2 Julio
Génesis 23, 1-4. 19; 24, 1-8. 62-67: “Isaac amó tanto a Rebeca, que se consoló de la muerte de su madre”
Salmo 105: “Demos gracias al Señor, porque es bueno”
San Mateo 9, 9-13: “No son los sanos los que necesitan de médico. Yo quiero misericordia y no sacrificios”
¿Te ha pasado alguna vez que te has equivocado al escoger lo que suponías mejor?
Cuántas veces hemos preferido lo atractivo, lo deslumbrante, frente a lo sencillo, lo pequeño y lo humilde. Jesús escoge, y si me preguntaran en qué criterios se basa, ciertamente no sabría qué decir. A los ojos de todo mundo Mateo no hubiera sido un buen candidato: sabe mucho de dineros, pero Jesús pretende construir un reino sostenido por los pobres; sirve a un poder extranjero cuando los israelitas esperan un restaurador de su pueblo; es considerado publicano y pecador por la forma en qué lleva su vida y sus ganancias, mientras en Israel se busca parecerse a un Dios que es santo y que llama a la santidad. No es raro pues que las gentes se pregunten si no se habrá equivocado Jesús.
Pero quienes se equivocan son los escribas y fariseos y quienes nos equivocamos somos nosotros porque estamos buscando criterios de productividad y de leyes, cuando Jesús busca personas, propone amor y construye con los alejados y despreciados por la sociedad. ¿Estamos dispuestos a construir al estilo de Jesús? También para nosotros está la invitación igual que para Mateo. ¿Nos descubrimos llenos de miserias y de pecado? Jesús nos dice que para nosotros ha venido, que para nosotros es el Reino porque somos los que estamos necesitados y agobiados de enfermedades más interiores que físicas.
Ánimo, el Señor sigue llamando.
Dejemos nuestra mesa con esas monedas que nos queman el alma, abandonemos el negocio seguro, pongámonos de pie e iniciemos el seguimiento, la aventura de construir con Jesús. Dejemos a un lado las críticas y los puritanismos, el Señor Jesús busca pecadores para construir su Reino y si de pecadores y equivocados se trata ya nos podemos apuntar nosotros pues hemos vivido en la miseria. «No he venido…»