Después de la procesión con las palmas y los ramos de olivo, da comienzo la celebración de la Santa Misa, que hace de pórtico a la Semana Santa. En esta celebración escucharemos con atención el relato de la Pasión según san Lucas. La Subida a Jerusalén planteada en el evangelio de san Lucas en los capítulos anteriores llega aquí a su meta o cumplimiento. JESÚS es aclamado por sus discípulos teniendo en cuenta las señales y milagros que habían presenciado: “mientras ÉL avanzaba extendían sus mantos por el camino. Cerca de la bajada del Monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos llenos de alegría, se pusieron a alabar a DIOS a grandes voces por todos los milagros que habían visto. Decían: ¡Bendito el que viene en el Nombre del SEÑOR! ¡Paz en el Cielo y Gloria en las alturas!” (Cf. Lc 19,38-39). JESÚS aparece en un sencillo pollino aclamado por unos discípulos que acompañan al MAESTRO, pues habían visto los milagros que salían de sus manos. Lejos estaba aquella manifestación de una intencionalidad política con carácter revolucionario. En ningún momento se oyeron voces gritando, ¡abajo el Imperio Romano opresor!, o cosas parecidas. Pero allí estaban algunos de los fariseos, que molestos por todo aquello reclaman a JESÚS, que mande callar a sus discípulos. La respuesta de JESÚS viene bien a cualquier época: “si estos callan -en la alabanza- hablarán las piedras” (Cf. Lc 19,40). Los hechos a lo largo de la historia lo confirman: cuando la alabanza verdadera a DIOS deja de oírse, entonces se escuchan los gritos de odio y enfrentamiento. Pero todavía tenemos que seguir unos pasos con toda la comitiva y escuchar a JESÚS muy triste al comprobar la gran lejanía espiritual, que lo separa de quienes debían tener razones suficientes para acogerlo como el ENVIADO del PADRE: “si al menos tu conocieras en este día el Mensaje de paz, pero ahora ha quedado oculto a tus ojos, porque vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te apretarán y rodearán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita” (Cf. Lc 19,42-45). Todavía esta profecía esperará unos cuarenta años para cumplirse con la destrucción de Jerusalén y el Templo por Tito, en el año setenta. Sin ser de este mundo el Reino que trae JESÚS, su presencia renueva a los hombres mediante la conversión, y hace que todo cambie alrededor para bien. JESÚS no pretendía puestos y honores políticos para ÉL o sus seguidores, pues su único objetivo estaba en volver los corazones de los hombres hacia DIOS.
La Cruz en la predicación
La Cruz como signo externo, que presidirá los templos cristianos y los actos de culto aparecerá más tarde que como contenido esencial en la predicación cristiana. Constantino, en el año trescientos doce, tiene la visión de la Cruz antes de entablar la batalla contra Magencio, en el Puente Milvio, al norte de Roma, y dispone que sus estandartes vayan con el signo de la Cruz. En el Edicto de Milán (313) la libertad de culto para el Cristianismo favoreció que la Cruz se generalizara. Pero el sentido real de la Cruz hemos de buscarlo en la doctrina del Nuevo Testamento, y de forma especial en las propias palabras de JESÚS. En realidad el significado de la Cruz está en la persona misma de JESÚS. La verticalidad de la Cruz hace visible el abajamiento del HIJO de DIOS hasta las regiones espirituales más profundas; y la horizontalidad de la Cruz extiende los brazos del REDENTOR a todo hombre y la Creación misma. La Cruz es signo de victoria, muy lejos de la aparente desgracia y fracaso. JESÚS efectivamente muere en la Cruz. JESÚS carga sobre SÍ los pecados de todos los hombres, o el pecado del mundo; y el PADRE lo resucita de entre los muertos, porque JESÚS muere en un acto de perfecta Misericordia, absolviendo a todos los hombres. Todo esto es inimaginable para el diablo, el enemigo del hombre. La Cruz nos absuelve y atrae a todos (Cf. Jn 12,32). Todos los hombres que deseen encontrar el perdón de sus pecados y una profunda regeneración personal la pueden encontrar en JESÚS, pues en su Nombre se da la acción del ESPÍRITU SANTO, porque ÉL está a la derecha del PADRE (Cf. Jn 16,28). Para san Pablo la Cruz de JESUCRISTO es la clave de su predicación: “CRISTO me envió a predicar el Evangelio pero no con palabras sabias para no desvirtuar la Cruz de CRISTO. Pues la predicación de la Cruz es una necedad para los que se pierden, más para los que se salvan es fuerza de DIOS… Quiso DIOS salvar a los creyentes mediante la predicación… Nosotros predicamos a un CRISTO crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles” (Cf. 1Cor 1,17-18.21.23). El predicador en el Nuevo Testamento pertenece al grupo de los nuevos profetas, pues su palabra está destinada a presentar a CRISTO al auditorio que está en frente. Los escritos del Nuevo Testamento confirman que la conversión es posible para muchas personas que podían haber llevado vidas turbulentas. Dice el Apóstol a los de Éfeso: “a vosotros que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, en los que vivíais según el proceder de este mundo, según el Príncipe del Imperio del Aire, el espíritu que actúa en los rebeldes. Entre ellos vivíamos también nosotros en medio de las concupiscencias de nuestra carne…” (Cf. Ef 2,1-3). La lucha del hombre no es sólo contra sí mismo según la ascesis cristiana; tiene, también, que ser considerado el papel crucial que juegan los espíritus malignos, emisarios de Satanás, que buscan la ruina de los hombres. También operan como factores corruptores la fantasía de los atractivos mundanos. El camino de conversión cristiano es, en definitiva, una batalla espiritual, que se resuelve en el campo de la predicación y evangelización. El Príncipe de este mundo no descansa. La Cruz de JESÚS carga de significado la vida de los hombres, pues ninguna por fracasada que pareciese, queda fuera del campo redentor del CRUCIFICADO. La vuelta a DIOS es posible, incluso en los últimos instantes de la vida. Hemos de meditar con frecuencia el diálogo de JESÚS con el ladrón arrepentido, que está muriendo a su lado (Cf. Lc 23,39-42).
El Hombre de la Cruz
El profeta Isaías, en su segunda parte que se propone como el Segundo Isaías, recoge distintas características del Hombre de la Cruz, o Siervo de YAHVEH, que se revela de forma especial en los episodios de la Pasión, muerte y Resurrección de JESÚS. El VERBO de DIOS que se encarnó, hizo niño, creció como joven y adulto, termina sus días con la entrega total de su vida, y lo hace para la Salvación de todos los hombres. La Salvación se dirige en todas las direcciones: pasado y futuro, próximos y lejanos, los que han fallecido y aquellos otros que formamos las generaciones futuras. La Salvación del hombre-DIOS es para este mundo y todo el Universo incluidos todos los mundos que pudiera haber como el nuestro de personas inteligentes, alma y racionalidad. El abajamiento del HIJO de DIOS, VERBO o PALABRA eterna, que viene al encuentro del Hombre de la Cruz, en su estadio germinal en el seno de la VIRGEN MARÍA, tiene un efecto de totalidad en el tiempo y el espacio. Los Cielos y la tierra -Universo- no son ajenos a la nueva presencia de DIOS hermanado con su propia Creación. Lo que celebramos en esta Semana Santa hace visible lo que germinalmente era inicial en la Encarnación.
Cinco siglos antes
Algo más de cuatrocientos años de antelación, el Segundo Isaías habló del Siervo de YAHVEH que venía con una misión especial encomendada: “cargar con los pecados de todos y sanar nuestras heridas” (Cf. Is 53,6). Este es el momento cumbre del paso por este mundo en permanente proceso de abajamiento. Pero antes el Segundo Isaías nos ofrece algunos textos con rasgos importantes, que completan el sentido de la misión del Siervo de YAHVEH. “He aquí mi Siervo a quien YO sostengo, mi Elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi ESPÍRITU sobre Él… No gritará ni voceará por las calles; la caña cascada no la quebrará, ni el pabilo vacilante lo apagará…” (Cf. Is 42,1-3). No nos cuesta reconocer en estos versículos rasgos propios de JESÚS de Nazaret, que vivió bajo la acción del ESPÍRITU SANTO en todo momento con actuaciones especiales en determinados casos. JESÚS manifestó siempre una compasión incondicional frente a la enfermedad física y espiritual de las personas. Sólo mostró firmeza ante la soberbia y la hipocresía de algunos. El Siervo de YAHVEH, el hombre de la Cruz, está destinado por el SEÑOR para una misión de carácter universal: “es poco que seas mi Siervo, en orden a levantar las tribus de Jacob. Y hacer volver a los preservados de Israel. Te voy a poner como Luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra” (Cf. Is 49,6). El germen del Amor universal de DIOS por todos los pueblos está en el núcleo de la Revelación y la misión encomendada a Israel como Pueblo elegido, pero ahora se formula un nuevo intento en el objetivo anterior, en la persona del Siervo de YAHVEH. El anciano Simeón, en la presentación de JESÚS en el Templo de Jerusalén, reconoció al que el ESPÍRITU SANTO le prometió que vería antes de morir: “Ahora, SEÑOR, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu SALVADOR, a quien has presentado ante todos los pueblos, Luz para alumbrar a las naciones, y Gloria de tu Pueblo, Israel” (Cf. Lc 2,29-32). La Luz de las naciones es el Siervo de YAHVEH, el Hombre de la Cruz. El “cuarto cántico” con el que hemos iniciado este punto tiene un carácter casi definitorio de la identidad del Siervo de YAHVEH, al resaltar la entrega expiatoria por nuestros pecados. Juan Bautista habló así de JESÚS cuando lo presentó a sus discípulos: “Este es el CORDERO de DIOS, que quita el pecado del mundo” (Cf. Jn 1,29.35-36). El pecado no se borra de forma mágica, sino que es una deuda que alguien tiene que pagar. La deuda por el pecado se le debe a DIOS y sólo el mismo DIOS la puede pagar. El pecado está presente en todas las grandes religiones, pero sólo el Cristianismo ofrece una solución satisfactoria, pues sólo DIOS perdona los pecados del hombre por medio de JESUCRISTO, que pagó nuestro rescate. El tercer cántico del Siervo de YAHVEH es el que viene en la liturgia de este día, y ofrece aspectos esenciales que caracterizan al Siervo de YAHVEH.
Habla el Siervo de YAHVEH
“El SEÑOR YAHVEH me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora” (Cf. Is 50,4). El Siervo de YAHVEH es discípulo que escucha, aprende y transmite lo que ha reconocido como valioso para el necesitado. El Siervo de YAHVEH mencionado en los cuatro cánticos, especialmente, lo identificamos con una persona, y descartamos el sentido colectivo que se le pudiera atribuir. No obstante, el Pueblo elegido recibe con frecuencia la admonición: “escucha Israel” se repite con frecuencia en el libro del Deuteronomio, porque el Pueblo elegido debe interiorizar debidamente la Palabra del SEÑOR para permanecer en la Tierra Prometida. El Siervo de YAHVEH representa a todo Israel que escucha lo que el SEÑOR va a decir. JESÚS mismo, el Hombre de la Cruz, desde el principio sentenció con la Revelación del Deuteronomio: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de DIOS” (Cf. Mt 4,4). Sólo JESÚS puede llevar al grado más alto el cumplimiento de la escucha de la Palabra del PADRE: “las palabras que os digo no las digo por mi cuenta. El PADRE que permanece en MÍ es el que realiza las obras” (Cf. Jn 14,10). JESÚS, el Siervo de YAHVEH transmite a los suyos la doctrina de los verdaderos discípulos: “si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi Amor, lo mismo que YO he guardado los mandamientos de mi PADRE y permanezco en su Amor” (Cf. Jn 15,10). El evangelio de san Juan que es insistente en la condición divina de JESÚS, no deja por otra parte, a un lado la subordinación del HIJO en perfecta obediencia al PADRE, que tiene la escucha como acción fundamental. El HIJO en nuestro mundo y para los hombres cumple su misión en la medida que nos da el Evangelio de DIOS. Cada hombre necesita escuchar de nuevo la Palabra Creadora que nos rescate de la postración y fragilidad, a las que nos ha llevado el pecado. La palabra del Siervo de YAHVEH que viene de DIOS, es como las palabras del profeta sobre la inmensa cantidad de huesos secos en aquel valle, significando a toda la humanidad, en definitiva. El profeta es conminado a pronunciar palabras poderosas, que devuelvan carne, tendones y consistencia física y espiritual a la inmensidad de huesos allí depositados (Cf. Ez 37,1ss). El VERBO conoce lo íntimo del PADRE y nos lo transmite, porque inhabita en el Hombre de la Cruz, que pronunció palabras de Vida antes de ser crucificado. Un gran misterio de comunión queda establecido entre el PADRE y el HIJO hecho hombre, que hace posible el conocimiento para nosotros de lo que el PADRE tiene pensado realizar con todos sus hijos y cada uno en particular. “Mañana tras mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos”, y el VERBO eterno al entrar en el mundo acepta los pasos pequeños de la condición humana. Todo el conocimiento y ciencia divina se va dosificando cada mañana en el conocimiento humano del Siervo de YAHVEH. El Hombre de la Cruz sin restar nada a la perfecta unión con el VERBO, va reconociendo lo necesario y suficiente para dar una palabra de aliento al abatido”, cada día que se presenta.
La confianza
“El SEÑOR YAHVEH me ha abierto el oído, y yo no me resistí, ni me hice atrás” (v.5). El SEÑOR va ofreciendo su Revelación en la medida de las necesidades del Pueblo y la capacidad del profeta para desempeñar la misión. La dosis precisa de contenidos queda en manos de DIOS, por lo que la relación establecida entre el discípulo y el SEÑOR es de total confianza. El profeta sabe o intuye que la iluminación o Revelación recibida será como en el caso del profeta Ezequiel: la Revelación está contenida en un rollo, que el profeta tiene que comer y es apreciado como algo dulce en la boca, pero amargo en las entrañas después de haberlo asimilado (Cf. Ex 3,1ss). El Siervo de YAHVEH tiene el oído despierto para escuchar la voz de DIOS, pero también va a saber de las palabras y gritos de los hombres. El Siervo no se echa atrás y afronta los riesgos que acarrea la proclamación de una Palabra que puede ser consoladora, pero en ocasiones adopta el tono de la exhortación, reprensión o denuncia. El Siervo de YAHVEH es profeta en sentido estricto, pues habla en Nombre de DIOS. El Siervo de YAHVEH confía a fondo perdido y no pide garantías, le basta con saber que es amado por DIOS y goza de toda su pertenencia. La misión sobrepasa siempre las fuerzas humanas y la del Hombre de la Cruz se hacía inasequible para cualquiera de los hijos adoptivos de DIOS. La Redención sólo la podía encarar el propio HIJO de DIOS.
Rechazo y violencia
“Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos” (v.5-6). Desde el prendimiento en el Huerto de Getsemaní hasta la crucifixión, JESÚS no dejo de recibir vejaciones, insultos y malos tratos. La crueldad no cejó de encarnizarse sobre ÉL hasta clavarlo en la Cruz en medio de insultos e injurias. El Hombre de la Cruz fue flagelado antes de cargar con la Cruz en la que iba a morir. Con un casquete de espinas clavado en su cabeza hacían la burla de la condición de REY. Vendándole los ojos se divirtieron con ÉL pidiéndole que adivinara quién lo estaba golpeando (Cf. Mt 27,27-31). De los golpes recibidos por el Siervo de YAHVEH, JESÚS de Nazaret da buena cuenta en la Sábana Santa de Turín, si aceptamos que sea la sábana que envolvió el cuerpo de JESÚS después de haber sido bajado de la Cruz y puesto en la tumba escavada en piedra, perteneciente a José de Arimatea (Cf. Jn 19,38-42).
DIOS provee
“DIOS habría de protegerme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como pedernal, sabiendo que no quedaría avergonzado” (v.7). La Resurrección fue la respuesta de DIOS a todos los ultrajes que recayeron sobre el HIJO: pero esta especial condición de ser HIJO de DIOS no libró a JESÚS de beber todo el cáliz del que por unos momentos sintió angustia (Cf. Lc 22,44), hasta el punto de sudar sangre por deshidratación. Siempre que JESÚS anunció su muerte lo hizo haciendo mención de la Resurrección que tendría lugar (Cf. Mc 8,31; 9,31; 10,33-34). La certeza en la Resurrección muestra la seguridad que JESÚS tenía del éxito de su misión, aunque de momento tuviera que pasar la gran prueba reservada sólo para ÉL. Las acciones cruentas y las injurias dirigidas a JESÚS representan la cara visible de la tenebrosa realidad del pecado, y de Satanás, que escapan a la simple mirada de las cosas, pero se puede afirmar que a JESÚS no se le evitaron todos los extremos de la redención pendiente, que estaba a punto de cerrarse con su sacrificio. Lo dicho al entrar en el mundo, se actualiza al dejarlo: “los sacrificios y ofrendas por el pecado no te han satisfecho; y TÚ, oh DIOS, me has preparado un cuerpo; y aquí estoy, oh DIOS para hacer tu Voluntad (Cf. Hb 10,8ss).
La Pasión según san Lucas
Preámbulo
“JESÚS enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del Pueblo buscaban matarlo, pero no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el Pueblo lo oía y estaba pendiente de sus labios” (Cf. Lc 19,47-48). El Templo es una de las principales instituciones de Israel, pues en él reside la Presencia de DIOS, de forma especial cuando se conservaba el Arca de la Alianza. Los del Templo debían haber reconocido a JESÚS, que enseñaba y no excluía a nadie de su única enseñanza. Este contraste entre la enseñanza impartida por JESÚS, y la trama perpetrada por los del Templo para acabar con JESÚS se repetirá una vez más. “Se acercaba la fiesta de los Ázimos llamada Pascua. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacer desaparecer a JESÚS pero temían al Pueblo” (Cf. Lc 22,1-2). Habían intentado sorprender a JESÚS con falsos argumentos, tratando de sorprenderlo con alguna de sus propias palabras, pero no les fue posible, pues JESÚS mostró en todo momento una capacidad intelectual muy superior a la de ellos y un gran control de los tiempos. Se acercaba la Pascua y la población en Jerusalén se multiplicaba por diez, pues muchos judíos residentes en otros lugares deseaban comer la Pascua en Jerusalén. Pero lo anterior es anecdótico con respecto al significado de los focos de la batalla espiritual: el Templo con sus representantes al frente será la instancia que dicte la sentencia que el poder civil ejecutará. La tergiversada interpretación de la Ley promovida por los Templo acaba con JESÚS.
Llegada la Hora Lucas 22
“Cuando llegó la Hora, se puso a la mesa con los Apóstoles… (Cf. Lc 22,14). La Hora es un corto intervalo de la vida de JESÚS, el HIJO de DIOS, en este mundo con un significado y especial eficacia de Salvación. Esta Hora es la de la Nueva Pascua con unos ritos renovados porque es JESÚS quien los realiza, dejando en esa Hora el don insospechado de la EUCARISTÍA.
Nexo de unión
“Ya no volveré a comer esta Pascua hasta su cumplimiento en el Reino de DIOS” (v.16). La institución del EUCARISTÍA atrae el Cielo a la tierra, que nos alimenta del mismo Cielo -JESÚS- con el que compartiremos el Banquete Eterno.
Las palabras insustituibles
Sobre el pan: “esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros. Haced esto en recuerdo mío” (v.19). Igualmente después de cenar: esta es la copa de la Nueva Alianza en mi sangre, que será derramada por vosotros” (v.20). En las misas de la Iglesia Católica no llegaría a producirse la transubtanciación si el ministro ordenado no llega a pronunciar sobre el pan, “esto es mi CUERPO”, y sobre el cáliz o copa de vino, “esta es mi SANGRE”. Los fieles habríamos asistido a una acción litúrgica, pero sin EUCARISTÍA.
Último anuncio de la muerte de JESÚS
“El Hijo del hombre se marcha según está determinado…” (v.22). En el marco celebrativo de la Última Cena, JESÚS dice que va a ser traicionado. A la conspiración de las autoridades religiosas del Templo se une la traición de uno de los Doce. Tensión, dramatismo y confusión se mezclaron y ensombrecieron el momento presente. Todo se iba a desencadenar con gran rapidez, y los discípulos se verían muy pronto absolutamente desbordados por los acontecimientos.
Insensatez
En medio de todo aquello, los discípulos no pierden la ocasión para discutir sobre “quién es el mayor” (v.24). Los evangelistas no escatiman en visibilizar las carencias y defectos de los discípulos más próximos a JESÚS. Este modo de proceder nos viene bien, porque nos podemos sentir identificados. A pesar de la profunda transformación operada en los discípulos, sin embargo no fueron privados de sus torpezas.
El servicio al prójimo
JESÚS aprovecha la ocasión para insistir en el servicio a los demás si se quiere destacar en el trabajo por el Reino de DIOS, pero esto junto con otras cosas, lo entenderán más tarde.
JESÚS es el modelo
“YO estoy en la mesa como el que sirve” (v.27). En el futuro los servidores de la Palabra tendrán mucho que hacer; y de forma especial ellos -los Apóstoles- que fueron testigos directos de las palabras y milagros de JESÚS.
Más grande que cualquier previsión
“YO, por mi parte, dispongo de un Reino para vosotros, como mi PADRE lo dispuso para MÍ” (v.29). De alguna forma, JESÚS estaba aprovechando la más mínima oportunidad para responder a las aspiraciones nobles de los suyos: “vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas” (v.28). JESÚS no va a olvidar en momento alguno toda la renuncia vivida por sus discípulos, aunque en las horas que están por delante las reacciones no sean las más edificantes. Ellos, los discípulos, en la Jerusalén futura, juzgarán con el SEÑOR a las doce Tribus. Seguirán en el círculo de confianza del MAESTRO, pero todavía quedan algunas pruebas pendientes.
La oración por Pedro
En la persona de Pedro se encuentran todos los que lo sucederán. “Simón, Simón, mira que Satanás solicita cribarte como trigo; pero YO he rogado por ti, para que tu Fe no desfallezca. Cuando hayas vuelto confirma en la Fe a tus hermanos” (v.31-32). JESÚS se dirige al Apóstol con el nombre de origen familiar. Aunque designado a servir de primero entre los otros Apóstoles, todavía quedan pruebas que han de ser superadas. Los textos del Nuevo Testamento nos muestran el equilibrio existente entre la primacía de Pedro y el grupo de los Apóstoles como queda de manifiesto en el Concilio de Jerusalén (Cf. Hch 15,7) recogido por los Hechos de los Apóstoles. Se anuncia un carisma especial que recae sobre la persona de Pedro y los sucesores: “confirma en la Fe a los hermanos”. Bien sabemos que la línea del papado en la Iglesia ha tenido luces y sombras, y mientras peregrinemos por este mundo la contienda espiritual será permanente. No es poca cosa, que exista una instancia que garantice la Fe que profesamos los cristianos. JESÚS deja en su Iglesia un carisma para garantizar la Verdad. El don de DIOS requiere de la colaboración humana, y en este punto aparece la gran responsabilidad de velar por el don. El mundo actual necesita que alguien hable y actúe con Verdad.
Se cumplen las Escrituras
“Es necesario que se cumpla en MÍ esto que está escrito: ha sido contado entre los malhechores. Porque lo mío toca a su fin” (v.37). JESÚS es semejante a nosotros en todo menos en el pecado, y sin embargo carga con nuestros pecados (Cf. Hb 9,28). JESÚS pasó haciendo el bien (Cf. Hch 10,38); pero tal cosa no evitó que fuera contado entre los malhechores. JESÚS muere entre dos delincuentes, de los que uno da muestras de arrepentimiento, pero el hecho es que fue contado entre los malhechores. Este dato no es menor, a la hora de valorar la entrega objetiva de JESÚS por todos nosotros: el INOCENTE acepta ser contado entre los culpables para pagar nuestras culpas.
Huerto de Getsemaní
Este es un lugar frecuentado por JESÚS y los discípulos cuando está en Jerusalén. El Huerto de Getsemaní es un lugar de oración nocturna para JESÚS. En las horas que se avecinan, las transcurridas en este lugar dejaron huella y la carta a los Hebreos recoge el eco de la misma: “JESÚS a gritos y con lágrimas en los ojos, con gran clamor, suplicó al que podía librarlo de la muerte…. “ (Cf. Hb 5,7). San Lucas recoge la deshidratación de JESÚS por el gran sufrimiento y la sudoración de gotas de sangre. En ese estado, JESÚS es reconfortado por el Ángel (v.43) JESÚS en Getsemaní no encuentra apoyo espiritual por parte de sus discípulos, que están desconcertados, con sueño y miedo (v.45-46).
El beso más falso
JESÚS recibe un beso por parte de Judas, para que la guardia del Templo lo prendiera. En la oscuridad de la noche, los del Templo podían equivocarse de objetivo y prender a uno de los discípulos, en vez de hacerse con JESÚS. Judas por unos instantes se hace importante como colaborador necesario. Breves momentos de tensión en los que aparece alguna sica, machete o cuchillo, rebanando la oreja derecha del criado del sumo sacerdote. JESÚS no quiere enfrentamiento, toca la oreja del herido y lo cura; pero aquel signo no cambia nada el curso de los acontecimientos. Los que vienen a prender a JESÚS quieren acabar pronto la tarea. Todo aquello está sucediendo, porque “es el momento del poder de las tinieblas” (v.53).
En casa del sumo sacerdote
En el patio de la casa del sumo sacerdote tiene lugar las negaciones de Pedro, y los tres sinópticos junto con el de san Juan relatan las negaciones de Pedro. San Lucas señala el momento de gran brevedad en el que la mirada de JESÚS se cruza con la de Pedro. Pedro sale fuera y llora amargamente. El sincero arrepentimiento, el gran dolor por aquella debilidad de ánimo, y la mirada de JESÚS, contribuyeron a la reintegración de Pedro en medio del grupo apostólico. La intención inicial de Pedro era buena, pues quería estar cerca del MAESTRO, saber lo que pasaba, pero una vez más le fallaron las fuerzas del alma. Como marinero del Mar de Galilea estaba bregado en mil situaciones de riesgo, pero aquello era otra cosa, pues se trataba de fortaleza espiritual.
Vejaciones
“Los hombres que lo tenían preso, le vendaban los ojos y lo golpeaban…” (v.63). Decían a JESÚS: “adivina, ¿quién te ha pegado? (v.65). Ejercen sobre JESÚS una violencia del todo irracional. Las conductas hacia JESÚS en estos momentos se mueven entre el odio, el sadismo, el cinismo acompañado de frivolidad, le vendan los ojos y lo golpean diciéndole que adivine quién le ha pegado. Algo así, como el gato que encuentra un ratón, que no tiene intención de comer, pero lo va hiriendo hasta matarlo mientras le va clavando sus uñas en el juego mortal. En este caso, a JESÚS hay que herirlo y humillarlo, pero hasta un punto, pues tiene que llegar con vida al Gólgota para ser crucificado.
En cuanto amaneció
Dice el texto, que el Sanedrín se reunió al amanecer, que en el mes de abril -nisán- lo hace un poco más de las seis de la mañana. El interrogatorio no sería largo, pues la sentencia la tenían de antemano. El Sanedrín era el senado religioso judío integrado por los sumos sacerdotes, escribas y el grupo correspondiente de ancianos. Eran complejas las relaciones del Sanedrín con la autoridad política del lugar que descansaba en el procurador Pilato y el rey Herodes, que había dado muerte a Juan Bautista. Ahora es el momento del Sanedrín, con el que JESÚS tiene que verse. El Sanedrín tiene una sola pregunta: “Si TÚ eres el CRISTO, dínoslo” (v.67). JESÚS respondió: “De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del Poder de DIOS. Entonces, le dijeron, ¿TÚ eres el HIJO de DIOS? JESÚS les dijo: vosotros lo decís, YO SOY. Los del Sanedrín dijeron: No tenemos necesidad de testigos, nosotros hemos oído la blasfemia de su propia boca” (v.67-71).
JESÚS ante Pilato (Lc 23,1—5)
Terminada la sesión en el Sanedrín dentro de las dependencias del Templo, llevan a JESÚS probablemente a la Torre Antonia donde residía Pilato cuando estaba en Jerusalén. Desde este punto estratégico, Pilato dominaba las actividades y los movimientos en las cercanías del Templo, que en aquellos días había que controlar de forma especial. Los del Sanedrín tenían que arrancar a Pilato la condena a muerte por crucifixión para JESÚS, con objeto de erradicar cualquier intento de continuidad para sus seguidores. Acusan a JESÚS de alborotador, que propaga la insumisión fiscal -impago de impuestos-; afirma que ÉL es CRISTO REY. Los sanedritas presentan una falsa acusación contra JESÚS en lo referente a los impuestos; y consideran que JESÚS no es de ninguna manera el MESÍAS, y por tanto el título de REY por pertenencia al linaje de David según las profecías, es una impostura y una blasfemia. De esta segunda acusación, Pilato no entiende nada y lo ponen en un dilema que inicialmente resuelve como puede. En el evangelista san Lucas, Pilato concluye: “no encuentro delito en este hombre” (v.4). Insistían los presentes diciendo que desde la Galilea hasta allí, aquel hombre venía alterando al pueblo. Entonces Pilato lo manda a Herodes que estaba en Jerusalén por aquellos días.
JESÚS ante Herodes (Lc 23,8-12)
Según el evangelista, en el interrogatorio a JESÚS, Herodes no pasa de la palabrería, a la que JESÚS no responde. Herodes parasita en medio del pueblo organizando fiestas y busca que JESÚS le ofrezca un espectáculo, ya que, dicen, tiene poderes. Herodes se lo devuelve a Pilato vistiendo a JESÚS de forma burlesca.
Segunda parte del juicio ante Pilato (Lc 23,13-25)
Pilato afirma ante todos los del Sanedrín y el pueblo en general, que después de haber interrogado a JESÚS no encuentra en ÉL delito alguno. Siendo Pilato un tipo duro, su voluntad se resquebraja ante la presión del gentío que pide la muerte de JESÚS con gritos más intensos. El procurador romano cede a la presión ejercida por los del Sanedrín y el pueblo en su conjunto. Las estrategias de Pilato para liberar a JESÚS no surten resultado favorable: la elección entre soltar a JESÚS o a Barrabás y someter a JESÚS a la pena de la flagelación. Pensaba Pilato que viendo a JESÚS maltrecho el gentío se compadecería de ÉL. Tampoco sucedió y el gentío gritaba con fuerza aún mayor. El odio al INOCENTE galvanizó a la multitud como un solo hombre satanizado. Produce escalofríos considerar a esta multitud pidiendo en un solo grito la muerte de JESÚS. ¡¡¡crucifícalo!!! Aquellas gentes ya no recuerdan las palabras de JESÚS, estuvieron con ÉL pero ya no se acuerdan; lo buscaron y vieron sus curaciones a los enfermos, pero el milagro cambió de sentido.
Del pretorio al Gólgota (Lc 23,25-32)
Unos setenta kilos en peso cargan sobre las espaldas de JESÚS, después de haber sido molido a golpes de forma repetida varias veces. Aunque las vestiduras tapaban en gran medida las heridas producidas, sin embargo la cara ensangrentada y el casquete de espinas hablaban del escarnio infringido. Se temía que JESÚS no llegase al Gólgota y forzaron a Simón de Cirene para ayudar con el travesaño de la Cruz. Unas mujeres valientes lloran y se lamentan por el estado en el que está JESÚS, que saca fuerzas para decirles: “no lloréis por MÍ. Llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos”(v.28). Somos los que sufrimos la mordedura del pecado los que debemos dolernos de la propia situación, pues JESÚS es el INOCENTE. Es correcta la consideración que valora el daño del pecado, y en ese sentido todos habremos de medir nuestros actos con respecto al daño. JESÚS para redimir padece y expía los pecados reales de todos y cada uno de los hombres. Es un gran misterio redentor. Convenía que aquellas mujeres intercedieran con lágrimas por los hijos de la Iglesia de todas las generaciones, pues el INOCENTE caminaba hacia la meta de su sacrificio. Somos perdonados, porque “sus heridas nos han curado” (Cf. Is 53,5).
Crucifixión y perdón (Lc 23,33-34)
JESÚS es clavado en la Cruz. La crucifixión es una de las condenas a muerte más crueles. No era exclusiva de los romanos, pero la utilizaron con frecuencia con una finalidad disuasoria, para que otros no cometiese el mismo delito. Se entiende que los discípulos estuvieran desaparecidos en aquellas horas, pues existía el riesgo de terminar como el MAESTRO, y durante días trataron de ocultarse. San Lucas recoge palabras de JESÚS que no están en los otros evangelios explícitamente. El Amor de JESÚS por todos los hombres es perfecto, tiene un carácter incondicional y manifiesta su extensión a los enemigos: “PADRE, perdónalos porque no saben lo que hacen” (v.34). Se está cumpliendo el objetivo último de la Redención: ampliar la Divina Misericordia a cualquier estado o situación humana, y nadie quede excluido de la Salvación. El HIJO de DIOS nace en un pesebre o cueva de pastores, entre una mula y un buey, y ya adulto muere entre dos bandidos. Una extraña forma de proceder la del DIOS que nos redime.
La nueva ocasión del tentador (Lc 23,35-38)
JESÚS venció al tentador en el desierto. En los últimos minutos de JESÚS en este mundo, el tentador tiene su última oportunidad y plantea a JESÚS desafíos similares: “si eres HIJO de DIOS baja de la Cruz y te creeremos”. Se burlaban de JESÚS los magistrados, los soldados y uno de los crucificados “sálvate a ti y a nosotros” (v.39). El motivo de la crucifixión estaba escrito en un letrero y hacía pública la causa de la condena: “JESÚS Nazareno, Rey de los Judíos”. Según el evangelio de san Juan estaba escrito en hebreo, griego y latín (Cf. Jn 19,20).
Malhechor arrepentido (Lc 23, 40-43)
Con una cierta chispa irónica se dice, que el ladrón arrepentido roba a JESÚS la Salvación en el último instante. La absolución de JESÚS no deja lugar a dudas: estamos ante el primer santo de la iglesia, al que podemos dirigirnos pues fue el primero que recibió la sangre redentora de JESÚS de la manera más segura. La Palabra de JESÚS se cumple: “hoy estarás conmigo en el Paraíso” (v.43). Dos condiciones ofrecieron el resultado final: el reconocimiento de JESÚS como el INOCENTE, y el propio arrepentimiento de los pecados. Nada niega el PADRE a la Divina Misericordia del HIJO en la Cruz.
Entre la hora sexta y la hora nona (Lc 23,44-46)
Tres horas de oscuridad sobre la tierra como un signo cósmico, que da entrada a una lectura de los hechos que pasan en la Creación. Se rasga el velo del Templo, porque el Santo de los Santos ya no está en el Templo de Jerusalén. El grito final de JESÚS es la entrega al PADRE del alma que unida al VERBO que entró en el mundo un día con las palabras del Salmo treinta y nueve: “sacrificios y ofrendas no te han satisfecho; y TÚ oh DIOS me has preparado un cuerpo, y he aquí que vengo a cumplir tu Voluntad” (Cf. Slm 39,7-9). El sacrificio de holocausto se ha realizado y “todo está cumplido; y JESÚS dando un fuerte grito expiró” (v.46).
Los que miraban (Lc 23,47-49)
Todo empieza a cambiar con la muerte de JESÚS. El centurión declara que ese Hombre era Justo, los que antes se burlaban salen corriendo arrepentidos golpeándose el pecho. Los conocidos y las mujeres que habían venido de Galilea se mantenían en el lugar. José de Arimatea, miembro del Consejo, pide a Pilato el cuerpo de JESÚS. Después de descolgarlo, lo envolvió en una sábana y colocó en un sepulcro nuevo. Las mujeres prepararon aceites y aromas para acudir pasado el sábado a embalsamar el cuerpo de JESÚS.
San Pablo, carta a los Filipenses 2,6-11
Los cristianos estamos convencidos de que nuestra religión es mucho más que una moral o conjunto de normas para una conducta conveniente. El cristiano es el que está unido a JESUCRISTO y avanza en esta vida procurando mayor unión y conocimiento. Sin embargo la mayor parte de las homilías, charlas y reflexiones van dirigidas al compromiso cristiano con el prójimo y las exigencias sociales que se derivan. Claro está, “nadie puede amar a DIOS a quien no ve, si no ama a su hermano a quien ve” (Cf. 1Jn 4,20). A pesar de todo entiendo, que para estos tiempos y los inmediatos por venir, una vuelta seria a la persona de JESUCRISTO es de vital importancia. Las exigencias de la ética evangélica son imposibles de concretar, sin la Gracia dada por JESUCRISTO. El Deuteronomio se propuso afianzar la Ley de Moisés en los corazones de los judíos piadosos, y lo hizo especialmente, llamando la atención sobre el Primer Mandamiento y su interiorización: “Escucha Israel, el SEÑOR YAHVEH es el único SEÑOR. Amarás al SEÑOR tu DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Guardarás este precepto en tu corazón y hablarás de él a tus hijos, acostado y levantado; en casa y yendo de camino. Lo escribirás en las jambas de tu puerta; lo escribirás en tu mano y en tu frente” (Cf. Dt 6,4-9). Cada israelita tiene que recitar el Shemá dos o tres veces en el día en sus horas principales. JESUCRISTO es el único SEÑOR y CRISTO (Cf. Hch 2,36), que nos puede dar la Salvación. Su Nombre ha de ser guardado en nuestro corazón, recordado en la oración diaria, hablando de ÉL a los hijos; en medio de las ocupaciones de la casa y cuando estamos de camino. San Pablo nos transmite este texto sobre la identidad y naturaleza de JESUCRISTO, que es siempre actual para la Iglesia y personalmente.
El abajamiento
“CRISTO, siendo de condición divina, no permaneció ávidamente en su condición igual a DIOS, sino que se despojó de SÍ mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres, y apareciendo en su porte como hombre” (v.6-7). El abajamiento de la Segunda Persona de la TRINIDAD es un hecho y al mismo tiempo un gran misterio. Es un hecho, porque lo que hemos visto, oído y palpado del VERBO de la VIDA es de lo que la Iglesia da testimonio (Cf. 1Jn 1,1). Pero no deja de constituir un Misterio ante el que sólo cabe adorar. DIOS que nos ha creado, se empeña mediante la Redención en recuperarnos para ÉL, dándonos la Vida Eterna en el Cielo de los bienaventurados.
Insignificante
“Apareció en su porte como un hombre cualquiera, se humilló a SÍ mismo, llegando a la muerte y una muerte de Cruz” (v.7-8). JESÚS era “manso y humilde de corazón” (Cf. Mt 11,29); y aceptó la humillación sin necesidad alguna para ser humilde, que lo es por naturaleza. A nosotros el pecado nos disloca el alma, pero JESÚS que es verdaderamente hombre no se ve afectado por esta anomalía, sin embargo desciende por compasión a las regiones lóbregas del mal introducido en el alma humana. La actitud obediente de JESÚS restaura nuestra naturaleza humana caída, que tiende a la desobediencia. Nos atribuimos con facilidad lo que no somos ni tenemos y optamos con facilidad por la autarquía. No es el caso de JESÚS, que busca en todo momento escuchar y seguir lo que el PADRE dice.
La Cruz
“Se humilló a Sí mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz” (v.8). La verdadera obediencia es un alto acto de Amor. JESÚS obedece al PADRE porque lo ama; y la fórmula recíproca es perfectamente válida: JESÚS ama porque obedece, lo escucha con total piedad filial. Cuántas consecuencias prácticas se pueden extraer de este hecho fundamental. La Cruz, por tanto, atiende a las consecuencias del pecado de los hombres que era necesario resolver; y por otro lado quedaba desandar el camino inverso de desobediencia trazado por Adán.
Exaltación
“Por lo cual DIOS le otorgó el Nombre que está sobre todo Nombre; para que al Nombre de JESÚS toda rodilla se doble en los Cielos, en la tierra y en los abismos; y toda lengua proclame, que JESUCRISTO es el SEÑOR para Gloria de DIOS PADRE” (v.9-11). En estos últimos versículos, san Pablo ofrece contenido para realizar muchas meditaciones de las que extraeremos siempre alimento espiritual, pero no tengamos miedo en agotarlo, pues son verdades que se abren a la Eternidad. Grandes verdades y misterios están en estos breves versículos: la Ascensión a la derecha del PADRE, la Resurrección; ¿qué abarcan los abismos?, ¿cómo se sitúan los Ángeles ante el RESUCITADO y el modo de relacionarse a la hora de acompañarnos? La TRINIDAD, ¿ha variado en algo o sigue igual? ¿Son posibles otras revelaciones y religiones, si JESUCRISTO ostenta el vértice de lo humano y lo divino?