Crece la mentalidad mágica: los riesgos de la «Ley de Atracción» y El Secreto.

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Atraer montañas de dinero que llegarán de la nada, éxitos empresariales inesperados y hasta poder escapar de las enfermedades (y del coronavirus). «Todo lo que llega a tu vida es porque lo has atraído. Y lo has atraído por las imágenes que tienes en tu mente. Es lo que piensas. Todo lo que piensas lo atraes».

Rhonda Byrne escribió esta frase en El Secreto (Urano, 2007) hace más de una década y la comunidad científica se echó unas risas a su costa por su discurso sin base alguna, pero el coronavirus la ha vuelto a poner de moda y aglutinar a centenares de miles de nuevas fans en la red que creen que estamos conectadas con el cosmos para conseguir lo que queramos cuando queramos. Así comienza el reportaje que ha escrito Noelia Ramírez en el suplemento digital S Moda del diario El País.

New Age en versión feminista
Cientos de miles de mujeres creen que si saben lo que quieren y lo piden al universo, lo recibirán. Que si enfocan sus pensamientos sobre lo que quieren (dinero, salud, trabajo, relaciones afectivas) con entusiasmo y gratitud, lo conseguirán.

Nada es imposible para las creyentes de la ‘Ley de la Atracción’ (manifesting en inglés), una teoría sin respaldo científico que defiende que nuestros pensamientos (conscientes e inconscientes) influyen sobre nuestra vida. Una teoría que gana posiciones y se ha convertido en la problemática tendencia estrella de wellness en la pandemia.

Las seguidoras de la ley de la atracción y del manifesting han modernizado el mensaje que explosionó a mediados de los 2000 (los mandalas y budas de la New Age) y lo han amplificado, cogiendo el relevo generacional bajo una retórica feminista que encaja estética y narrativamente en el consumo ludificado de la espiritualidad de las redes sociales, tal y como ha pasado en los últimos años con el furor por la astrología o la brujería.

Con una semántica voluble que se mueve entre los montajes virales ocurrentes evasores que buscan la pura diversión a posts de retórica mrwonderfulliana con mantras como «Me siento feliz tranquila» para aliviar los cólicos menstruales, la ley de la atracción y el wishful thinking gana posiciones como meme espiritual favorito para tiempos en los que el optimismo no llama, precisamente, a nuestras puertas.

Auge en tiempo de incertidumbre

¿Qué han hecho los jóvenes de TikTok durante el conteo de votos de las elecciones para tratar de favorecer la balanza hacia Biden? Popularizar un challenge (desafío) de manifesting que acercaba velas a las pantallas de su televisor junto a los estados clave del recuento para verbalizar y atraer así la victoria demócrata y sacar a Trump de la Casa Blanca.

¿Qué aglutina millones de visualizaciones en YouTube acerca de cómo conseguir el amor, el dinero o la salud en tutoriales «realistas» dictados por jóvenes vloggers durante este 2020? La ley de la atracción y sus ventajas al practicarla.

En España, el interés por el movimiento toca techo en búsquedas de Google desde la pandemia si se compara a las cifras de la década pasada. Y no sólo en nuestro territorio. La periodista Rebecca Jennings apuntó en Vox que las búsquedas sobre «manifesting» (la vertiente anglosajona) se han multiplicado un 675 % desde marzo. Y no sólo se consume virtualmente.

El secreto, un fenómeno de ventas en España

El Secreto, el libro de Rhonda Byrne que se publicó por primera vez en España en 2007 desde la editorial Urano, se ha convertido en un fenómeno de ventas sin precedentes entre las españolas. Según los datos de la industria editorial que publicó El País recientemente, es el tercer libro más vendido en España desde su lanzamiento.

Un fenómeno de masas que ya cuenta con 653.707 ejemplares despachados hasta agosto de 2020, sólo por debajo de Patria y El Principito. La última edición, la número 48, se editó el pasado mes de mayo. Entre España y Latinoamérica, según datos facilitados por Urano, se han vendido más de un millón y medio de ejemplares desde su publicación.

«El Secreto se convirtió en un clásico desde que salió», explica Marta Padilla, editora de Urano. El perfil del lector, apunta, es una mujer usuaria de libros de autoayuda de entre 30 y 50 años. «En realidad no es un libro generacional porque se renueva continuamente, no perdemos lectoras; las jóvenes siguen llegando a él según pasan los años», aclara.

Desde Urano han detectado que las ventas de autoayuda han subido durante la pandemia: «Mucha gente está pasando momentos complicados y no todo el mundo puede pagarse un psicólogo». Acercarse a un libro que ofrezca respuestas por 12 euros se presenta como solución asequible para muchas mujeres. Para Padilla, el éxito radica en que es un libro «fácil y sencillo, sin importar el nivel cultural de quien lo lee. Es psicología positiva contada como un cuento. A la gente le gusta porque ofrece respuestas muy sencillas».

El núcleo doctrinal de El Secreto

El libro de Byrne, que se editó al hilo del éxito de un documental que esta guionista australiana produjo en 2006 y se convirtió en un fenómeno de ventas gracias la cobertura que Oprah Winfrey dio en su programa, asegura conocer el «secreto» (la teoría de la Ley de la Atracción) al que supuestamente se han aferrado mentes triunfadoras como «Platón, Shakespeare, Newton, Victor Hugo, Beethoven, Lincoln o Einstein».

Sólo en su prólogo, Byrne –elegida por Time como una de las personas más influyentes del año 2007– asegura que conocer el secreto y practicarlo promete milagros como sanar enfermedades y dolores crónicos («nos han escrito contándonos casos de volver a caminar después un accidente»), «amasar grandes fortunas» o «recibir cheques inesperados por correo», además de «aportar felicidad a millones de personas en todo el mundo».

Enmarcado dentro de la corriente del Nuevo Pensamiento de William Walker Atkinson (1862-1932), que promovía un movimiento espiritual basado en el optimismo y el positive thinking para lograr la felicidad, la versión de Byrne no ha estado exenta de polémica: la comunidad científica se tiró encima por sus teorías peregrinas (por ejemplo, El Secreto dice que si una persona quiere evitar ganar peso, no debe mirar a personas obesas) y también por ensayistas como Barbara Ehrenreich, que publicó en 2007 Sonríe o muere: la trampa del pensamiento positivo.

La moda del “pensamiento positivo”

Allí desgranaba cómo el individualismo y la inseguridad son las claves dentro de esta corriente. Factores que, precisamente, encajan a la perfección en la explotación de la dinámica capitalista y por qué el pensamiento positivo ha sido uno de los recursos de la patronal empresarial con la inclusión de coachers motivacionales para sus trabajadores. Profesionales del positive thinking (pensamiento positivo) que vendían esta corriente para optimizar a sus trabajadores.

«Las multinacionales compran productos de motivación al por mayor (los libros, sin ir más lejos, por miles de ejemplares), para regalárselos a sus empleados, y tienen dinero para pagar a los oradores motivacionales, que suelen cobrar honorarios de cinco cifras por charla (como poco). Las páginas web de los conferenciantes más famosos citan con orgullo su nómina de clientes, y allí aparecen casi todas las mayores empresas del país», explicaba entonces.

En pleno 2020 pandémico, casualmente, las charlas motivacionales del positive thinking también han vuelto a muchas grandes corporaciones para luchar contra la negatividad de la pandemia y tratar de levantar el ánimo (y productividad) de sus trabajadores.

La fina línea divisoria con el “conspiritualismo”

En “Manifesting, el problema con la mayor tendencia de wellness en 2020”, la columnista Arwa Mahdawi resumía en The Guardian por qué esta corriente de pensamiento vive un auge precisamente ahora. «Cuando el mundo parece que está girando totalmente descontrolado, nos atrae la idea de que podamos simplemente pensar en nuestro camino hacia mejores circunstancias».

En este panorama donde las certezas a largo plazo ni se plantean porque son imposibles de plantear, el pensamiento positivo, lo new age y la búsqueda de respuestas en nuestra conexión con el cosmos es una tendencia al alza. También como terreno fértil para caer en teorías de la conspiración.

Si uno salta de cuenta en cuenta en este tipo de perfiles, una puede empezar leyendo un post sobre cómo conseguir un aumento de salario con la ley de la atracción y acabar en la cuenta de una instructora de yoga y meditación al uso que habla a su millar de seguidoras en sus posts de un «nuevo despertar» a raíz de la pandemia donde fuerzas ocultas «nos infunden miedo y nos hacen esclavos» y donde sólo nuestro amor será la respuesta.

En este nuevo paradigma, donde se busca expulsar la negatividad y nos apoyamos en una especie de pensamiento delirante que suspende la incredulidad, también se abre el terreno a la invasión de teorías conspiranoicas.

«Nos tumbamos en nuestras colchonetas de yoga para conectarnos con nosotras mismas, nos ocupamos del autocuidado de nuestra microbiota intestinal, pero evitamos la política y las cosas pesadas. Cuando nos piden que nos aislemos o nos pongamos una mascarilla, se considera una afrenta a la libertad, por lo que debe equivaler a una conspiración, en lugar de un noble acto de compromiso cívico», lamentaba recientemente sobre el auge del «conspiritualismo» la periodista e investigadora Sarah Wilson, que ha investigado el fenómeno.

En EE.UU. existe una legión de influencers del wellness donde lo mismo te enseñan su manicura bio que te aconsejan cómo usar la ley de atracción («Escribe lo que quieres conseguir, guárdalo en una caja transparente y mírala cada día invocando aquello que quieres») o que te suben a sus stories hashtags y lemas asociados a las teorías de QAnon.

Es el caso, por ejemplo, de Jalynn Schroeder y otras influencers que, como bien recoge The Atlantic, han adaptado la estética de domesticidad y espiritualismo de Instagram a las teorías favorables a Trump y al Pizzagate. Lo advierte la periodista Kaitlyn Tiffany: «Instagram, famoso por la aspiración y el lujo tranquilo, se ha convertido en una base para el pensamiento paranoico al igual que en cualquier otro lugar en la red: las influencers están mezclando una desconfianza virulenta hacia los medios y creencias religiosas con publicaciones patrocinadas para marcas de ropa y productos de belleza para chicas cool».

Porque de la gratitud al universo por la vida a señalar la supuesta pedofilia de los políticos solo hay un post, y otro bodegón preciosista más, de diferencia.

Con información de RIES

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