El evangelio que escucharemos este domingo (Mt 18, 21-35) nos habla del PERDÓN. A la pregunta que hace el apóstol Pedro de hasta cuántas veces se debe perdonar, Jesús responde “No solo siete, sino setenta veces siete”, es decir HAY QUE PERDONAR SIEMPRE. Es más, Jesús nos enseña que se debe perdonar también al enemigo (Mt 5, 44), incluso a quien nos paga con el mal (Mt 5, 39). Ante esta respuesta de Jesús, es lícito preguntarse ¿por qué se debe perdonar siempre? ¿Cuáles serían las motivaciones que nos ayuden a llevar a cabo esta exhortación de Jesús? Los datos que encontramos en la Palabra de Dios nos indican lo siguiente:
DEBEMOS PRACTICAR EL PERDÓN PORQUE DIOS PERDONA SIEMPRE. Así nos lo recuerda la Sagrada Escritura: el Señor es compasivo y misericordioso (Ex 34, 6; Sal 86, 5; 116, 5) ese es Dios y así es Dios. Él es misericordioso y compasivo con todos. Por lo mismo nosotros que somos sus hijos, estamos llamados a imitarlo porque somos de su familia y le pertenecemos. Por eso Jesús dice a sus discípulos: “sean misericordiosos como su padre es misericordioso” (Lc 6, 36). Cuando practicamos el perdón, imitamos la bondad y la misericordia de Dios.
DEBEMOS PERDONAR PORQUE DIOS NOS HA PERDONADO EN CRISTO. En efecto leemos en la Primera carta de San Juan 4, 19: “nosotros amamos porque él nos amó primero”. Y nos amó, cuando todavía éramos pecadores dirá San Pablo (Rm 5, 8). Dios nos muestra su amor perdonándonos, reconciliándonos con él. Por eso nos envió a Jesús su hijo único; nos lo envió para salvarnos. Así ha manifestado Dios su misericordia, perdonándonos y purificándonos de toda malicia.
DEBEMOS PERDONAR PORQUE A TRAVÉS DE LA IGLESIA DIOS NOS SIGUE PERDONANDO. El amor de Dios es inmenso, su misericordia es muy grande. Nuestros pecados no han agotado esa misericordia. Esta misericordia nos llega en la actualidad por medio de dos sacramentos: el Bautismo y la Reconciliación. El bautismo borra todos nuestros pecados y nos hace creaturas nuevas; nos presenta intachables delante de Dios porque nos purifica de todo pecado. El sacramento de la Reconciliación nos perdona los pecados actuales que nos roban la comunión con Dios. Cuando nos acercamos al sacramento de la reconciliación, Dios también nos perdona; el sacramento de la reconciliación es un encuentro con la misericordia del Padre celestial; por medio de la reconciliación Cristo lava el vestido blanco que recibimos por el bautismo.
NECESITAMOS PERDONAR PORQUE EL PERDÓN NOS SANA INTERIORMENNTE. Quien no se arriesga a perdonar, se arriesga a vivir siempre envenenado, enfermo y lastimado. Cuando perdonamos sanamos nuestro interior, escargamos todo el peso que íbamos cargando. Por lo tanto el perdón nos libera, nos alivia y se cura nuestro interior. Eso es mucho mejor que vivir como secuestrado por el peso del rencor, los deseos de venganza y de maldad.
Dios Perdona siempre, él nos ha reconciliado por medio de su Hijo Jesucristo y nos sigue perdonando a través del ministerio de la Iglesia. Por ello nosotros que somos sus hijos debemos perdonar siempre porque el perdón cristiano es una respuesta de amor a la misericordia de Dios; el perdón cristiano nos alivia el interior y nos mantiene en paz.