A pesar de las convenientes conferencias vespertinas promovidas por el gobierno de la República sobre los libros de texto gratuitos, los principales actores del proceso educativo no están convencidos de los argumentos vertidos para aplacar los ánimos cada vez más enardecidos por los 36 textos de educación básica y de secundaria plagados de errores e ideología.
En las conferencias de prensa vespertinas encabezadas por la secretaria de Educación Pública, docentes defienden la supuesta bondad de los textos bajo los argumentos de ser innovadores por la pedagogía sin recetas que pretende potenciar las capacidades de los alumnos. Se trata, según los defensores del oficialismo educativo, de otorgar herramientas libres para “generar polémica al interior del aula para que los alumnos interactúen y manifiesten una postura crítica a su entorno” como si se tratara de asambleas o reuniones políticas bajo el objetivo, según la SEP, de los educandos “tengan una educación científica, humanista, inclusiva, donde se sientan felices, que puedan aprender el conocimiento para tener una mejor vida”.
Sin embargo, a pesar de este desmedido idealismo en el que se traza la eufemística Nueva Escuela Mexicana, los debates prosiguen y el descontento de organizaciones manifiesta una desaprobación general sobre los textos. Mientras los pleitos judiciales prosiguen, el frente está abierto en los gobiernos estatales que han decidido impedir la distribución de esos materiales y, del otro lado, los gobernadores leales al oficialismo responden a esas organizaciones con lo mejor que tienen a la mano: el descrédito burdo, procaz y soez que impide un debate a la altura de las circunstancias.
En Veracruz, por ejemplo, la Coparmex, la Unión Nacional de Padres de Familia, el Frente Nacional por la Familia, Alianza Magisterial y Más Vida Más Familia, han alzado la voz ante el autoritarismo del gobernador Cuitláhuac García y sus funcionarios en franco desacato a las resoluciones judiciales que ordenan suspender la distribución de los libros. ¿Su mejor respuesta? Los tuitazos plagados de burla y mofa, calificando a estas organizaciones de ser de la derecha. La controversia, lejos de ser un diálogo crítico, se ha convertido en un pleito de descalificaciones propiciados desde el gobierno veracruzano reflejando lo que es: autoritario, intolerante, retrógrado, defensor de una ideología, arrodillando al Estado ante los dictados del gobierno central y autoritario del presidente López Obrador.
A unos días del inicio de curso escolar 2023-2024, la controversia no tiene una salida satisfactoria. Y los padres de familia no pueden claudicar para defender un derecho irrenunciable, esto es, a decidir sobre la educación de sus hijos. Es inaceptable que en las escuelas públicas se promuevan ideologías de sesgo comunista o defensoras de los colectivos LGBT, de la trasnochada lucha de clases, del materialismo, de enfrentamientos ideológicos y de transformación. La polémica arrecia, se abandona a la familia provocando un conflicto como no se tenía precedente. Lo que está en juego no es menor.