Dios. En esos 40 días el Señor nos ha enseñado el camino de todo cristiano: oración, conversión, penitencia, evitando toda tentación y elevando nuestro corazón al Padre celestial.
  2. Así, la cuaresma son 40 días de preparación para celebrar con profundidad y solemnidad el misterio de Cristo, su misterio pascual, a saber, su pasión, muerte y resurrección, misterio pascual que llevamos inscrito dentro de nosotros desde que recibimos el bautismo; estamos así siempre llamados a participar, en todo lo que vivimos y hacemos, del misterio redentor de Cristo, y por tanto, a participar de su pasión y muerte (la mortificación), en el sufrimiento que nos toca pasar, y en el continuo morir al pecado por parte del seguidor de Cristo, todo para poder también estar gozando continuamente, en la fe, ya desde esta tierra, de una anticipación del triunfo de la resurrección del Señor. Qué importante pues, prepararse en la cuaresma a vivir, como lo hace la Iglesia desde hace dos mil años, la Pascua del Señor, la victoria de su resurrección.
  3. El evangelio de este segundo domingo de cuaresma, nos ayuda a introducirnos de lleno en la citada preparación, refiriéndonos la preparación que Jesús quiso dar a tres de sus discípulos, mostrándoles su gloria, en vistas a prepararlos en la fe a pasar por la experiencia de ver a su amado Señor pasar por la pasión y la muerte, pero con la fuerza de la gloria del Señor, que ellos pudieron experimentar en la transfiguración de Cristo, y que sería el anticipo del triunfo definitivo de la resurrección del Señor.
  4. En aquel tiempo, Jesús tomóaparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió  con ellos a un monte alto y se transfiguróen su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra”: se nos narra cómo Jesús no quiere que vayan con él todos los discípulos, sino sólo tres, que serán los testigos que después referirán esta manifestación de la gloria del Señor. Y es que creer en Jesús debe ser por la vía de la fe. Decir que creemos cuando vemos algo palpablemente, no es verdadera fe. El monte al que se refiere esta narración tradicionalmente se dice que es el monte Tabor. La blancura excepcional de las vestiduras de Jesús pone de manifiesto la transfiguración del Señor.
  5. “Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús”: Jesús es el Mesías, y en Él se cumple la esperanza del Pueblo de Israel que creía que el Mesías sería el cumplimiento de toda la sagrada Escritura, es decir, “la ley y los profetas”. Toda la sagrada Escritura sólo se entiende desde la plenitud de Cristo.
  6. “Entonces Pedro le dijo a Jesús: ‘Maestro, ¡quéa gusto estamos aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’”: la transfiguración del Señor es un adelanto de la gloria que nos tocará vivir si merecemos estar en eterna comunión con el Señor. De ahí el comentario del apóstol Pedro, “hagamos tres tiendas”, pues estaban en un gran gozo al contemplar al Señor transfigurado en su gloria.
  7. “Se formóentonces una nube, que los cubriócon su sombra, y de esta nube salióuna voz que decía: ‘Éste es mi hijo amado; escúchenlo’”: es el Padre celestial que está diciendo, en la persona de estos apóstoles, a todos, absolutamente a todos los discípulos de todos los tiempos, y a la Iglesia toda, que siempre deberán escuchar sólo al Hijo, supremo portador de la revelación, el único que nos brinda “palabras de vida eterna” (Jn 6,68), sólo a Cristo y a nadie más. La voz de los apóstoles deberá ser escuchada en cuanto predican la palabra de Cristo, su evangelio.
  8. “Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandóque no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre síquéquerría decir eso de ‘resucitar de entre los muertos’”: Su misión no es ahora divulgar este hecho, sino anunciarlo cuando ya Jesús ha resucitado. Sin embargo, ellos, como todo corazón humano si no es por una gracia especial, no entendían que el triunfo de Dios sobre la muerte será absoluto en Jesús; la muerte será totalmente superada por la suprema victoria del Resucitado.
  9. Que la Virgen Santísima de Guadalupe, interceda por nosotros para que sepamos tener total confianza en su santísimo Hijo, que nos lleva al triunfo total, pasando por encima de la muerte, y por ello siempre decimos a la Virgen santísima: ¡…ruega por nosotros ahora, y en la hora de nuestra muerte…!”
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