¿Dónde vive Dios?

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Pregunta del lector:
¿Dónde vive Dios?

Respuesta:

Los niños suelen hacer a sus padres una pregunta similar, pero no es nada infantil. Esta es realmente una pregunta sobre la presencia de Dios en nuestras vidas.

En el Padrenuestro que recitamos desde pequeños, nos dirigimos a Dios Padre que está en los cielos.

Entonces, ¿qué es el cielo y cómo debemos entenderlo?

Esta expresión bíblica no denota un lugar (‘espacio’), sino una forma de ser; no la lejanía de Dios, sino su majestad. Nuestro Padre no está «en otro lugar», está «más allá de todo» que podamos pensar sobre su santidad. Porque es tres veces santo, está muy cerca del corazón humilde y contrito», leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2794).

En uno de sus artículos, el padre Jacek Salij, destacado teólogo y pastor, recordó las palabras del santo. Teófilo de Antioquía:

«Dios no está contenido en ningún lugar, sino que es él mismo el lugar de todas las cosas».

Para santo Ambrosio «el cielo es donde no hay pecado ni crimen, donde la muerte no inflige ninguna herida».

La pregunta de dónde vive Dios nos lleva a la verdad sobre la omnipresencia de Dios.

Sabemos que Dios es Amor, y por eso tenemos una extraordinaria intuición de que Dios está donde hay amor, donde no hay desprecio por el hombre y su dignidad, pero también invocamos su presencia en situaciones de sufrimiento, dolor y guerra. En realidad, Dios está en todas partes.

También creemos profundamente que Dios vive en nuestros templos. Pero debemos saber que Dios es superior a nuestros templos.

El templo de Jerusalén construido por el rey Salomón era extremadamente hermoso y enorme en sus dimensiones (hoy permanece el llamado Muro de las Lamentaciones), y sin embargo el propio Salomón se dirigió a Dios en oración con estas palabras:

¿Pero realmente habitará Dios en la tierra? Porque el cielo y las alturas de los cielos no pueden contenerlo y mucho menos este templo que yo he construido” (1 Reyes 8:27).

Desde pequeños hemos creído que Dios vive en nuestros corazones. Esta verdad fue expresada excepcionalmente por S. Agustín, que escribió en las Confesiones:

Dios está más cerca de mí que yo de mí mismo».

Al mismo tiempo se preguntaba:

¿Hay algún lugar en mí donde mi Dios pueda venir? ¡El que creó el cielo y la tierra! ¿Hay algo en mí, Dios mío, que pueda abarcarte? ¿Te abarcan todos los cielos y la tierra que Tú creaste y en los cuales me creaste? ¿O tal vez porque sin ti nada existiría, todo lo que existe te contiene? Quizás esto también se aplique a mí cuando te pido que vengas a mí…»

Lo más importante es la conciencia constante de que vivimos bajo la mirada de Dios, como enseña el apóstol san Pablo:

Porque en realidad Él no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos…” (Hechos 17:27-28).

Por P. Mariusz Frukacz,

Niedziela Ogólnopolska.

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