Bajo el título ‘La prevención del abuso en la Iglesia Latinoamericana’, el Centro de Protección de Menores (CEPROME) y el Vatican Safeguarding Taskforce realizaron un seminario digital orientado a analizar los mejores mecanismos de justicia y prevención ante casos de abuso sexual de niños, niñas, adolescentes y adultos vulnerables.
En el seminario participaron los ‘zares’ contra el abuso en la Iglesia: el arzobispo de Malta, Charles Scicluna; y los sacerdotes Hans Zollner y Jordi Bertomeu.
Scicluna centró su mensaje en la necesidad de escuchar con empatía a las víctimas de abuso: “esto implica la posibilidad de comprender no sólo el sufrimiento de la víctima, sino también el trauma de la víctima».
«La experiencia que tuve, personalmente, cuando conocí a tantas víctimas de abuso sexual siempre me ha dejado una señal profunda en mi alma, como pastor, como sacerdote, pero también como hombre. Debemos escuchar a la víctima porque podemos entender cuán grande es el trauma y cuán grande es el flagelo del abuso sexual”.
Por su parte, el religioso Zollner lanzó un par de interrogantes: “¿Estamos realmente arrepentidos? ¿Estamos dispuestos a pagar la reparación justa?” y pidió profundizar la necesidad de un decidido cambio espiritual en la Iglesia y sus miembros frente a los casos de abuso porque “al no escuchar a las víctimas, no hemos escuchado a nuestro señor que ha sufrido con ellas”.
Bertomeu hizo un análisis del reciente ‘vademecum’ publicado por la Santa Sede a manera de manual para atender con claridad y transparencia los casos de abuso sexual; para el especialista, el manual es una buena herramienta -aunque perfectible- para facilitar la persecución de los abusos sexuales de menores cometidos por clérigos:
“No es un documento novedoso por lo que contiene, es novedoso porque expone este cambio de mentalidad tan necesario en la Iglesia. Para que la Iglesia, sea lo más pronto posible, un lugar justo para las víctimas”.
El seminario también contó con las voces de los laicos que han colaborado con las víctimas y las instituciones eclesiásticas para atenderlas. Fue el caso del trabajador social Andrew Azzopardi quien coincidió en el “cambio cultural al interior de la Iglesia” que conduzca a un modelo de protección, para que los padres estén seguros de enviar a sus hijos a participar en las actividades de la Iglesia.
Uno de los comentarios más celebrados por los más de 600 participantes en línea fue el realizado por la psicóloga Josefina Martínez quien partió de la mirada de que los laicos -y sobre todo las mujeres- ofrecen al fenómeno:
“Se dice que la Iglesia somos todos, pero algunos venimos en las periferias… y sólo por el hecho de la distancia, tenemos otra perspectiva de lo que sucede en el centro”.
Sin eufemismos, Martínez reconoció que la credibilidad de la Iglesia está por los suelos: “En ningún lugar se traicionó tanto a la gente… en nombre de Dios los engañaron, les arrancaron la inocencia, les dijeron que habría justicia y no les cumplieron…. [para las víctimas] no es fácil volver a confiar pues cuand buscaron vida y encontraron muerte”.
Para la psicóloga, hay sentido en el encarar el horror de los abusos pues la mayoría de los sobrevivientes, a pesar de sus heridas, se acercan a la Iglesia para denunciar el abuso y afirman que su esfuerzo es ‘para que nunca más suceda’.
La psicóloga finalmente planteó que para abonar en la justicia “en lugar de olvido haya memoria, y en lugar de impunidad, justicia”; y sobre la prevención acotó: “No tendremos políticas de prevención válidas si ellas no se plantean de manera directa”.
El director del Centro de Protección de Menores, el sacerdote Daniel Portillo Trevizo, coincidió con la urgencia del trabajo: “La prevención del abuso sexual no es una cosa secundaria, debería estar en la médula de su misión evangelizadora… actualmente le corresponde a la Iglesia compensar sus negligencias, evaluar si su misión en el mundo ayuda a las necesidades humanas”.
En el cuarto módulo del seminario, los disertantes fueron el arzobispo de Mendoza (Argentina), Sergio Buenaventura, y la religiosa María Rosaura González, miembro de la Comisión de Cuidado y Protección de Niños, Niñas, Adolescentes y Adultos Vulnerables de la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR).
El obispo Buenaventura afirmó sentirse interpelado por el fenómeno pues, aseguró: “La buena salud del cuidado pastoral del rebaño es directamente proporcional a la buena salud de nuestro ministerio episcopal. La crisis de los abusos es una crisis del ministerio pastoral de los obispos».
«Así como el abuso sexual no es sólo un problema de tal o cual clérigo, así también las sistemáticas fallas en la respuesta a los abusos, sacan a la luz un modo deficiente de ejercer nuestro ministerio episcopal”.
Finalmente, la religiosa mexicana concluyó con un mensaje sobre “la cultura del buen trato en la Iglesia” no sin dejar de mencionar las circunstancias que impiden avances en esta materia: “El machismo cultural y el clericalismo en la Iglesia son un mal sistémico que mantienen sistemas de abuso de poder contra la mujer y el pueblo de Dios…. Me preocupa el eufemismo, la forma de la Iglesia de no decir las cosas con claridad, como para no generar molestia, conflicto o enojo… Sí, ha habido cambios y conquistas, pero al católico de a pie no le son evidentes y no le llegan todavía… tenemos grandes declaraciones que no se traducen en la vida, que no se hacen concretas en la vida y respecto a la administración de justicia estamos lejos de darnos por satisfechos”.
El webinar se desarrolló el 31 de julio pasado, fue organizado por el Centro de Protección de Menores (CEPROME) y el Vatican Safeguarding Taskforce en alianza con el CCP, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), la CLAR, las diferentes Conferencias Episcopales y grupos de investigación de América Latina que se ocupan de analizar los temas relacionados con el abuso sexual de niños, niñas, adolescente y adultos vulnerables.
