Dios es amor

Éxodo 22,20-26 | Salmo17 | 1Tesalonicenses 1,5c-10 | Mateo 22,34-40

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Atribuimos a san Juan, el discípulo amado del SEÑOR, el evangelio, tres cartas y el Apocalipsis que cierra la revelación para los cristianos. La doctrina de san Juan posee rasgos propios. Los escritos del Apóstol nos disponen a contemplar el Misterio de DIOS de forma singular. Sin contradecir a los evangelios sinópticos -Mateo, Marcos y Lucas-, san Juan  recoge episodios y palabras de JESÚS que hablan su Divinidad sin dejar a un lado los rasgos propios del VERBO que se ha hecho carne –hombre- (Cf. Jn 1,14). A través de JESÚS, el HIJO de DIOS, aparece el rostro del PADRE y la Persona del ESPÍRITU SANTO, y la TRINIDAD se nos revela como el MISTERIO y la EXISTENCIA que da sentido a todo lo que somos capaces de concebir. DIOS es mucho más que el motor primero de Aristóteles, que puso en marcha este inmenso universo, del que el hombre es la principal criatura, con la que DIOS se relaciona de forma particular. DIOS es la EXISTENCIA en comunión de Personas, y se revela inequívocamente en el HIJO, JESUCRISTO. Por tanto, DIOS es comunión de AMOR, DIOS es AMOR (Cf. 1Jn 4,16), como nos dice san Juan, en su primera carta. DIOS es AMOR y la fuente del AMOR, de todo verdadero AMOR, de tal forma que el AMOR se convierte en el primer precepto dirigido al hombre. Dadas las deficiencias del hombre en el presente actual y en el momento en que empezó a recibir la Revelación, el primer precepto o Palabra se formula en sentido negativo: “no tendrás otros dioses fuera de MÍ” (Cf. Ex 20,3). La experiencia religiosa fundante del Pueblo elegido tiene un contenido liberador y de salvación: “YO SOY tu DIOS -YAHVHE- que te saqué del país de Egipto, de la casa de esclavitud” (Cf. Ex 20,2). Por pura Gracia, los hebreos esclavos y dispersos en medio de los egipcios se ven liberados de aquel yugo gracias a una Fuerza que no depende de ellos. En todo momento, Moisés va dando razón de los pasos que el SEÑOR está realizando en orden a su liberación, pero el Pueblo empieza a reconocerse como Pueblo elegido en el momento que se ve libre de las ataduras de los egipcios. La experiencia inmediata es de liberación y la razón de fondo de dicha liberación es el Amor que DIOS tiene por su Pueblo; pero esto último es un reconocimiento que cada israelita deberá hacer después de haber experimentado la liberación. El primer precepto o Palabra del Decálogo formulado en el Éxodo se realiza en modo negativo, estableciendo aquellas prohibiciones que obstaculizan la Gracia. Sigue la formulación de este precepto: “no tendrás otros dioses delante de MÍ” (v.3), porque como paso inicial no era poca cosa evitar el politeísmo. La inteligencia humana estaba profundamente contaminada, y había dado cabida a una multiplicidad de dioses falsos, porque nada tenían de benéficos y sólo acarrearon desgracias, porque su esencia es maligna. La propia concepción politeísta entraña división profunda en el plano espiritual, de donde tendría que venir el orden, la bondad y la belleza. La existencia de un solo DIOS es acorde con la inteligencia cabal de las cosas, o el sentido común. El establecimiento de distintos dioses es una fragmentación espiritual que convierte al hombre en una marioneta de ese mismo caos. El politeísmo es diabólico o fragmentador y se opone a la verdad de un único DIOS. Ninguna criatura puede dar razón de la identidad de DIOS, y de ahí la prohibición radical de cualquier imagen tomada de criatura alguna: “no te harás escultura, ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay en la tierra, ni de lo que hay en las aguas” (v.4). Los humanos tendemos a dar prioridad a lo que nos entra por los sentidos, y considerarlo como la auténtica realidad; sin embargo el fundamento de las cosas escapa a la percepción inmediata. DIOS quiere que nosotros transcendamos lo inmediato y consideremos otro nivel o plano de existencia que no se ve o percibe con los sentidos corporales. La inteligencia racional del hombre, que no se identifica con la dimensión física -cerebro-, en su integridad es la que concibe la Presencia de DIOS. A DIOS no se le puede confundir con criatura alguna. Una larga ascesis se le pide al Pueblo de DIOS para que prescinda de las imágenes sensibles representativas de DIOS: el CREADOR no es identificable con ninguna de sus criaturas. El ídolo o el falso dios exige adoración, así se presenta Satanás a JESÚS en el desierto:”todos los reinos de este mundo te daré, porque a mí me los han dado, si postrado ante mí, me adoras” (Cf. Mt 4,9-10). JESÚS le responde al tentador con las palabras de esta parte del Éxodo: ”no te postrarás ante criatura alguna ni le darás culto, porque YO, YAHVEH soy un DIOS celoso” (v.5). El ángel caído es el gran perturbador de la conciencia del hombre, y al mismo tiempo desea con gran ardor el ser adorado para frustración suya; y así es el gran promotor de todo culto idolátrico, y superstición. La adoración a YAHVEH tiene consecuencias positivas, y la idolatría atrae grandes males que se dejan sentir en los mismos descendientes: “hasta la tercera y cuarta generación” (v.5). Dada nuestra condición dañada por el pecado, DIOS está dispuesto a emplear su Misericordia y corrección hasta donde sea posible: “Soy un DIOS celoso que castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, pero tengo Misericordia por mil generaciones por todos los que me aman y guardan mis Mandamientos” (v.6). La idolatría genera odio a DIOS. El idólatra no soporta la presencia de DIOS y le cae mal la bondad y la virtud. El culto al único DIOS abre el corazón al Amor de DIOS y se siente atraído por todo lo que respira bondad, verdad o mansedumbre.

Nigromancia y adivinación

“Sed santos para MÍ, porque YO, YAHVEH, SOY SANTO. Y os he separado de entre los pueblos para que seáis míos. El hombre o la mujer en el que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin remedio, los lapidarán, caerá su sangre sobre ellos” (Cf. Lv 20,26-27). Directamente relacionado con los ídolos están los sacrificios humanos que los cananeos practicaban en honor de Moloc, las prácticas de los nigromantes y el resto de artes adivinatorias, que crean verdadera adicción en quien las practica y las consume o demanda. Toda “mancia” indica adivinación: la cartomancia supone la adivinación mediante las cartas; la quiromancia es la adivinación por las rayas de la mano, pero la nigromancia discurre por mundos más oscuros, al recurrir directamente al espiritismo, los sacrificios rituales o la lectura mediante las vísceras de algunos animales. El nigromante entra de modo directo y consciente con el mundo satánico como sucede con la santería o los ritos vudúes. Los resultados de estas prácticas no puede ser otro que un cúmulo de desgracias, pues se están abriendo puertas y ventanas a las fuerzas espirituales satánicas. Hace pocas décadas estas prácticas parecían reducidas a grupos o sectas, pero en la actualidad en cualquier lugar un grupo de personas establece una sesión de guija o espiritismo. Dentro de pocos días se celebrará Halloween y todos los establecimientos comerciales, colegios, centros de ocio y culturales, dependencias municipales y la en las calles, recogerán todos los elementos siniestros de unas jornadas en las que se va a jugar con la muerte o con los difuntos de manera frívola. Muchos cristianos y católicos de modo especial, dirán que esta manera de fiesta no presenta importancia alguna. El espectro del satanismo abarca desde las expresiones más inocentes como pueden ser los disfraces de unos niños en una fiesta cualquiera de un colegio, hasta el sacrificio o muerte de una persona en un ritual satánico -misa negra- a las tres de la madrugada del día uno de noviembre, en una montaña elegida a tal efecto. El nuevo año satánico comienza el uno de noviembre, después de haber celebrado el fin de año unas horas antes el treinta y uno de  octubre. Todo en el satanismo es inverso a la simbología cristiana: las cruces van en forma invertida, en vez de bendiciones se emplean blasfemias, y las tres de la madrugada es la hora satánica por excelencia por estar a doce horas de la muerte de JESÚS en la Cruz. Los días previos a estas fechas aumenta, según los datos de la policía, la desaparición de personas, especialmente de jóvenes y niños. El tratamientos de los muertos por parte del Cristianismo se ha mantenido siempre con la mirada puesta en la vida Eterna, de ahí que el ofrecer unas exequias correctas al difunto forme parte de los obras de misericordia que los vivos en este mundo habremos de practicar con nuestros fallecidos. Estas obligaciones no terminan con la incineración o la inhumación, sino que se prolongan en las oraciones continuadas por ellos, pues resulta factible que se vean necesitados de oraciones para su completa reintegración en las moradas celestiales. Nada de esto último contemplan los festejos de Halloween que desentierran a los difuntos para burlarse de la muerte. No es así como el hombre moderno puede vencer el temor a la muerte, que no pierde por mucho disfrace su carácter incierto y en muchos casos angustioso.

Amor al prójimo

Le preguntarán a JESÚS por el Primer Mandamiento, y responderá con la versión dada en el Deuteronomio (Cf. Dt 6,4-9). Al mismo tiempo, JESÚS incluirá el imperativo del Amor al prójimo como una consecuencia necesaria. Por encima del Amor a DIOS y al prójimo no existe precepto alguno. San Juan en su primera carta sigue impartiendo enseñanza sobre el Amor a DIOS y sus características. DIOS es la fuente del Amor verdadero que incluye al prójimo: “queridos, amémonos unos a otros, porque el Amor es de DIOS; y todo el que ama ha nacido de DIOS y conoce a DIOS. Quien no ama no conoce a DIOS, porque DIOS es AMOR” (Cf. 1Jn 4,7-8). Según san Juan el signo inequívoco que da autenticidad al creyente sobre su unión con DIOS es el Amor profesado, concreto y objetivo al hermano. San Juan es rotundo en su afirmación: “si alguno dice que ama a DIOS y aborrece a su hermano es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve no puede amar a DIOS a quien no ve” (Cf. 1Jn 4,20). Para amar a DIOS y al prójimo como lo está tratando san Juan en su carta es necesario que se produzca un cambio fundamental, que en un principio no depende de la acción humana. El cambio personal consiste en un nuevo nacimiento, y no proviene de la sangre ni de la carne (Cf. Jn 1,13). Dice san Juan: “todo el que cree que JESÚS es el CRISTO ha nacido de DIOS; y todo el que ama a AQUEL que da el ser, ama también al que ha nacido de ÉL” (Cf. 1Jn 5,1). La Fe es el punto de partida. La Fe en JESÚS el CRISTO realiza el nacimiento a una nueva condición. La Fe que acredita a JESÚS como el CRISTO nos incluye en la esfera de los hijos de DIOS amados por ÉL. Repite san Juan en esta carta la misma verdad que en el Prólogo de su evangelio: “a todos los que creen en su Nombre, les da poder de ser hijos de DIOS; que no son nacidos de carne, ni de sangre; sino de DIOS” (Cf. Jn 1,12-13). La grandeza de la Fe en JESÚS como el CRISTO debe ser bien valorada y movernos al agradecimiento más sincero, pues se realiza un rango nuevo en nuestra naturaleza: lo natural sirve de punto de apoyo a la manifestación de lo sobrenatural, que entraña una condición insospechada, pues aún así no se está manifestando lo que realmente somos (Cf. 1Jn 3,2). Pero la hondura de todas las transformaciones realizadas por el Amor se visibilizan en el cumplimiento de los preceptos divinos: “en esto conocemos que amamos a los hijos de DIOS, si amamos a DIOS y cumplimos sus mandamientos; pues en esto consiste el Amor a DIOS, en que guardemos sus Mandamientos” (Cf. 1Jn 5,3). También aquí se repite la doctrina contenida en el evangelio (Cf. Jn 14,21), de tal modo que el Amor a DIOS y a los hermanos no se puede diluir en un sentimiento ocasional, sino que se transforma en una gran fuerza que discurre por las vías de los distintos preceptos que emanan de la Sabiduría.

Aceptación de la voluntad de DIOS

La Historia del Pueblo elegido se mueve alrededor del Pacto o Alianza. Además de las Diez Palabras, se van añadiendo al Pacto leyes complementarias con prescripciones concretas, que parecen emanar de una jurisprudencia bastante elemental. Estas normas o leyes van componiendo el cuerpo legal que rige el derecho, y la moral con el asentimiento expreso del Pueblo: “haremos lo que el SEÑOR nos diga” (Cf. Ex 19,8; Dt 5,27; Jos 24,24). La Historia de la Salvación se parece a lo propuesto por JESÚS en la parábola de los dos hijos a los que el padre les da el encargo de trabajar en la viña (Cf. Mt 21,28-32). En realidad ninguno de ellos estuvo a la altura de las circunstancias, aunque uno recapacitó y fue a trabajar a la viña, mientras que el otro se quedó en la intención. El corazón del hombre sigue enfermo, y DIOS considera que nuestro estado es recuperable, por eso nos tiende la mano repetidamente. Por el profeta Jeremías, DIOS nos dice que piensa en escribir su Pacto en nuestros corazones (Cf. Jr 31,31-34); y a través del profeta Ezequiel DIOS piensa que es mejor cambiar el corazón y poner en el hombre un corazón nuevo (Cf. Ez 36,26). En cualquiera de los dos casos, DIOS tiene que intervenir de forma extraordinaria, porque la condición humana es muy frágil y vulnerable. Parece ser que nos cuesta perseverar en el bien y con facilidad nos influyen agentes externos e internos que nos alejan de DIOS. Las Diez Palabras del Decálogo dado por YAHVEH a Moisés en el Sinaí todavía encuentran un fundamento más simple en lo hondo de la conciencia: haz el bien y evita el mal. La enfermedad moral y espiritual es grande, pero DIOS considera que los hombres somos recuperables mediante la Gracia, y ha llevado a cabo esta empresa de Salvación para todos los hombres. Las atrocidades de las guerras parecen desmentir lo anterior, pero el mal tiene límites, aunque de momento deje un gran reguero de dolor y sufrimiento. Desde el Sinaí, YAHVEH abrió una nueva etapa en el crecimiento moral y espiritual de la humanidad, tomando como grupo inicial al Pueblo de Israel. El conjunto de leyes dadas al Pueblo elegido pretendían mejorar el discernimiento personal entre el bien y el mal, al tiempo que se preparaba el camino a la aparición del MESÍAS, que traería la plena revelación de la ética y de la espiritualidad: “no he venido a abolir la Ley y los Profetas, sino a darles pleno cumplimiento” (Cf. Mt 5,17); porque no estaba la perfección de la Ley en añadir normas menores a los principios morales, sino en mostrar el núcleo mismo en el que se engarzan cada uno de los principios fundamentales del comportamiento debido a DIOS y a los hermanos.

Cambiar la formulación

Tenemos que leer el Antiguo Testamento con la mirada del Nuevo Testamento, en el que está vigente la acción de la Gracia. Lo que en el Decálogo se formula como “no matarás” o “no robarás”, tiene una lectura en sentido positivo cuando giramos ciento ochenta grados: “no hagas” al “hágase”. En un primer momento, el control y la conciencia moral de los propios actos pueden exigir una drástica censura, que nos lleva a la “no acción” cuando esta podría resultar perjudicial. Pero no basta con dejar de contribuir a las agresiones contra la vida de los semejantes, y tendremos que participar activamente en las acciones y propuestas que favorezcan la protección y desarrollo de la vida humana en todas sus manifestaciones. Cuando entramos en la corriente del “hágase” nos encontramos cooperando con la creatividad, que DIOS pide a cada uno según sus talentos. No se trata de no hablar mal de las personas, sino de aportar perspectivas de bondad y virtud que enriquecen ciertamente a la comunidad. Las palabras buenas y cargadas de sinceridad y caridad son verdaderamente creadoras de una imagen impagable. El “hágase” de una palabra, un juicio u opinión sobre alguien puede sacarla del ostracismo y hacerla relevante para el grupo de referencia, la familia o la comunidad. Hay poder en las palabras y en los juicios que emitimos. Existe un poder constructivo y una capacidad destructora. El amor y el odio en dosis diferentes se trasvasan a través de nuestras palabras, y nos hacen constructores o demoledores de lo que algunas personas pueden llegar a ser. Hay situaciones complejas, que exigen planteamientos también complejos, y tendremos que contentarnos con aproximarnos a la situación, sin encontrar solución alguna.

Trato al forastero

“No maltratarás al forastero, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto“(Cf. Ex 22,20). No sólo la norma dada en este Código de la Alianza, que amplía las Diez Palabras, declara no tratar mal al forastero, sino que se trata de crear las condiciones para su integración dentro del grupo que lo recibe. Los israelitas fueron forasteros en Egipto y en un principio estuvieron bien tratados, hasta que llegó un faraón que no había conocido a José, y pensó en controlar y reducir la población de los hebreos. Este mandato, sin embargo pasa por alto la etapa de la esclavitud de la que también se debe sacar la lección pertinente. El forastero puede ser un inmigrante, un transeúnte o una persona que piensa quedarse sólo un tiempo. Las condiciones propias del grupo de acogida deberán ser tenidas en cuenta con respecto a las personas que llegan. Hoy a los países occidentales se nos pide una apertura total hacia la inmigración, dando por hecho que los recursos propios son ilimitados, y la realidad no es esa. La falta de una buena planificación en la acogida al extranjero puede originar daños muy graves como está sucediendo en diversos países de nuestro entorno. Los traficantes de vidas humanas cuentan con la negligencia de los que tienen las riendas de la planificación social de los países occidentales. No es igual el caso individual del que se encuentra desasistido al llegar a un nuevo lugar, que la llegada indiscriminada de oleadas de inmigrantes utilizados como verdaderos caballos de Troya y armas políticas.

La viuda y el huérfano

“No vejarás a la viuda y al huérfano; pues si claman a MÍ no dejaré de oír su clamor” (v.21-22). En otros tiempos, el huérfano y la viuda eran ejemplos de máxima pobreza, y personas susceptibles de explotación, maltrato y desprecio. La iniciativa de ayudar a estas personas debe traspasar el ámbito individual: es el grupo social, que disponiendo de recursos aportados por los distintos miembros de la comunidad, sale al paso de las necesidades de los más desfavorecidos. La dignidad de cada uno de los miembros del Pueblo elegido exige que sea tratado como tal, aunque las circunstancias hayan sido adversas y se vea en la indigencia. Recordamos la preocupación de las primeras comunidades cristianas por la atención de las viudas, o personas pobres, que hizo surgir el orden de los diáconos para servir a las mesas (Cf. Hch 6,1-4). La Caridad activa ha de anticiparse a la oración extrema del necesitado que clama al Cielo.

La Divina Justicia

“Si claman a MÍ no dejaré de oír. Se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres  quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos” (v.22-23). Recordamos la máxima de JESÚS: “con la vara que midas, serás medido” (Cf. Lc 6,38). Si pudiendo remediar la gran calamidad no se hace, esa misma desgracia caerá sobre el que la habría podido evitar y no quiso hacerlo. Lo aquí expuesto parece demasiado simple, y de cierta manera lo es, pues las consecuencias de nuestros actos no aparecen de inmediato, habitualmente. Pero la Palabra de DIOS nos avisa de las consecuencias de las acciones personales y sociales. El asunto de la retribución se mantiene en la discusión y el misterio a lo largo de los libros de la Biblia.¿Por qué sufre el justo o el inocente? A veces parece que al malvado todo le va bien, ¿es esa la realidad de fondo? Al que forma parte del Pueblo elegido se le avisa que la “Ira Divina” se puede desatar particularmente o contra el Pueblo mismo, los hombres morirán a espada y se multiplicarán los huérfanos y las viudas en medio del Pueblo. La “ira Divina” es un modo de reflejar la proximidad de YAHVEH que está atento a la dirección que tomamos sus hijos. DIOS no está ausente y distante y se duele o alegra de nuestras acciones.

Los préstamos

“Si prestas dinero a uno de mi Pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él usurero, no le exigirás interés” (v.24). Esta norma disponía que el judío sólo podía cobrar intereses al extranjero o forastero. Los intereses en otros tiempos eran extremadamente elevados y los pobres que solicitaban un préstamo sabían que se arriesgaban a perder lo poco que tenían. Esta medida pasó a las disposiciones dadas en la Iglesia Católica, y aún se mantiene; pero la concepción del dinero ha cambiado, y se considera como una mercancía entre otras sujeta a las fluctuaciones del mercado. Las economías domésticas funcionan en muchas ocasiones apoyadas en préstamos con los que se puede pagar la propia vivienda o diversos bienes necesarios. La moralidad de esta norma en nuestros tiempos no se discute en sentido alguno, pues pertenece al campo de lo establecido en el mercado. En nuestras sociedades no pedimos préstamos a personas particulares, sino a entidades que compiten entre sí, ofreciendo distintos tipos de interés.

Protección del indigente

“Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque es el vestido de su cuerpo y con él se abriga, ¿sobre qué va a dormir si no?, Clamará a MÍ y YO lo oiré, porque soy compasivo” (v.25-26) El frío de la noche podía terminar con la vida del necesitado, y su manto le ofrecía la mínima protección para sobrevivir. Si alguien retenía el manto del pobre llegada la noche ponía en riesgo su vida, y la vida es de DIOS, por lo que ÉL tomará como propia la causa del pobre. De nuevo se da una llamada de atención a una acción positiva que evite situaciones extremas de ese tipo. Estas normas que se recogen en un compendio de leyes dadas en el desierto, en realidad encontraron vigencia cuando el Pueblo se estableció en la Tierra Prometida. JESÚS dirá: “pobres los tendréis siempre con vosotros” (Cf. Jn 12,8); y hasta ahora así ha sido. La Caridad activa manifestada de distintas formas nos lleva a la adopción de iniciativas sociales que resuelvan las necesidades básicas de las personas que han perdido la mayor parte de los apoyos. Estas y otras normas dispuestas en los libros sagrados son formas a través de las que DIOS y el prójimo nos interpelan a cada uno en particular. La cultura actual desbanca a DIOS de todo tipo de relación y obligación, sin embargo la Biblia insiste en presentar a DIOS planteando normas de convivencia humana, sintiéndose afectado o receptivo a nuestras respuestas particulares. A DIOS le agrada o desagrada nuestra conducta; ofrece su bendición y prosperidad para unos, al tiempo que puede corregir con severidad a otros; y “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes” (Cf. Lc 1,52). DIOS no está ausente ni se muestra indiferente hacia los que somos sus hijos y espera una respuesta sellada con la piedad filial.

JESÚS hizo Nueva la Ley

JESÚS nos deja una reinterpretación de la Ley en el Sermón de la Montaña, que se inicia con las bienaventuranzas. Las nuevas disposiciones dejan abolida la Ley del Talión y la venganza, queda abolido el juramento y el divorcio y aparece el perdón a los enemigos como la llave de la oración: el PADRE nos escucha si perdonamos de corazón al hermano. JESÚS mantiene la formulación del Primer Mandamiento según la versión del libro del Deuteronomio (Cf. Dt 6,4-9), pero se establece un modo totalmente nuevo de relación con el PADRE, para el que es preciso contar con la presencia del ESPÍRITU SANTO: “el ESPÍRITU SANTO se une a nuestro espíritu para confirmarnos como hijos de DIOS que claman ¡ABBA!” (Cf. Rm 8,15). Los fariseos y saduceos que se acercan a JESÚS con el ánimo de tentarlo con trampas y cogerlo en alguna palabra suya que pueda ser inculpatoria, no se dan cuenta de las profundas modificaciones que JESÚS está operando en la moral y la religiosidad judía. Aquellos garantes de las tradiciones antiguas no perciben el alto grado de revelación que JESÚS está dando a los contenidos antiguos. DIOS está hablando en JESÚS con una Palabra llena de plenitud y santidad. No es superable el amor al enemigo (Cf. Lc 6,27), ni el Amor a DIOS en nuestros corazones ungidos por el ESPÍRITU SANTO.

Ponen a prueba a JESÚS

“Los fariseos se enteraron que JESÚS había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerlo a prueba, MAESTRO, ¿cuál es el Mandamiento mayor de la Ley?” (Cf. Mt 22,34-36). El relator del evangelio de san Mateo nos va informando que los perseguidores de JESÚS alternan sus tiempos de acoso: ahora les toca a los fariseos, pues los saduceos no habían tenido éxito. JESÚS no tiene necesidad de entrar en ningún reto para quedar vencedor de todos ellos, pero no esquiva los desafíos, y afronta el testimonio por la verdad de forma dolida y paciente, pues no deja de ver las torcidas intenciones que mueven a sus interrogadores. Aquellos fariseos y saduceos van tomando nota y levantando acta de lo que JESÚS dice y lo que ellos inventan y aparecerá en el sumario de la parodia de juicio ante los sumos sacerdotes, el Sanedrín y el poder político encabezado por Pilato y el títere Herodes Antipas. Los fariseos presentan un porte de honorables piadosos que viven una perfecta ortodoxia, conocen las Escrituras y a diferencia de los saduceos, creen en los Ángeles, en la pervivencia de las almas de los que mueren y en la resurrección de los muertos en el Último Día. Parecen piadosos, pero JESÚS les va a radiografiar en el próximo capítulo y su interior va a resultar bastante estropeado. Pero ahora preguntan a JESÚS por lo importante: cuál es el Mandamiento primero o principal.

DIOS en  primer término

“Amarás al SEÑOR tu DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente” (v.37-38). Los tres elementos que JESÚS menciona pertenecientes al hombre son de carácter subjetivo: corazón, alma y mente, con los que no se trata de completar una estructura antropológica, pero nos ofrece la visión que JESÚS tiene del ser humano al que va a redimir. En otro lugar, JESÚS dirá:”¿De qué vale al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? (Cf. Lc 9,25). El principio espiritual del hombre pervive más allá de la muerte y se orientará en la otra vida según hayan sido las inclinaciones y preferencias de esta vida. Poner el corazón, el alma y la inteligencia en DIOS, garantiza una eternidad con DIOS; de ahí que lo prioritario deba ser DIOS, pues esta vida es del todo pasajera. La relación con DIOS es el fundamento y entraña la disposición de las capacidades propias para llevarla a cabo. DIOS no es visto para el hombre religioso como el “motor primero” de los filósofos griegos, que pone en marcha esta creación. DIOS es alguien con el que el creyente se ha de entender, porque DIOS es el SEÑOR Misericordioso y Compasivo, rico en piedad, que perdona todas nuestras culpas y cura todas nuestras enfermedades (Cf. Slm 103,8-12). DIOS es amable: es digno de ser amado y nos ofrece muestras permanentes por las que es favorable a la causa del hombre. “DIOS hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia a justos e injustos” (Cf. Mt 5,45). Por encima de todas estas consideraciones, JESÚS nos revela que DIOS es PADRE: ÉL es nuestro PADRE, y de forma especial nos dejó la manera adecuada de dirigirnos a ÉL en el Padrenuestro (Cf. Mt 6,9-13). DIOS nos ha dotado de un alma espiritual con unas capacidades inteligentes y una voluntad y sentimientos, sobre los que tenemos un cierto dominio o control perfeccionable por la acción del ESPÍRITU SANTO. Pero cada una de nuestras potencias o capacidades debemos orientarlas hacia DIOS para que trabajen en armonía dentro del conjunto de nuestra persona. La orientación hacia DIOS no nos priva o excluye de la relación con los hermanos que nos rodean. La verificación del Amor a DIOS la obtendremos de la Caridad activa hacia los hermanos. A DIOS directamente no podemos darle hospitalidad o asistirlo en necesidad alguna; tampoco podemos protegerlo o recompensarlo por los beneficios que nos otorga; y todo eso cabe probar que estamos dispuestos a realizarlo si lo hacemos al prójimo.

El Segundo Mandamiento

“El segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v.39). DIOS vive en el corazón de cada uno de sus hijos, que estamos llamado a reconocer su ROSTRO en la otra vida, “porque nadie puede ver el ROSTRO de DIOS sin morir” (Cf. Ex 33,20). Faltaba en el Primer Mandamiento la acción concreta, que diese razón del Amor a DIOS, al que se debe buscar con todas las fuerzas disponibles. La acción amorosa concreta DIOS quiere que vaya dirigida hacia el hermano, que debiera sentir en algún grado el Amor de predilección que ÉL mismo siente por cada uno de sus hijos. Nos sentiríamos mejor si nos consideráramos instrumentos o administradores de buenas maneras, atención o deferencia hacia los semejantes, pues si somos oportunos en manifestar cordialidad hacia los semejantes también es obra de la acción providencial de DIOS. Puede ser que pasen días sin realizar una acción notable a favor de alguien, pero es fácil que tengamos la oportunidad de tener formas habituales que refuercen la estima propia a muchas personas con las que nos encontramos: “valorad a los otros más que a vosotros mismos” (Cf. Flp 2,3 ). En el desglose que san Pablo hace de la Caridad aparece: “la Caridad es paciente, servicial, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe, es decorosa, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad…” (Cf. 1Cor 13,4-7). Si analizamos una por una estas formas de comportamiento observamos que se amoldan perfectamente a la vida cotidiana de todos nosotros, que tenemos la oportunidad diaria y con todos los que nos encontramos de poner en movimiento alguna de estas prescripciones. La heroicidad de la Caridad se ha vuelto sencillez cotidiana de comportamiento. Por otra parte observaremos que cuesta un poco alegrarse con el éxito de los vecinos, o ejercer paciencia con el que se muestra un tanto pesado y nos repite la misma batalla de siempre. Eso de no tomar en cuenta el mal es un gran logro, pues nos gusta incrementar la lista de agravios y presentarnos como víctimas de la humanidad malvada. La jactancia es más habitual de lo que pensamos: nos cuentan algo y procuramos buscar un argumento o episodio que sobresalga por encima de lo que me ha contado el compañero. Muchas cosas hay que pulir cuando las vemos en el espejo de la Caridad, y reconocemos de inmediato, que sólo la Gracia de DIOS nos lo puede conseguir.

Se entiende

“De estos dos mandamientos, penden toda la Ley y los Profetas” (v.40) JESÚS improvisa para aquellos fariseos una síntesis propia de un catecismo: toda la Ley y el resto de escritos de la Biblia se pueden sintetizar en los dos mandamientos señalados. Un programa de vida o un camino de santidad, resumido en tres o cuatro líneas. Sólo el MAESTRO podía pronunciar de forma solemne un resumen doctrinal de tales características.

San Pablo, primera carta a los Tesalonicenses 1,5c-10

Dos cuestiones preocupan a san Pablo en esta carta: la eficacia de la evangelización y su resultado en la Fe de los tesalonicenses. El Apóstol quiere saber de los pasos que van dando y la fortaleza necesaria para afrontar las dificultades que entre ellos, como en otras partes, se dan para vivir en la Esperanza cristiana. San Pablo no deja de exhortar a la santidad de costumbres, evitando los comportamientos que podrían arruinar la Fe. El cristiano debe permanecer en vela a la espera del SEÑOR (Cf. 1Tes 5,10). Terminado la carta, san Pablo deja una máxima propia de alguien que transmite una revelación: “que el DIOS de la Paz os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserven sin mancha hasta la venida de nuestro SEÑOR, JESUCRISTO” (Cf. 1Tes 5,23).

Seguidores

“Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros en atención a vosotros. Por vuestra parte os hicisteis imitadores nuestros y del SEÑOR, abrazando la Palabra del SEÑOR en medio de muchas tribulaciones” (v.5c-6). En las instrucciones que da JESÚS a los discípulos enviados a evangelizar, de forma especial recogidas por san Mateo, no se omiten las dificultades con las que los evangelizadores se van a encontrar por razón misma del Mensaje. Tampoco fue Tesalónica una excepción, pues uno de los frentes de oposición estuvo entre los judíos, a los que san Pablo destinaba sus predicaciones en primer lugar. Las tensiones creadas resultaron al final un aliciente para la Fe, pero no se puede pasar por alto la dificultad inicial. En orden a la Cruz es la manifestación del ESPÍRITU SANTO, pero en este versículo se resalta el carácter ejemplificador del misionero que predica el Mensaje. El ejemplo es válido en cuanto testigo de la Fe de la que se es portador. El evangelizador sigue al SEÑOR y por eso su testimonio es válido y actúa como un signo visible de la Palabra que anuncia.

Modelos de creyentes

”De esta manera os habéis convertido en un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya” (v.7). La Fe se iba extendiendo por la zona oriental del continente, partiendo de comunidades con pocos recursos materiales, pero manifestando una gran fuerza espiritual, que el Apóstol reconoce: toda Macedonia y Acaya tienen noticia de la implantación del Cristianismo en sus comunidades. Se resistió la capital, Atenas, que no dio muestras de abrir sus puertas al “DIOS desconocido” (Cf. Hch 17,23), que san Pablo se esforzó en presentar. Allí se acogió a la Fe Dionisio el Aeropagita junto con algunos otros (Cf. Hch 17,34). La expansión del Evangelio en Tesalónica y Filipos es digna de tener en cuenta para establecer de forma correcta las estrategias evangelizadoras, si se quiere disponer prioritariamente de la presencia del ESPÍRITU SANTO en la misión.

Catecúmenos

“Partiendo de vosotros ha resonado la Palabra del SEÑOR, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes, de modo que nada nos queda por decir” (v.8). Los de Tesalónica se convirtieron en los prototipos de catequistas, aquellos que hacen resonar la Palabra de DIOS en los corazones de los creyentes, y no sólo en toda Grecia, sino por todas partes el testimonio de los creyentes se estaba haciendo eco y llegaba el resultado de la evangelización a los lugares menos previstos. Sabemos por las cartas a los de Corinto, que también en esas comunidades se hizo notar la presencia de los hermanos venidos de Filipos y Tesalónica, de modo que el testimonio de Fe se traducía en ayuda personal al Apóstol (Cf. 2Cor 11,8-9).

Abandono de la idolatría

“Ellos mismos cuentan de nosotros cómo fue nuestra entrada a vosotros, y cómo abandonasteis los ídolos para servir a DIOS” (v.9). El ídolo lleva implícito el culto a Satanás y su adhesión es esclavizante. La lista de males espirituales y físicos de la idolatría es amplia, y sólo el Poder y manifestación del ESPÍRITU SANTO puede operar una transformación suficiente para iniciar una vida cristiana. Fue necesario en Tesalónica (v.5) como en otros muchos lugares un Poder extraordinario para arrancar a las personas de los cultos idolátricos destructivos. Los de Tesalónica vivían una vida en libertad sirviendo al SEÑOR que los había liberado, pues “para vivir en libertad nos ha liberado CRISTO” (Cf. Gal 5,1).

La Esperanza está en CRISTO

“Esperando a JESÚS que ha de venir de los Cielos, a quien resucitó de entre los muertos y nos rescató de la Cólera venidera” (v.10). No se puede entender la Fe en JESUCRISTO sin la Esperanza en la Segunda Venida, que tiene dos momentos: la venida particular operante en el momento de nuestra muerte, y la Segunda Venida para todos los hombres al final de la historia. El cosmos material tendrá un final, que no tiene que coincidir con el final de la humanidad en este planeta. La Segunda Venida del SEÑOR finaliza la historia de los hombres redimidos y concluye la expansión de un Universo que tiene fecha de caducidad. Estas cuestiones no dejan de mantener argumentos para el debate, que siguen estando en gran medida en la zona misteriosa o enigmática de las cosas. En cualquier caso, nada impide la Esperanza cristiana que abre para nosotros unos Cielos Nuevos y una Tierra Nueva.

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