* Tú eres sal, alma de apóstol. -«Bonum est sal» -la sal es buena, se lee en el Santo Evangelio, «si autem sal evanuerit» -pero si la sal se desvirtúa…, nada vale, ni para la tierra, ni para el estiércol; se arroja fuera como inútil. Tú eres sal, alma de apóstol. -Pero, si te desvirtúas… (Camino, 921)
Los católicos hemos de andar por la vida como apóstoles: con luz de Dios, con sal de Dios. Sin miedo, con naturalidad, pero con tal vida interior, con tal unión con el Señor, que alumbremos, que evitemos la corrupción y las sombras, que repartamos el fruto de la serenidad y la eficacia de la doctrina cristiana. (Forja, 969)
En momentos de desorientación general, cuando clamas al Señor por ¡sus almas!, parece como si no te oyera, como si se hiciera sordo a tus llamadas. Incluso llegas a pensar que tu trabajo apostólico es vano.
–¡No te preocupes! Sigue trabajando con la misma alegría, con la misma vibración, con el mismo afán.
–Déjame que insista: cuando se trabaja por Dios, ¡nada es infecundo! (Forja, 978)
Hijo: todos los mares de este mundo son nuestros, y allí donde la pesca es más difícil es también más necesaria. (Forja, 979)
Con tu doctrina de cristiano, con tu vida íntegra y con tu trabajo bien hecho, tienes que dar buen ejemplo, en el ejercicio de tu profesión, y en el cumplimiento de los deberes de tu cargo, a los que te rodean: tus parientes, tus amigos, tus compañeros, tus vecinos, tus alumnos…
–No puedes ser un chapucero. (Forja, 980)
Por SAN JOSEMARÍA.