El Domingo de Ramos, los fieles católicos comienzan la Semana Santa. La liturgia celebrada en este día conmemora la entrada solemne de Jesús en Jerusalén.
La liturgia del Domingo de Ramos conmemora la entrada solemne de Jesús en Jerusalén cinco días antes de su crucifixión. Según refieren los evangelistas, la multitud reunida en aquel momento echó mantos, ramas de olivo y de palma al camino, gritando: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!».
La liturgia de este día se desarrolla en dos momentos: una alegre procesión con palmas y la lectura –como Evangelio– de la Pasión del Señor, normalmente dividida en roles, según uno de los tres evangelistas: Mateo, Marcos o Lucas (la Pasión del Señor según San Juan se lee durante la liturgia del Viernes Santo). De este modo la Iglesia subraya que el triunfo de Cristo y su Sacrificio están inextricablemente unidos.
El Domingo de Ramos los ornamentos litúrgicos deberán ser de color rojo. Sin embargo, la celebración tiene un significado alegre, porque inicia una serie de acontecimientos mediante los cuales se realizó la salvación del mundo. Los misterios cristianos de la fe se compenetran entre sí: la gloria y la alegría forman un todo inseparable con el sufrimiento; En la pasión se anuncia la resurrección y la salvación.
Participar en la liturgia del Domingo de Ramos significa consentir la cruz, el sufrimiento con Cristo y este estilo particular de vida. En algunas parroquias, los asistentes litúrgicos salen al exterior de la iglesia y luego van en procesión hasta las puertas cerradas del templo, donde el sacerdote golpea entonces la cruz tres veces, mostrando simbólicamente que la cruz abre el camino al cielo.
Durante este rito se canta la antífona: «Alzad, oh puertas, vuestras cabezas; alzaos, oh puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria». Inmediatamente al entrar en la iglesia, se lee el Evangelio de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y luego el sacerdote bendice las palmas. Posteriormente se queman y las cenizas se esparcen sobre las cabezas de los fieles el Miércoles de Ceniza del año siguiente.
Los inicios de la celebración de la liturgia del Domingo de Pascua se encuentran en Jerusalén en el siglo IV. En aquella época se intentaba recrear con la mayor fidelidad posible escenas de la vida de Jesús. Con el paso de los años, las procesiones se fueron haciendo más dramáticas: en Egipto, la cruz era llevada a la cabeza, en Jerusalén, el obispo, representando a Cristo, entraba en la ciudad montado en un burro.
En Polonia, por ejemplo, el Domingo de Ramos también se llama Domingo de las Flores porque suele caer en el momento en que aparecen las primeras flores. El Domingo de Ramos, después de la misa mayor, se representaban representaciones de la Pasión en las iglesias. En tiempos del rey Segismundo III existían asociaciones de actores aficionados que, en los papeles de Cristo, Caifás, Pilatos, Judas, etc., recorrían ciudades y pueblos representando el misterio de la Pasión del Señor.

La costumbre de bendecir las palmas apareció en la Iglesia en el siglo XI. En Polonia, las palmeras se sustituyen a menudo por ramas de sauce con amentos. Después de ser bendecidos, se les colocan cruces e imágenes para proteger el hogar de las desgracias y asegurar la bendición de Dios. También se plantaron palmeras en los campos para que Dios protegiera los cultivos y las cosechas del granizo, la sequía y la lluvia excesiva.
DOMINGO 13DE ABRIL DE 2025.
KAI.