Me veo en la necesidad de escribir esta crónica ante la inquietud que en diversos lugares del mundo han expresado de saber con claridad qué es lo que está sucediendo en Costa Rica tras la promulgación del motu proprio Traditionis Custodes.
El 7 de julio de 2007, el Papa Benedicto XVI publicó su carta apostólica en forma motu proprio Summorum Pontificum. Con este documento, el Papa establecía que era lícito celebrar los sacramentos con los libros litúrgicos anteriores a la reforma litúrgica postconciliar. De esta manera, en el Rito Romano había una forma ordinaria y una forma extraordinaria, y ningún sacerdote necesitaba permiso alguno para celebrar la Santa Misa con el misal de 1962, editado por San Juan XXIII. Además, los fieles que lo solicitaran debían ser admitidos a tales celebraciones.
Unos años después, el 30 de abril de 2011, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicaba la instrucción Universae Ecclesiae. En ella se hacían algunas aclaraciones sobre el sacerdote idóneo y el grupo de fieles. Entre otras cosas, se aclaraba que el grupo que solicitaba la Misa en forma extraordinaria podía crearse tras la publicación de Summorum Pontificum y podía estar conformado por fieles de varias parroquias o diócesis. Para esas mismas fechas, en Costa Rica algunos fieles se habían unido con el objetivo de poder celebrar los sacramentos en su forma extraordinaria en el país. Algunos habían conversado con el Padre Sixto Varela Santamaría, que había sido enviado por el entonces obispo de Alajuela, monseñor Ángel San Casimiro a estudiar comunicación en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma. El Padre manifestó su apertura para que, en algún momento, en su parroquia en Costa Rica pudieran realizarse estas celebraciones. Otros fieles se habían puesto en contacto en el entonces arzobispo de San José, monseñor Hugo Barrantes Ureña, para poder tener la Misa Tradicional en latín en la arquidiócesis.
En 2012, el grupo de fieles se da cuenta que, en la arquidiócesis de San José, Summorum Pontificum estaba siendo interpretado como Ecclesia Dei –o aún más restrictivo. En julio de ese año, estando ya de regreso en Costa Rica el Padre Sixto, algunos fieles le solicitaron que se celebrase en su parroquia una Misa Tridentina con un sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro. El 25 de julio de 2012, en la parroquia San Joaquín de Flores en la diócesis de Alajuela, se celebró por primera vez desde 1970 una Misa con el misal de 1962 en Costa Rica de manera pública. No obstante, en el grupo de fieles hubo una escisión: algunos, cansados de que en la arquidiócesis de San José se pusieran restricciones a Summorum Pontificum, se pusieron en contacto con la Fraternidad Sacerdotal San Pío X; otros, por el contrario, quisieron mantenerse en comunión plena y visible con la Iglesia, por lo que bajo el cuidado pastoral del Padre Sixto Varela, y con el conocimiento de monseñor Ángel San Casimiro, prefirieron esperar a contar con sacerdotes idóneos para tener la Misa en forma extraordinaria.
El Padre Sixto era un hombre de la entera confianza del obispo de Alajuela. No sólo se desempeñaba como párroco en San Joaquín de Flores y vicario episcopal de comunicación, sino que fue nombrado canciller de la diócesis. En aquellos años era común ver al Padre Sixto en los principales medios de comunicación del país, exponiendo con claridad la doctrina de la Iglesia en medio de importantes debates en televisión nacional.
En 2015, comenzó a asistir al país el sacerdote religioso Agustín Pelayo Corona, C.Ss.S, quien desde Nicaragua acudía con cierta frecuencia hasta San Joaquín de Flores para la celebración de la Misa en la forma extraordinaria. Gracias a la mayor frecuencia de estas celebraciones, el grupo de fieles comenzó a crecer y establecerse de manera más sólida. En el año 2016, el grupo de fieles contactó al Instituto del Buen Pastor, quienes desde Colombia enviaban mensualmente un sacerdote para la celebración de los sacramentos. También el Padre Daniel Heenan, de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, viajó hasta Costa Rica en dos ocasiones para la celebración de la Misa Tradicional. Durante este tiempo, las misas en la forma extraordinaria se llevaron a cabo sin ningún inconveniente con la jerarquía católica; además, con la ayuda del Padre Grégory Lutz-Wiest, del Instituto del Buen Pastor, el grupo de fieles constituyó la Asociación Summorum Pontificum Costa Rica.
El 1 de marzo de 2018, el Papa Francisco aceptó la renuncia de monseñor Ángel San Casimiro al gobierno pastoral de la diócesis de Alajuela por motivos de edad, conforme lo establece el Derecho Canónico, nombrando nuevo obispo al sacerdote amigoniano Bartolomé Buigues Oller. Siguiendo el espíritu de comunión que ha caracterizado a la Asociación Summorum Pontificum Costa Rica, los fieles se presentaron ante el nuevo obispo y expresaron sus deseos de continuar con la celebración de la Misa en la forma extraordinaria. A finales de ese mismo año, el obispo tomó la decisión de trasladar de parroquia al Padre Sixto. La celebración de la Santa Misa Tradicional también fue trasladada a la nueva sede: la Parroquia Patriarca San José, en Alajuela.
Con la ayuda de los sacerdotes del Instituto del Buen Pastor, el Padre Sixto aprendió el usus antiquor, celebrando su primera Misa en la forma extraordinaria en la Misa Rorate Caeli del 13 de diciembre de 2019. De ahí en adelante, y a pesar de la pandemia por el COVID – 19, el tener en el país un sacerdote diocesano que en plena comunión celebrara la Misa Tradicional, hizo que el apostolado creciera con más fuerza que nunca. Pasó de celebrarse algunas misas al mes, a tener 3 misas por semana, con una asistencia de aproximadamente 250 fieles. Se celebraron bautizos, matrimonios, misas de réquiem, se rescataron costumbres tradicionales y sacramentales. De este grupo de fieles han surgido varias vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa: al menos dos seminaristas diocesanos, dos jóvenes están haciendo procesos vocacionales con los Redentoristas, uno con los Agustinos Recoletos, uno con el Instituto del Buen Pastor, tres con la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, un novicio en la congregación de los Legionarios de Cristo y una novicia en las Esclavas Reparadoras de la Sagrada Familia en Colombia.
El 16 de julio de 2021, el Santo Padre publicó el motu proprio Traditionis Custodes. El documento, establece que cada obispo regula la celebración de la Misa con los textos anteriores a la reforma litúrgica de 1970. Establece, además, que debe comprobarse que el grupo de fieles esté en plena comunión con la Iglesia. Como el grupo y el sacerdote reúnen las condiciones, tanto el Padre Sixto como la Asociación Summorum Pontificum Costa Rica se pusieron en contacto con el obispo y solicitaron los permisos necesarios. No obstante, la Conferencia Episcopal de Costa Rica emitió un comunicado diciendo que no existía en el país ningún grupo que estuviera adherido a la tradición litúrgica precedente, y que, por lo tanto, no se podía celebrar en el país la Misa Tradicional. Este comunicado fue insólito, pues no es competencia de la conferencia de obispos legislar sobre tema. Se insinuaba, además, una censura al uso de ornamentos y elementos tradicionales que nunca han sido eliminados en el rito romano. Parece ser que, tras ese documento, estaba el secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Liturgia, doctorado en Francia, de una escuela litúrgica en férrea oposición a la hermenéutica de la continuidad propuesta por Benedicto XVI.
Como no podía tenerse la celebración de la Misa con el misal de 1962, el Padre Sixto, animado por los fieles y para asegurar el acompañamiento y acercamiento a la litúrgica reformada en 1970, continuó celebrando la Misa «nueva» en latín. Los fieles le regalaron la Editio typica tertia emmendata del Missale Romanum del año 2008, publicada por la Librería Vaticana.
Una semana después, incluso cuando la Asociación Summorum Pontificum se había reunido con el obispo y éste había asegurado que buscaría la manera de darles el debido acompañamiento pastoral, la diócesis de Alajuela publicó un decreto en el que prohibía el uso de los libros litúrgicos anteriores a 1970 en toda la diócesis. El documento, además, negaba la existencia de un grupo de fieles que desde tiempos de la reforma hubiera permanecido adherido al misal de 1962 (aunque en ningún momento esta ha sido condición para la validez del grupo de fieles). El documento también prohibía la celebración del Novus Ordo Missae en latín y ad orientem, en lo que el decreto consideraba eran «formas híbridas». Esta disposición no sólo es contraria al Derecho Canónico que permite que cada sacerdote celebre la Misa en latín, sino a diversos documentos que permiten incluso la celebración ad orientem. El Padre Sixto, asesorado por algunos canonistas, inició un proceso de apelación canónica. Por su parte, la Asociación Summorum Pontificum Costa Rica solicitó la intervención del Nuncio Apostólico, monseñor Bruno Musaró, quien recomendó una nueva reunión con el obispo. Uno de los firmantes de este decreto fue el vicario judicial de la diócesis de Alajuela, quien en redes sociales manifestó comentarios despectivos hacia los fieles que asistían a la Misa Tradicional, diciendo que tenían «posiciones tendenciosas o afinidades amateur».
Tras la apelación del Padre Sixto y la reunión con el obispo de parte de la Asociación, en la que monseñor Buigues reafirmó que mantendría la prohibición a la Misa Tradicional, se publicó una modificación al decreto de la diócesis, con fecha del 4 de agosto. El nuevo documento insistía en que el grupo de fieles no existía desde tiempos de la reforma litúrgica y que por lo tanto su deseo de tener la Misa Tridentina era una «necesidad creada», seguía manteniendo la prohibición al uso del misal de san Juan XXIII y que el único misal que podía emplearse en el país era aquel editado en español por la Conferencia del Episcopado Mexicano. El documento eliminaba la parte que hacía referencia al uso del latín en la liturgia de 1970.
El documento venía acompañado por la respuesta a la apelación del Padre Sixto, que seguía insistiendo en los elementos contrarios al derecho universal: negativas a que la Misa en su forma ordinaria se celebrara en latín y ad orientem. El Padre realizó la segunda apelación. Menos de una semana después, el pueblo de Dios recibe la sorpresa de que el obispo le ha pedido al Padre Sixto dejar de ser párroco y retirarse unos meses a la casa de su familia, sin la posibilidad de presidir la Santa Misa de forma pública y escuchando confesiones únicamente en su casa. Tras varios momentos de diálogo con el obispo, el Padre, movido por un profundo amor a la Iglesia, renuncia a continuar un proceso de apelación canónica, y acepta la decisión del obispo.
Es importante mencionar que un sector de clero de tendencia más progresista ha sido duro con el Padre Sixto no sólo por su modo de celebrar los sacramentos, sino también por haber criticado en algún momento al gobierno de la República, que ha gobernado en contra de la vida y la familia, así como también cuestionar la actitud de la Conferencia Episcopal ante la decisión del gobierno de cerrar los lugares de culto durante la pandemia, pero no otros establecimientos comerciales. Cuando se lee la vida de santos como San Juan Bautista, Thomas Beckett, Tomás Moro u Óscar Romero, uno ve ese mismo celo en el Padre Varela.
El grupo de fieles existente ha recibido el golpe más fuerte con el báculo pastoral: sin el sacerdote que lo acompañaba, sin la celebración de la Santa Misa ya no sólo con el Misa del 1962, sino también sin la Misa nueva en latín, ¿qué será de estos fieles? Muchos de ellos han sido despreciados en sus parroquias de origen. La Fraternidad Sacerdotal San Pío X ha insistido en que ellos continuarán celebrando la Misa Tradicional, incluso en la diócesis de Alajuela, y han invitado a desobedecer al Papa Francisco y al obispo. Son actitudes muy contrarias a las de comunión y eclesialidad que caracterizan a la Asociación Summorum Pontificum Costa Rica. El Padre Sixto, nos da a todos una lección más de amor a la Iglesia, renunciando a un proceso canónico y sometiéndose a su obispo, aún en medio de una decisión que objetivamente es injusta. A quienes puedan, únanse en oración, tanto por el Padre Sixto como por el grupo de fieles; esa es la mejor arma.
Resuenan en este momento las palabras del profeta Zacarías, con las que podría concluirse esta crónica de lo que acontece en Costa Rica:
«¡Despierta, espada, contra mi pastor, y contra el hombre de mi compañía!, oráculo de Yahveh Sebaot. ¡Hiere al pastor, que se dispersen las ovejas, y yo tornaré mi mano contra los pequeños! Y sucederá en toda esta tierra – oráculo de Yahveh – que dos tercios serán en ella exterminados (perecerán) y el otro tercio quedará en ella. Yo meteré en el fuego este tercio: los purgaré como se purga la plata y los probaré como se prueba el oro. Invocará él mi nombre y yo le responderé; diré: «¡El es mi pueblo!» y él dirá: «¡Yahveh es mi Dios!»» Zacarias 13, 7 – 9
Por Agustín Aksala.
InfoCatólica