Nos enfilamos hacia tiempos y conmemoraciones que marcarán la historia de la Iglesia en estos tiempos convulsos y de conflicto, de incertidumbre y, especialmente, de descrédito de la fe cristiana.
Con el anuncio del nacimiento del Hijo de Dios este 2024, la Iglesia de México y en todo el mundo iniciará un tiempo especial de gracia y conversión, un Año Jubilar que captará la atención del mundo como una respuesta de paz y esperanza en tiempos de conflicto y arrogancia.
El 9 de mayo de 2024, el Papa Francisco anunció el Año jubilar 2025. Cada cuarto de siglo, el Romano Pontífice convoca a un año santo donde miles de personas peregrinarán al sepulcro de Pedro en Roma como un gesto de oración, fe y esperanza. Conforme a lo dispuesto por el Santo Padre Francisco, el 24 de diciembre se abrirá la puerta santa de la Basílica de San Pedro dando inicio al Jubileo ordinario. El 29 de diciembre de 2024, se abrirá la puerta santa de la catedral de San Juan de Letrán; el 1 de enero de 2025, solemnidad de Santa María, Madre de Dios, se abrirá la de la Basílica papal de Santa María la Mayor y, por último, el domingo 5 de enero, se abrirá la puerta santa de la Basílica papal de San Pablo extramuros. El año jubilar concluirá el 6 de enero de 2026 con el cierre de la puerta santa de la Basílica de san Pedro.
En México, el domingo 29 de diciembre de 2024, obispos y arzobispos, en sus respectivas catedrales y concatedrales, celebrarán la eucaristía como apertura solemne del año jubilar conforme a los rituales que ya se han preparado para esta ocasión única y especial.
Sin lugar a duda, el año jubilar será una oportunidad no sólo de peregrinación y esperanza, también de ser un llamado a la paz y la reconciliación, especialmente de este país que sigue ahogado en sangre y destrucción. Como describe el Papa Francisco, los cristianos de México debemos poner la mirada en el futuro que “equivale a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás”.
Efectivamente, la vida debe ser de los principios más tutelados y protegidos en estos tiempos de violencia y destrucción. En México, desde el claustro materno, muchos ya tienen una sentencia de muerte. Tan sólo en la capital del país, desde abril de 2007 a julio de 2024, se han “eliminado” legalmente a 277 mil 268 niñas y niños que no tuvieron la oportunidad de nacer en lo que, eufemísticamente, ha sido llamado “un gran avance”, la interrupción del embarazo.
Por eso, este año jubilar 2025 es especialmente dedicado a la defensa de la vida singularmente en un país donde el desprecio y el odio parecen abundar y desparramar en todos los ámbitos.
El Papa Francisco lo dice así en la Bula de convocación al Año Santo: “La apertura a la vida, con una maternidad y paternidad responsables, es el proyecto que el Creador ha inscrito en el corazón y en el cuerpo de los hombres y las mujeres, una misión que el Señor confía a los esposos y a su amor”. Es recuperar la alegría de vivir, “porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26), no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente, amoldándose al momento presente y dejándose satisfacer solamente por realidades materiales. Eso nos encierra en el individualismo y corroe la esperanza, generando una tristeza que se anida en el corazón, volviéndonos desagradables e intolerantes”.
El llamado es hacer de este Año Jubilar un Año de la Vida de forma especial en cada uno de nosotros suscitando el ánimo de defender este bien que parece relativizarse. Sumarnos a iniciativas y acción como la que se promueve este 28 de diciembre a nivel mundial a través de “Alumbra la Vida” y ser testigos de esperanza, especialmente para los no nacidos a quienes se les niega la oportunidad de existir.