¿A qué vino el cardenal Tolentino de Mendonça?

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

Autor prolijo, teólogo y estudioso de lo humano, José Tolentino de Mendonça, cardenal de la Iglesia católica y ministro vaticano de Educación (Dicasterio para la Cultura y Educación) visitó México en gira cultural y de diálogo para propiciar un acercamiento con intelectuales  y responsables de la educación católica en México

Una visita que en momentos de polarización podría ser luz, pero desafortunadamente eclipsada en medios católicos, universidades y liceos e incluso en los de la misma CEM; sus medios y redes sociales, con pocas vistas, no generaron suficiente interés a diferencia de otras giras de prefectos y autoridades vaticanas que tuvieron más relevancia.

La del cardenal portugués no fue menor. Intentó recuperar la agenda del Papa Francisco, de la cultura del diálogo y del encuentro, el Pacto Educativo Global, respuestas a la crisis cultural, antropológica y ética ante el cambio de época en estos tiempos convulsos para México especialmente cuando se ha proyectado una  radicalización ideológica de la llamada Nueva Escuela Mexicana.

Acompañado de las principales autoridades de la Conferencia del Episcopado Mexicano, obispos y sacerdotes, y de los de diversas universidades, no sólo el prelado fue agasajado e invitado a disfrutar la cultura y observar a la sociedad mexicana, también compartió sus ideas acerca de la época que vivimos en las que, no obstante las adversidades, debe forjarse en la esperanza.

Es de destacar el diálogo en la Universidad Pontificia, especialmente por el encargo que Francisco hizo a ese instituto en su única visita a México. De Mendonça afirmó que la ciudadanía en esta particular época debe tener una doble característica, ser cultural y ecológica. Por “una ética del cuidado” en lugar de dilapidar y destruir la casa común, ética de responsabilidad que abunda en el magisterio del Papa Francisco sobre la fragilidad del planeta y el amor sincero por los seres humanos bajo aspectos de solidaridad global, fraternidad universal y en donde todo está interconectado, pero con insuficiencias aún para satisfacer las necesidades de la humanidad. “Los botones de búsqueda no bastan para ser buscadores de sentido”, refiriéndose a la trascendencia de la vida.

Más optimista, siempre usando el verbo “soñar”, el prelado señaló que la aldea es una misma, “en ninguna otra época de la historia, hemos estado tan cerca” y contra la hostilidad, el fomento del cuidado y la hospitalidad regida por la compasión y la espiritualidad cuyos recursos se hacen necesarios para ser “explotados” ante las carencias  de una sociedad fragmentada y en crisis.

Un aspecto que no debe dejarse de lado fue su reflexión en Basílica de Guadalupe. El hecho guadalupano se actualiza en nuestro tiempo cuando “La Casa” que la Virgen pidió ahora es en donde todos vivimos, México, para respetar el medio ambiente, la casa común, fomentar las relaciones familiares y fortalecerlas, así como “con los vecinos y los demás.”

Redefinir la educación. El prelado citó al filósofo de la modernidad líquida, Zygmunt Bauman cuyo pensamiento escudriña la educación ante estas variables temporales y políticas, de consumismo e incertidumbre, de individualidad y desarrollo tecnológico masivo, de globalización e indiferencia. Por el contrario, el prefecto del dicasterio vaticano insistió en que “Escuelas y universidades son expresión de la caridad intelectual…” sentencia que sería el resumen de una visita que no fue bien aquilatada, especialmente cuando la brecha entre la academia católica y el laicismo mexicano parece profundizarse. Efectivamente, entre el primero y el último hay un abismo y de Mendonça quiso tender los puentes para sortear la indiferencia social y eclesiástica y advertir que los intelectuales y académicos católicos no han estado a la altura de las penosas circunstancias que vivimos en México.

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