¿En manos de quién estamos?

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En próximos días, la implementación piloto del nuevo modelo educativo que llegará a una muestra de escuelas, deja más incertidumbres, dudas y preguntas en cuanto a su implementación y éxito. A ciencia cierta, padres y madres de familia desconocen cómo será este modelo educativo, las herramientas y de qué manera mejorará el proceso educativo, especialmente en el contexto del rezago y el grave descalabro por el covid-19, con un rediseño que, a decir de las autoridades, formará un modelo no basado en las competencias o mediciones, pero sí idealista, humanista y solidario por no decir ideologizado.

A partir del 1 de septiembre, la nueva secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez Amaya, asumió el despacho de unas de las dependencias esenciales para el futuro del país, de las más manipuladas y sujetas al antojo de los regímenes políticos. Sin embargo, en este sexenio quizá sea más evidente y, hasta cierto punto peligroso, cuando los estudiantes serán blanco de una manipulación ideológica que ni la misma secretaría de Educación Pública supo cómo explicar.

Esta semana, en un conocido noticiero de la TV nacional, Leticia Ramírez fue interrogada con una batería de preguntas para ser sometida a una rigurosa prueba ante medios. Reprobó. Sus respuestas confusas, torpes, evasivas y accidentadas vieron el precipicio cuando admitió desconocer cómo sería el nuevo modelo en la enseñanza de las matemáticas. 

La entrevista completa es un diagnóstico inmediato del grave galimatías educativo que enfrentarán millones de estudiantes y padres de familia cuando la principal autoridad en la materia no tiene la experiencia y conocimiento adecuados del nuevo modelo que busca encumbrar a la mal llamada 4T: “Trátenos de poner un ejemplo, ¿cómo va a aprender un niño las matemáticas en segundo de primaria que ya esté dentro del nuevo modelo educativo?”, preguntó la entrevistadora. Leticia Ramírez duda, piensa, sólo sonríe, admite su ignorancia y la reconoce con una demoledora frase: “No podría contestar eso”.

Todo se justificó en ir midiendo, “próximamente”, las consecuencias del rezago educativo y los resultados del nuevo plan educativo, nunca delineó una estrategia, jamás habló de lo que debería esperarse, salvo el idealismo de su movimiento como salvador de todas las cosas en México.

Si esto no es suficiente para encender los focos rojos, no se sabe qué otra cosa podría hacerlo. La pandemia del covid-19 ha puesto a México en una delicada condición. Además del estrepitoso abandono de las escuelas, que más de medio millón de estudiantes estuvieron obligados a hacer por las urgencias económicas, la infraestructura escolar fue vandalizada lo que obligará a la inversión de millones de pesos para lograr su recuperación.

En 1987, en la 39 Asamblea plenaria, los obispos de México dedicaron largas jornadas de reflexión sobre el problema educativo. “Iglesia y educación en México” reunió a prelados y especialistas arrojando resultados interesantes que, en gran medida, parecen ser aplicables al momento actual. 

Carlos Quintero Arce, arzobispo de Hermosillo, dedicó una larga e interesante homilía sobre la situación educativa de aquel entonces y sentenciaba: “La educación no es vista como un fin en sí misma, al servicio del desarrollo individual y social, sino como instrumento de la manipulación política”. Palabras de gran actualidad. No sólo para reflexionar sobre las maromas de la secretaria de Educación, sus evasivas e incompetencia, sino para preguntarnos sin dejo de preocupación: ¿En manos de quién estamos?

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