Dios nos ama mientras somos pecadores, no porque seamos buenos o podamos devolverle algo, recuerda Francisco

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El Papa declaró hoy domingo que piensa mucho en Siria y Turquía y también en Ucrania devastada por la guerra. Pero añadio que también «pienso en otros pueblos y países que atraviesan muchas dificultades.»

Francisco pidió a todos caridad, humanidad y cercanía, especialmente hacia todos aquellos que sufren en las distintas partes del mundo.

Este VII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre en su alocución previa a la oración mariana del ángelus, nos recuerda que, “mientras nosotros intentamos quedarnos en lo ordinario de razonamientos utilitarios, Jesús nos pide abrirnos a lo extraordinario de un amor gratuito; mientras que nosotros tratamos siempre de igualar las cuentas, Cristo nos estimula a vivir el desequilibrio del amor”.

“El Señor nos propone salir de la lógica del provecho y no medir el amor en la balanza de los cálculos y de las conveniencias. Nos invita a no responder al mal con el mal, a osar en el bien, a arriesgar en el don, aunque recibamos poco o nada a cambio”, es esta la invitación del Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del ángelus, de este domingo, 19 de febrero de 2023.

¿Qué hacen de extraordinario?

Comentando las palabras que Jesús nos dirige en el Evangelio de este VII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre señaló que, estas palabras son exigentes y parecen paradójicas, ya que Él nos invita a poner la otra mejilla y amar incluso a los enemigos.

“Para nosotros es normal amar a los que nos aman y ser amigos de quien es nuestro amigo; sin embargo, Jesús nos provoca diciendo: si actúan de esta manera, «¿qué hacen de extraordinario?» (v. 47). ¿Qué hacen de extraordinario? Este es el punto sobre el que me gustaría atraer hoy su atención”.

Preferimos amar solamente a quien nos ama

El Papa Francisco explicando lo que significa “Extraordinario”, dijo que es aquello que va más allá de los límites de lo habitual, que supera las praxis habituales y los cálculos normales dictados por la prudencia.

“En general, nosotros en cambio tratamos de tener todo bastante en orden y bajo control, de forma que corresponda a nuestras expectativas: temiendo no recibir la reciprocidad o de exponernos demasiado y después quedar decepcionados, preferimos amar solamente a quien nos ama, hacer el bien solo a quien es bueno con nosotros, ser generosos solo con quien puede devolvernos el favor; y a quien nos trata mal respondemos con la misma moneda”.

El amor de Dios siempre es ‘extraordinario’

Pero el Señor nos advierte, señala el Santo Padre, que actuar de esta manera no es suficiente, esto no es cristiano. Si nos quedamos en lo ordinario, en el balance entre dar y recibir, las cosas no cambian.

“Si Dios tuviera que seguir esta lógica, ¡no tendríamos esperanza de salvación! Pero, por suerte para nosotros, el amor de Dios siempre es ‘extraordinario’, es decir, va más allá de los criterios habituales con los que nosotros humanos vivimos nuestras relaciones”.

Las palabras de Jesús nos desafían

En este sentido, el Papa Francisco indicó que, las palabras de Jesús nos desafían. Porque, mientras nosotros intentamos quedarnos en lo ordinario de razonamientos utilitarios, Él nos pide abrirnos a lo extraordinario de un amor gratuito; mientras que nosotros tratamos siempre de igualar las cuentas, Cristo nos estimula a vivir el desequilibrio del amor.

“No nos maravillemos de esto. Si Dios no se hubiera desequilibrado, nosotros nunca hubiéramos sido salvados: Jesús no hubiera venido a buscarnos mientras estábamos perdidos y alejados, no nos hubiera amado hasta el final, no hubiera abrazado la cruz por nosotros, que no merecíamos todo esto y no podíamos darle nada a cambio”.

El amor de Dios es un amor siempre en exceso

Y citando la Carta del apóstol Pablo a los Romanos, en el que dice que, “Dios demuestra su amor hacia nosotros en el hecho que, mientras éramos todavía pecadores, Cristo murió por nosotros”, el Pontífice señala el extraordinario amor de Dios.

“Así es, Dios nos ama mientras somos pecadores, no porque seamos buenos o capaces de devolverle algo. El amor de Dios es un amor siempre en exceso, siempre más allá de los cálculos, siempre desproporcionado. Hoy nos pide también a nosotros vivir de esta manera, porque solo así lo testimoniaremos de verdad”.

El Señor nos invita a no responder al mal con el mal

Finalmente, el Papa Francisco dijo que, hoy el Señor nos propone salir de la lógica del provecho y no medir el amor en la balanza de los cálculos y de las conveniencias. Nos invita a no responder al mal con el mal, a osar en el bien, a arriesgar en el don, aunque recibamos poco o nada a cambio.

“Porque es este amor que lentamente transforma los conflictos, acorta las distancias, supera las enemistades y sana las heridas del odio. Entonces podemos preguntarnos: yo, en mi vida, ¿sigo la lógica del provecho o la de la gratuidad? El amor extraordinario de Cristo no es fácil, pero es posible, es posible porque Él mismo nos ayuda donándonos el Espíritu Santo, su amor sin medida”.

Texto del discurso del Papa – El signo (…) indica sus palabras improvisados.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Las palabras que Jesús nos dirige en el Evangelio de este domingo son exigentes y parecen paradójicas: os invitamos a poner otra palabra y amar también a nuestros enemigos (cf. Mt 5, 38-48). Es normal que amemos a los que nos aman y seamos amigos de los que son nuestros amigos; sin embargo, Jesús nos provoca diciendo: si actúas de esta manera, «¿qué estás haciendo extraordinario?» (v. 47). 

¿Qué haces extraordinario? Este es el punto sobre el que me gustaría llamar vuestra atención hoy.» Extraordinario» es el que va más allá de los límites de lo habitual, el que va más allá de las prácticas habituales y de los cálculos normales dictados por la prudencia. 

En general, sin embargo, nos tratamos de tener todo lo suficiente en orden y bajo control, para que corresponda a nuestras expectativas (…): por temor a no ser recompensados ​​oa exponernos demasiado y luego ser decepcionados, preferimos amar solo a aquellos que nos aman, (…)sólo es bienvenido con aquellos que son buenos para nosotros, es generoso sólo con aquellos que pueden devolver el favor; ya los que nos tratan mal les respondemos con la misma moneda. (…)Pero el Señor nos advierte: ¡esto no basta! Si lo mantenemos ordinario, en equilibrio entre dar y recibir, las cosas no cambian. Si Dios siguiera esta lógica, ¡no tenemos esperanza de salvación! Pero, afortunadamente para nosotros, el amor de Dios es siempre “extraordinario”, se decide, va más allá de los criterios habituales con los que vivimos los humanos en nuestras relaciones.Las palabras de Jesús, entonces, nos interpelan. 

Mientras tratamos de permanecer en lo ordinario del racionale utilitarista, El nos pide que nos abramos a lo extraordinario del amor gratuito; mientras tratamos siempre de equilibrar nuestros corazones, Cristo nos estimula a experimentar con el desequilibrio del amor. (…) Esto no debería sorprendernos. Si Dios no se hubiera pasado de la raya, nunca nos hubiésemos salvado (…): Jesús no hubiera venido a buscarnos mientras estábamos perdidos y lejos, nos hubiera amado hasta el extremo, no abrazado la cruz por nosotros, que no merecíamos todo esto y no hubiera podido darle nada a cambio. 

Como escribe el apóstol Pablo, “casi nadie está dispuesto a morir por un justo; a veces alguien se atrevería a morir por una buena persona. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rm 5, 7-8). Aquí, Dios nos ama mientras somos pecadores, no porque seamos buenos o podamos devolverle algo. 

El amor de Dios es un amor siempre desmesurado, sempre desmesurado, sempre desproporcionado. Ahora también nosotros vivimos así, porque sólo así seremos verdaderamente testigos de ello.Hermanos y hermanas, el Señor nos propone abandonar la lógica del interés propio y no centrarse en el amor basado en cálculos y conveniencias. Los invitamos a no responder al mal con el mal, a atrevernos a hacer el bien, a arriesgarnos a dar, sin embargo recibimos poco o nada a cambio. Porque es este amor el que poco a poco transforma los conflictos, acorta las distancias, vence a los enemigos y cura las heridas del odio. Entonces podemos preguntarnos: en mi vida, ¿sigo la lógica del interés propio o la de la gratuidad? (…)El extraordinario amor de Cristo no es fácil, pero es posible, porque El mismo nos ayuda dándonos su Espíritu, su amor sin medida.

Roguemos a Nuestra Señora, que respondió «sí» a Dios sin cálculos, que le permitió ser maestra de su Gracia.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

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