Cristo Rey

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Con la solemnidad de CRISTO REY finaliza el Año Litúrgico. Durante cincuenta y dos domingos recorrimos distintas secuencias del HIJO de DIOS hecho hombre, que vivió entre nosotros, hace dos mil años; y afirmamos sin fisuras para la Fe que está vivo y sigue entre nosotros. Por tanto, la contemplación de las escenas del paso histórico del VERBO entre nosotros no corre el riesgo de la repetición, pues cada paso aporta nuevos significados del acontecimiento JESUCRISTO. ÉL es el REY y consiguió que DIOS esté de una forma nueva en las raíces mismas de la historia y la condición humana. El Reinado de DIOS se va extendiendo, aunque a nuestra mirada le parezca lo contrario. La extensión del Mal, que puede aparecer con gran dureza está en las capas más superficiales de la realidad. Las raíces o el fondo de las cosas y las personas está presidido por la acción de DIOS, que hace proclamar al autor sagrado del libro de la Sabiduría, que “todas las criaturas son buenas y no hay en ellas veneno de muerte, ni el Mal es su dueño” (Cf. Sb 1,14 ).Las cosas, el mundo y el hombre son rescatables, porque la corrupción del Mal no llena la totalidad, y permanece en lo que es modificable. JESUCRISTO está reinando según los designios divinos, hasta que se baje el telón de la Historia con su Segunda Venida. Durante este prolongado intervalo, que permanece abierto entre la Primera Venida y la Segunda Venida, se están produciendo venidas intermedias por vías propias y específicas, además de aquellas que pertenecen a los signos de los tiempos en el escenario de la Historia y el mundo. De forma objetiva, el creyente encuentra venidas intermedias del SEÑOR en cada uno de los sacramentos que recibe, en la seguridad y certeza que le proporciona la Fe en la relación de encuentro con el sacramento. En el ámbito de la relación de encuentro, el creyente objetiva una segunda venida en cada momento auténtico de oración personal o comunitaria. También DIOS acepta que la palabra humana alcance los significados de las cosas, las personas o el mismo DIOS; por lo que la Palabra de la Escritura se convierte en ámbito privilegiado de encuentro real con DIOS. ÉL habla con realismo divino y humano en cada página o línea de la Escritura. DIOS habla y se revela a SÍ mismo, o se encarga de proyectar su LUZ sobre las realidades humanas, que adquieren en ella su verdadera dimensión. Por tanto, la Biblia es el gran ámbito o campo de juego donde coinciden DIOS y el hombre, en una relación de encuentro, conocimiento y Amor. EL creyente portador de la presencia del SEÑOR en comunión con otros hermanos establece el espacio singular de la Comunión de los Santos, en el cual JESUCRISTO ha prometido estar: “cuando dos o más se reúnen en mi nombre, YO estoy en medio de ellos” (Cf. Mt 18,20). Son momentos de verdadera epifanía del SEÑOR, que los reunidos notan al salir por la renovación vivida en la Paz y el Amor del RESUCITADO. Se ha producido en aquel tiempo de reunión y encuentro una verdadera manifestación del SEÑOR. Cuántas veces de esas reuniones de oración y Palabra compartida el peso de las cargas propias de la vida ha disminuido tangiblemente hasta llegar a decir: “me siento mejor, pues llevo una paz y alegría que no tenía al principio”. Cada hermano ha traído al SEÑOR a su modo y lo ha compartido en comunión fraterna. No es menos real y objetivo el SEÑOR en la relación de servicio  cristiano y fraterno. Además de lo que san Mateo nos describe en el capítulo veinticinco (Cf. Mt 25,31ss) los hermanos pueden estar necesitados de tiempo, compañía o escucha; oración e incluso presencia silenciosa. Pocas compañías son tan importantes como la prestada a una persona que a punto de morir necesita compañía y oración para dar paz a su espíritu.”YO estaré siempre con vosotros hasta el final del mundo” (Cf. Mt 28,20). Esta promesa de presencia no sólo tiene un sentido extensivo en el espacio, sino que hemos de entenderlo en su prolongación temporal, de manera que lo consideremos para cualquier momento “aquí y ahora”. JESUCRISTO es el REY, porque sobre todas las cosas recae su acción redentora. Si faltaba algo por rescatar o por devolver su verdadero sentido según el Designio Eterno de DIOS, ÉL tomó sobre SÍ el pecado de todos los hombres, que está en el polo opuesto a DIOS mismo. La burla de Pilato al colgar el cartel en la Cruz como la acusación y causa de la muerte de JESÚS, fue en realidad una gran verdad profética: JESUCRISTO en la Cruz es el REY ante el cual toda rodilla se dobla en el Cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclama JESUCRISTO es SEÑOR (Cf. Flp 2,10-11).

 

Algunos nombres de  JESÚS, el HIJO de DIOS

El nombre nos dice algo de lo nombrado, y lo pone en la existencia. El nombre adquiere todo su sentido cuando es evocado por otro. Si alguien te llama con sentido fraterno, tu nombre adquiere un significado del que carecía antes. Mi nombre tiene sentido si alguien lo pronuncia con tono y carácter humano y fraterno. El hombre pone nombre a los animales (Cf Gen 2,20); pero ninguno de los animales puede corresponder en ese sentido, porque no son semejantes. DIOS llama al hombre: “Adán, ¿dónde estás?” (Cf. Gen 3,9). Desde entones, DIOS no ha dejado de llamar al hombre preguntándonos por nuestro estado. DIOS nos está llamando para que nos manifestemos en nuestro real estado y salgamos de las sombras, y de esa forma volvamos a llamar a DIOS desde nuestras propias apreciaciones. Si el hombre bíblico mira a DIOS y lo ve como DIOS y SEÑOR de las pléyades, constelaciones, ejércitos de Israel o SEÑOR de todos los ríos o montañas; entonces a DIOS se le llamará YAHVEH SABAOT, que damos en significar DIOS de los EJÉRCITOS, o DIOS del UNIVERSO. Si DIOS se manifiesta de modo especial en la montaña y este lugar se convierte en lugar de encuentro especial surgirá el nombre de EL-SADDAY. Si por alguna circunstancia la persona ve o se siente mirada por DIOS, la experiencia pertenece al encuentro con EL-ROY. La Biblia muestra como el hombre además de poner en evidencia que el hombre, el nombre y las cosas, entran en conjunción, resalta de modo especial como el hombre designa a DIOS porque desea comprenderlo y unirse a ÉL. Moisés en el Sinaí ofrece una nueva vertiente: pregunta a DIOS cómo se llama. Moisés quiere que sea DIOS mismo el que pronuncie su Nombre, y la revelación no se hizo esperar: “YO SOY el que SOY” (Cf. Ex 3,14). Esta designación reviste diversas acepciones, entre las que podrán incluirse las recogidas en el Nuevo Testamento, especialmente en el evangelio de san Juan y en el Apocalipsis: YO SOY el Alfa y la Omega,  el Principio y el Fin; el Primero y el Último. YO SOY el que ES, el que ERA y el que VIENE. YO SOY el PRIMOGÉNITO de entre los muertos; YO SOY el TESTIGO fiel. YO SOY el TODOPODEROSO (Cf. Ap 1,1-9)

 

A la Iglesia de Éfeso

“Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que camina entre los siete candeleros de oro” (v.1). Juan, el vidente que se encontraba en la isla de Patmos recibe la revelación de uno como Hijo de hombre, vestido de una túnica talar ceñido al talle con un ceñidor de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve. Sus ojos como fuego. Sus pies de metal acrisolado en el horno; y su voz como voz de grandes aguas. Tenía en su mano siete estrellas y de su boca salía una espada aguda de dos filos, y el rostro como el sol cuando brilla con toda su fuerza” (Ap 1,13-16). Comenzando por la Iglesia de Éfeso hasta la revelación a la Iglesia de Laodicea, la figura de JESUCRISTO aparece con  atributos inéditos en los evangelios. JESUCRISTO toma parte de los destinos de su Iglesia, que en medio de las persecuciones debe reconocer su señorío con poder. Los dirigentes de la Iglesia cuentan con toda la ayuda necesaria para solventar las graves tensiones y tribulaciones que están viviendo.

 

A la Iglesia de Esmirna

“Esto dice el PRIMERO y el ÚLTIMO, el que estuvo muerto y resucitó” (Cf. Ap 2,8). JESUCRISTO es el PRIMOGÉNITO de toda criatura, es el primero en todo (Cf. Col 1,15-20). JESUCRISTO es el ÚLTIMO porque en ÉL se completa toda perfección y es el que lo acaba todo, cuando todo esté sometido a su acción cristificadora y lo entregue todo al PADRE (Cf. 1Cor 15,28).

 

A la Iglesia de Pérgamo

“Esto dice el que tiene la espada aguda de dos filos” (Cf. Ap 2,12) JESUCRISTO sigue manteniendo su Palabra tajante como espada de doble filo (Cf. Hb 4,12), porque es el VERBO de DIOS desde siempre y para siempre (Cf. Jn 1,1). En la plenitud de los tiempos la PALABRA que habló por los profetas se muestra a los hombres por medio de JESUCRISTO (Cf. Hb 1,1).

 

A la Iglesia de Tiatira

“Esto dice el HIJO de DIOS, cuyos ojos son como llamas de fuego, y los pies como metal precioso” (Cf. Ap 2,18). No sólo a la Iglesia de Tiatira el HIJO de DIOS mira con un Amor encendido, sino a todas las Iglesias en su conjunto, pero en Tiatira se muestra como el DIOS ardiente, al que le importan los posibles desvíos que arruinen la vida espiritual de algunos de sus  integrantes.

 

A la Iglesia de Sardes

“Esto dice el que tiene los siete espíritus de DIOS y las siete estrellas” (Cf. Ap 3,1). El HIJO de DIOS, el PRIMERO y el ÚLTIMO, añade en esta Iglesia un nuevo atributo: ÉL también sostiene los siete espíritus, además de las siete estrellas, que simbolizan a los responsables elegidos  para las Iglesias. Los vencedores serán declarados ante el PADRE y sus Ángeles (Cf. Ap 3,5). En la Creación redimida, los Ángeles están al servicio del HIJO de DIOS y en estrecha comunión con la Iglesia. El VIVIENTE sostiene los Siete Espíritus y las siete estrellas, que representan a los dirigentes de las Iglesias, y por analogía se les denomina Ángeles, por su ejercicio de Guías, enviados y protectores de los fieles encomendados.

 

A la Iglesia de Filadelfia

“A la Iglesia de Filadelfia escribe: esto dice el SANTO, el VERAZ, el que tiene la llave de la Vida: si ÉL abre, nadie puede cerrar; si ÉL cierra, nadie puede abrir (Cf. Ap 3,7). El SANTO sella con la santidad a los vencedores, sin la que no es posible acceder al Reino de la Verdad y de la Vida. En el Reino de los Cielos definitivo no hay lugar para el pecado ni la más leve imperfección, pues sería faltar a la Verdad y la Caridad. Nosotros, las criaturas, eternamente  permaneceremos en el reconocimiento de la santidad de DIOS, que nos hace santos e irreprochables por medio de su AMOR (Cf. Ef 1,4).

 

A la Iglesia de Laodicea

”A la Iglesia de Laodicea escribe, así habla el AMÉN, el TESTIGO fiel y veraz desde el principio de la Creación de DIOS” (Cf. Ap 3,14). La Iglesia de Laodicea pasa por un momento de tediosa rutina religiosa, a punto de entrar en un callejón sin salida. Para recuperar de nuevo la vida de los primeros tiempos el SEÑOR se manifiesta como el AMÉN, el TESTIGO fiel. El HIJO que se nos a manifestado es el TESTIGO desde toda la eternidad de la obra de DIOS. ÉL puede devolver la vitalidad espiritual perdida y rehacer todas las cosas. ÉL es el AMÉN que mantiene todos los compromisos de DIOS con los hombres. ÉL es el AMÉN que sella para siempre la Nueva Alianza de DIOS con los hombres.

 

Visión de Daniel

La enigmática figura del Hijo de hombre del libro de Daniel anticipa los últimos tiempos en los que JESÚS, el HIJO de DIOS, llevará a cumplimiento toda su acción redentora. La Redención está hecha y no le falta nada, pero su manifestación sigue su curso. La visión del capítulo siete de este libro sagrado ofrece un cuadro con los elementos que a lo largo de los siglos van a ir tomando protagonismo con nombres concretos diferentes y apariencias distintas, pero en el mismo equilibrio de fuerzas, que están operando en el sueño profético de Daniel (Cf. Dn 1,1-2). Los elementos integrantes son: las cuatro bestias saliendo del mar, el trono del ANCIANO con una vestidura blanca como la nieve y sus cabellos puros como la lana; su trono llamas de fuego ardiente, un río de fuego corría delante de ÉL y miríadas lo servían. El tribunal se sentó y se abrieron los libros (Cf. Dn 7,9-11) Un Hijo de hombre desciende del Cielo y se acerca al trono donde está el ANCIANO (Cf. Ap 7,13). El vidente busca la interpretación de la visión, que le es dada por un guía espiritual.

 

Interpretación de la visión

En el mismo capítulo se ofrece la interpretación de la visión dada en sueños. Las cuatro bestias son cuatro reyes. El vidente muestra especial interés por conocer la repercusión de la cuarta bestia que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que trituraba con sus patas lo sobrante de su comida. Esta bestia tenía diez cuernos en su cabeza y otro cuerno que despuntó y por su causa cayeron tres de los anteriores. Este cuerno decía grandes cosas y tenía grandes ojos. Este cuerno hacía la guerra a los santos y los iba sojuzgando, hasta que vino el ANCIANO a realizar justicia a los Santos del ALTÍSIMO. La cuarta bestia será un cuarto reino diferente de los otros, que los devorará, pisoteará y aplastará. De este reino saldrán diez reyes, que son los diez cuernos; y otro rey que derribará a otros tres. Éste proferirá palabras contra el ALTÍSIMO, y tratará de cambiar los tiempos y la Ley; y los Santos serán entregados por tres tiempos y medio. Pero el tribunal se reunirá y el poder le será quitado para ser eliminado definitivamente; y, entonces, todos los pueblos y reinos le servirán (Cf. Dn 7,16-28).

 

El poder es dado al Hijo de hombre

“Daniel seguía contemplando las visiones en la noche y vi a uno como Hijo de hombre, que se dirigía hacia el anciano y fue llevado a su presencia. A ÉL se le dio imperio, honor y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás” (Cf. Dn 7,13-14). No se apartan los evangelios de esta figura del Hijo del hombre, que es asumida por JESÚS, de manera especial para referirse a los acontecimientos de los últimos tiempos, aquellos en los que la venida del ESPÍRITU SANTO  manifestará con poder la presencia del RESUCITADO: “las fuerzas del cielo serán sacudidas, y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria” (Cf. Mc 13,26).

 

Los Santos

Con un lenguaje simbólico estos textos van aproximándonos al esqueleto o trama que se reproduce en cada época de la historia. El objetivo no es otro que implantar en este mundo el Reino de DIOS a su manera y nunca bajo las formas e intereses egoístas de los insaciables  por el poder, que representa la explotación de los más débiles. Los que encarnan el despotismo de la condición humana, de tiempo en tiempo van dejando su hegemonía, aunque no estamos ante su desaparición; en estos tiempos, por el contrario, se agitan con celeridad por adquirir un nuevo protagonismo de dominio y poder, si fuese posible, planetario. La cuarta bestia tratará de cambiar los tiempos y la Ley (Cf. Dn 7,25). El dominio despótico tiene que subvertir la Ley divina y con ella la ética y la moral que según esa Ley deben regir los comportamientos de las personas y las sociedades. La Ley divina no se cambia sin el intento de paralizar las conciencias o silenciar a las personas, que intente mantener su conducta de acuerdo a la ética traída de sus antepasados con sus raíces en las sagradas Escrituras. El silenciamiento puede llegar hasta el extremo, que es procurar la eliminación física del objetor, el disidente o del opositor. La bestia no admite otro discurso y pensamiento, que el ajustado a su omnímodo poder. La visión de Daniel es optimista y prevé la victoria de los Santos, a los que les será entregada la tierra en virtud del poder dado al Hijo del hombre.

 

El Reino de la Verdad y la Vida

El evangelio de este domingo está tomado del interrogatorio realizado por Pilato en el juicio  civil contra JESÚS. La mentira alcanza su cima cuando se termina por hacer mentiroso a DIOS. Esto último fue lo que lograron los intérpretes oficiales de las Escrituras cuando declararon a JESÚS reo de muerte y lo pusieron en manos de Pilato para que crucificara a JESÚS. Aquellos representantes religiosos no querían otro tipo de muerte que no fuera la crucifixión, por eso lo entregaron a Pilato con falsas acusaciones, pues era el poder romano el que tenía reservada ese tipo de pena capital. Los del Templo podían condenar a muerte por lapidación, pero ellos querían ver crucificado a JESÚS. Las palabras del anciano Simeón, treinta y tres años antes, allí en aquel Templo, estaban a punto de cumplirse plenamente;  “este NIÑO está puesto como bandera discutida, para que se revelen los sentimientos de muchos corazones” (Cf. Lc 2,34-35) Aquel NIÑO será signo de contradicción para todas las épocas y los seguidores mantendrán esa misma contraseña. A los seguidores del NAZARENO se los identificará con cierta facilidad por vivir en el mundo y mantener un tono de firme crítica frente a las mentiras del príncipe de este mundo  (Cf. Jn 12,31). Desde los comienzos, la Verdad es necesario buscarla en medio de numerosas falsedades. Los espejismos, fantasías, fabulaciones, distorsiones de la realidad o cualquier otra falacia, están presentes, a veces, como ofertas muy atrayentes con apariencia convincente. “El árbol de la ciencia del bien y del mal” no respondía sólo a un ámbito moral, sino que entra de lleno en el campo del conocimiento de las cosas. Está demostrado que al hombre le gusta jugar con la realidad y burlarse de ella por un tiempo, admitiendo las falsas imágenes de las cosas. La embriaguez de las distorsiones y las fábulas provocan la pérdida de la recta orientación y sentido, negando al final lo más evidente: DIOS existe. La EXISTENCIA no la puede ofrecer la criatura, ésta sólo es capaz de procrear, que no es poca cosa, pues los Ángeles, que son al fin y al cabo criaturas espirituales, no pueden realizar esa función. Pero ninguna de las criaturas de este mundo se puede dar a sí misma la EXISTENCIA, porque ELLA es la fuente de donde mana la auténtica Vida. En el proyecto inicial de DIOS para el hombre no era necesario recurrir al espejismo o la fabulación de las cosas para ser feliz. El estado de plenitud del hombre venía por la vía de la Verdad, pero un exceso de torpe ingenuidad llevó al hombre desde los comienzos a probar otras vías, por las que dio entrada al padre y príncipe de la mentira. Desde entonces el camino de recuperación de la Ciencia de DIOS se va abriendo paso con cierta dificultad. DIOS es capaz de salvar la razón al hombre de Fe, pero sin Fe la razón se pierde en la ciénaga de las aparentes verdades que se relativizan indefinidamente a sí mismas para terminar en unos infinitos puntos suspensivos .

 

El despectivo y arrogante Pilato

Allí está Pilato desganado y apático ante aquellos gendarmes de la religión judía que no paran de entretenerle con intrigas religiosas, despreciables para él. JESÚS aparece ante Pilato maltratado y golpeado con una apariencia lastimosa, y la acusación de los del Templo es que  el NAZARENO se dice REY. Para Pilato es otro de tantos que se decían liberadores del Pueblo, pero le tiene que preguntar a JESÚS”¿Eres TÚ el REY de los judíos? Respondió JESÚS: ¿dices eso por tu cuenta, o te lo han dicho otros de MÍ? Pilato respondió: ¿es qué soy yo judío? Tu Pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí, ¿qué has hecho? Respondió JESÚS: mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo mi gente habría combatido para que no fuera entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí. Pilato le respondió: luego TÚ eres REY. JESÚS le dijo: como dices SOY REY. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la Verdad. Todo el que es de la Verdad escucha mi voz. Pilato le responde: ¿qué es la Verdad? ( Cf. Jn 18, 33b-38). Es muy difícil calibrar el tono en el que se ofrece una contestación puesta por escrito, si no se añaden las actitudes del que habla y escucha. Pilato no espera respuesta alguna por parte de JESÚS, por lo que se puede deducir que el romano tiene una actitud despectiva ante aquella declaración de JESÚS. Pilato se muestra como lo haría un escéptico de cualquier época: “me hablas de la Verdad, que en realidad no existe”. Eliminado a DIOS del horizonte humano, la Verdad deja de tener sustento; y, por tanto, cada cual termina siendo la medida y norma de sí mismo y el mundo circundante. Así las cosas habrá tantos códigos éticos como individuos. No se puede negar la libertad de conciencia que asiste a cada persona dentro de unos principios básicos y elementales que constituyen la Ley Natural. Pero la Verdad que trae JESÚS está en un plano superior, porque ÉL trae la revelación de la razón de ser del hombre, el Plan concebido por DIOS desde siempre para con la humanidad en su conjunto, y JESÚS ofrece al hombre y a la humanidad el verdadero sentido y finalidad de la vida humana. Por otra parte, todo lo anterior no se puede desligar, ni por un instante, de la condición misma de DIOS. Sólo a través de la revelación de JESÚS en su persona y Mensaje, el hombre puede tener una percepción cabal de quién es DIOS. Todas las doctrinas anteriores sobre lo divino están lastradas de imperfecciones, carencias o mentiras manifiestas. JESÚS viene para revelar quién es DIOS y ofrecerlo mediante los recursos que va a dejar en su Iglesia a los hombres de todos los tiempos. La Verdad que está ofreciendo JESÚS a Pilato no es un sistema lógico de pensamiento al estilo griego, sino la EXISTENCIA misma como Verdad.

 

Lo que sabíamos de DIOS

Por la filosofía griega sabíamos que la existencia de DIOS se hacía necesaria como origen de todas cosas. Los atributos divinos respondían a los máximos grados de las perfecciones humanas: DIOS todo lo puede, todo lo conoce y por tanto prevé cada instante del futuro. DIOS  ha establecido sus leyes en todo lo creado y se mantiene absolutamente libre con respecto a su propia Creación. La Biblia asume los postulados anteriores sin gran dificultad y añade algunos otros. DIOS elige al Pueblo judío que tiene por padre a Abraham. Establece una Alianza con su Pueblo, al que promete una tierra de características paradisiacas: esa tierra mana leche y miel. DIOS se manifiesta a través de sus profetas y no de filósofos, dando al Pueblo un código básico de conducta, que le ayude en un camino de perfección espiritual. La Biblia reconoce que el ESPÍRITU de DIOS mueve a sus elegidos en misión carismática puntualmente, o preside el camino del hombre durante todo el tiempo de vida en este mundo. El más allá es el Sheol, donde cada uno se puede reunir con sus antepasados, pero genera algo de incertidumbre. Por todo lo anterior concluimos que la Verdad sobre DIOS y el hombre mismo no estaba completada, y era necesaria una revelación de orden superior. Esta revelación superior, que la condescendencia divina iba a procurar se realiza por la vía de la Encarnación.

 

El HIJO de DIOS ha descendido

El HIJO de DIOS, sin dejar de serlo adopta la presencia del Hijo del hombre. La Encarnación  es el descenso hasta la realidad humana más elemental: embrión, feto y niño. JESUCRISTO es la Verdad de DIOS, porque muestra la realidad profunda de la TRINIDAD, que es DIOS. Esto nadie lo podía saber antes del acontecimiento concreto e histórico de la Encarnación. Tampoco podríamos haber conocido quién es verdaderamente el hombre y su destino último. La Verdad del hombre es una existencia inmersa en la EXISTENCIA que es DIOS. Este hecho sólo podía darse y conocerse por JESUCRISTO. En ÉL está el Hijo del hombre. JESUCRISTO es HIJO de DIOS e Hijo de Adán. Todo hombre está llamado a participar del destino vivido por JESUCRISTO. Todo hombre está llamado a llevar el sello del Hombre Verdadero que lo puede asociar a su destino en comunión de eterno AMOR en la TRINIDAD. Bien mirado esto nos puede resultar excesivo, pero así es DIOS en su Gracia superabundante: “de la misma forma que el PADRE vive, Y yo VIVO por el PADRE, así el que me coma vivirá por MÍ” (Cf. Jn 6,57). En un exceso de AMOR, JESUCRISTO se queda en la EUCARISTÍA; en un exceso de AMOR, DIOS está dispuesto a practicar con cada uno un alarde de MISERICORIDIA, como le sucedió  al ladrón arrepentido compañero de patíbulo con JESÚS (Cf. Lc 23,42-43). En un exceso de AMOR, DIOS condesciende con los hombres favoreciéndonos con dones y gracias incesantes, a través de su Iglesia. A pesar de la crueldad humana, venció la MISERICORDIA de DIOS, y esta es la gran Verdad; por lo que en cualquier momento la humanidad podrá levantar su voz hacia el DIOS de JESUCRISTO para que en un instante termine la iniquidad en la tierra, si es que ésta la sentimos opresora. Los poderes infernales no quieren que se les recuerde que JESUCRISTO es el REY, pues su victoria es su ruina y sentencia.

 

Apocalipsis 1,5-8

No es el Apocalipsis un libro sagrado para infundir temor, sino que está destinado a la consolación y fortalecimiento de los ánimos en tiempos de tribulación: ”dichosos los que escuchen y guarden las palabras de esta profecía, porque el tiempo está cerca” (v.3). La proximidad del SEÑOR ofrece hondura a los acontecimientos y los tiempos se viven con un horizonte distinto al estrictamente mundano. Tampoco en los tiempos difíciles existen soluciones fáciles, pero el creyente sabe que la complejidad de las mismas queda de parte del SEÑOR: “cuando en aquellos días os entreguen a las autoridades, haced propósito de no preparar vuestra defensa, pues el ESPÍRITU SANTO os dará palabras que no podrán contradecir vuestros opresores” (Cf. Mc 13,9-11; Mt 10,17-20).

 

Gracia y Paz

“A la Iglesia, Gracia y Paz a vosotros de parte de AQUEL que ES, que ERA y que VA A VENIR. De parte de los Siete Espíritus que están ante su trono, y de parte de JESUCRISTO el TESTIGO fiel PRIMOGÉNITO de entre los muertos, que nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados” (v.4-5) . En el principio del libro de la gran Revelación aparece este saludo  que viene a modo de bendición para todos los que acogen la Palabra. DIOS y sus Ángeles, representados por los siete espíritus, miran a la tierra en la que habitamos los hombres para asistirnos con todas las bendiciones espirituales y celestiales. La sangre de JESUCRISTO puso reconciliación entre el Cielo y la tierra, y todas sus Ángeles y los hombres podemos vivir  en una nueva comunión y hermandad.

 

El SEÑOR viene

“Acompañado de nubes, todo ojo lo verá. Igual que los que lo traspasaron y harán duelo por ÉL todas las razas de la tierra. Amén” (v.6-7).Lo  que aquí se describe pertenece al último acto de la historia de los hombres, para lo que deberán ocurrir todos los sucesos descritos en este libro. No obstante los creyentes viviremos a lo largo de los siglos los signos de la Venida del  SEÑOR, que de forma inapelable nos afectará a cada uno en particular. La muerte cerrará nuestro transito particular por este mundo, y dará el paso a la otra vida, que el HIJO de DIOS compró con su sangre. El martirio de su dolorosa Pasión obtiene para todos los hombres el rescate por nuestras penas merecidas y los pecados cometidos. Sólo el que niegue este valor redentor incurrirá en sentencia condenatoria. Pero la muerte será bienaventuranza para todos los que acepten como redentora la sangre de JESÚS. También lo verán aquellos que lo traspasaron, todo ojo lo verá. Amén. El Amén certifica estas palabras, de las que no puede haber la más mínima duda: todos en algún momento tendremos la oportunidad de encontrar y reconocer al único SALVADOR, JESUCRISTO. Los caminos, ahora, en este mundo pueden ser diversos, pero habrá un punto en el que  todos esos caminos convergen.

 

El Principio y el Fin

“YO SOY el Alfa y la Omega; AQUEL que ES, que ERA y que VIENE, el TODOPODEROSO” (v. 8). El que viene entre nubes, envuelto en el misterio, que se revela mediante signos y se oculta al mismo tiempo se predica a SÍ mismo como la EXISTENCIA: el Alfa y la Omega. El Hijo del hombre, que viene de DIOS reinará con los hombres rescatados en DIOS por los siglos de los siglos. La meta de todo hombre es su plena realización en el HOMBRE que da plenitud a cada uno de los hijos adoptivos de DIOS. Cada hombre está destinado a completar en sí mismo la medida de CRISTO (Cf. Ef 4,13). El Omega de cada uno no es independiente de la consumación del conjunto de la comunidad humana redimida, que se encontrará con el SEÑOR en su Segunda Venida, sin relación al pecado (Cf. Hb 9,28). Para siempre, con las miríadas de bienaventurados estaremos en fraternidad universal. El punto Omega da comienzo a la plenitud que no termina. Las aspiraciones humanas no alcanzan a vislumbrar “lo que DIOS tiene preparado para los que aman” (Cf. 1Cor 2,9).

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