* El niño tuvo un intento de suicidio como secuela emocional por el abuso, mientras la Diócesis de Izcalli condicionó la «ayuda» a que no se presentara la denuncia penal.
* Miramón Santiago, sacerdote de la diócesis de Izcalli, ordenado en 2017, fue acusado de abuso por la madre del niño de 11 años.
La noche del 31 de enero de 2024, se conoció la denuncia de la madre de un adolescente víctima de abuso sexual en el municipio de Nicolás Romero, Estado de México, a manos del sacerdote Morseo Miramón Santiago.
La madre ofreció una entrevista al medio local mexiquense Escuadrón de Nicolás Romero. En ella narra de manera puntual la manera en que su hijo adolescente le hizo saber del abuso que había sido víctima, la manera esquiva en que tanto el agresor de su hijo como, posteriormente, la jerarquía católica de la diócesis de Izcalli trató de acallar su queja y denuncia en el ámbito penal.
Tanto el sacerdote Morseo Miramón, como el obispo de Izcalli, le propusieron por separado «ayuda» o «apoyos» a cambio de no presentar la denuncia correspondiente ante las autoridades. El obispo Francisco González Ramos, la diócesis de Cuautitlán Izcalli o de Izcalli como a veces se le refiere, dijo que contribuiría a sufragar los gastos de “las terapias” del adolescente.
La madre de la víctima da cuenta, además, de la manera en que el joven modificó de manera notable su actitud y conducta. Se convirtió en una persona que oscilaba de la agresión a la depresión. También da cuenta de la manera en que se afectó el desempeño académico del joven, así como la manera en que la víctima recurrió a la autoagresión mientras se encontraba en la escuela.
En concreto, el joven se hizo cortes en la piel en distintos puntos de sus extremidades y cuerpo, el así llamado “cutting”. La madre de la víctima también reporta un intento de suicidio por medio del consumo de clonazepam. Ese tipo de conductas son consistentes con lo que se observa en otros casos de personas víctimas de abuso sexual a manos de clérigos o de otras figuras de autoridad en las vidas de las víctimas.
Los hechos ocurrieron, según la narración de la madre de la víctima, a partir de octubre de 2022 y continuaron hasta que el menor escribió una carta a su madre en marzo de 2023. En la actualidad, la víctima tiene 13 años, por lo que el abuso inició cuando tenía 12 años.
En la carta, el joven da cuenta de la manera en que el sacerdote Morseo Miramón había abusado de él, al grado de tratar de penetrarlo, aunque los estudios que se han hecho después de que la víctima entregó esa carta a su madre, demuestran que sí ocurrió, al menos en una ocasión, la penetración.
Según la narración de la madre de la víctima, luego de que leyó la carta de su hijo, buscó entrar en contacto con la jerarquía católica de la diócesis de Izcalli. Lo hizo por medio de los correos electrónicos que aparecen en la página de Facebook de esa entidad religiosa.
Según dijo la madre de la víctima, la respuesta que recibió vino directamente de Francisco González Ramos, primer obispo de Cuautitlán Izcalli, diócesis que incluye al municipio de Cuautitlán Izcalli, así como el de Nicolás Romero, en el norponiente de la zona metropolitana de la Ciudad de México.
Casi de manera simultánea, la madre de la víctima confrontó a Miramón Santiago quien en ese momento todavía cumplía alguna función en el templo de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima en Amado Nervo y Vicente Guerrero no. 31, colonia Hidalgo, código postal 54434, Nicolás Romero, Estado de México.
Según lo dicho por la madre de la víctima, la confrontación sirvió para que el agresor aceptara su responsabilidad e incluso ofreció “apoyos”. Morseo Miramón se había ganado la confianza de la madre de la víctima gracias a la entrega de “regalos”, una táctica frecuente de los depredadores sexuales que, en este caso, tomó la forma de una guitarra dada al menor como “regalo”.
La oferta de “apoyos” fue usada también por el obispo González Ramos en marzo de 2023, así como por dos sacerdotes designados por él para investigar a Miramón. Uno de esos sacerdotes es Juan Gabriel García Mota, párroco de San Pedro Apóstol, a quien se puede ver a las puertas del templo de su parroquia en la imagen que aparece inmediatamente después de este párrafo.
La oferta de “apoyos”, sin embargo, dependía de que la madre de la víctima no presentara ninguna denuncia ante las autoridades civiles y que, en cambio, aceptara lo que le ofrecían los abogados a las órdenes de González Ramos, quien se comprometió a que sería él quien reportara los hechos a las autoridades.
Lo único que la madre de la víctima percibe como respuesta de la jerarquía católica de Izcalli fue el retiro de Miramón del cargo no determinado que ocupaba en Nuestra Señora de Fátima.
La madre de la víctima dejó pasar tres meses, de marzo a junio de 2023, antes de pedir al obispo González Ramos información sobre la denuncia ante las autoridades civiles. En concreto, le pidió el número de la carpeta de investigación. Como no hubo respuesta a esa petición, la madre de la víctima decidió dar por terminada la colaboración la diócesis que, de todos modos, se había limitado a la entrega de 800 pesos que cubrieron una parte del costo de los estudios que se debían practicar a la víctima.
Sin embargo, cuando la madre de la víctima trató de presentar la denuncia, también enfrentó las trabas de las autoridades de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, que dieron largas a la posibilidad de que el menor víctima de la agresión sexual pudiera ser sometido a los exámenes que se siguen en estos casos.
Teléfono rojo
Pero hay retrasos en la integración de la carpeta y en la atención de la Fiscalía del Estado de México. La madre de la víctima se vio obligada a recurrir al uso del así llamado “Teléfono Rojo” que existe en algunas oficinas de la Fiscalía de esa entidad, para que se pudiera realizar la primera evaluación por parte de esa autoridad.
Como en otros casos, las prioridades de las autoridades del Estado de México y otras entidades de la República, sin importar a qué partido está afiliado el o la gobernadora, prestan poca o ninguna atención a las exigencias de justicia planteadas por las víctimas de abuso sexual y/o por sus familiares.
Debe hacerse notar que ya antes de que la madre de la víctima hiciera pública su denuncia ante un medio local del Estado de México, había denuncias en redes sociales contra Morseo Miramón. Una de esas denuncias apareció publicada el 27 de julio de 2023 en la cuenta de un colectivo denominado Feministas Difusión Edomex y CDMX en Facebook.
En esa denuncia, además de hablar del episodio de abuso a manos de Morseo, a quien identifican como «Morceo», el grupo Feministas Difusión Edomex y CDMX también da cuenta de la existencia de un grupo o clique dentro de la diócesis de Izcalli que tolera los abusos a manos de distintos clérigos.
Dicen que entre los cercanos al obispo…
«…figuran los nombres de José Rurico (vicario general), Juan Gabriel García (canciller), Javier Vázquez (rector del seminario) e Israel Landero (responsable de los sacerdotes jóvenes).
«Mismos que abusan de su autoridad y manipulan al pastor para administrar y dirigir a su antojo, y se mueven cual príncipes, puesto que por todos parece que sus miras van más allá de Cuautitlán Izcalli y esperan en algún momento alcanzar el honorable cargo de su pastor.
«Esto les ha llevado a encubrir varios casos de pederastía con tal de (no) manchar su reputación a los ojos de Roma».
A continuación se presenta el texto tal cual como lo publica este grupo en su cuenta de Facebook que puede consultarse también aquí.
La historia de Morseo
Como ocurrió en el caso de Sergio González Guerrero, el sacerdote acusado de abuso en la alcaldía Tlalpan de la Ciudad de México, en el caso de Morseo Miramón lo primero que llama la atención es que haya nacido en el estado de Guerrero.
No es que la diócesis ofrezca alguna información sobre esta persona. De hecho, si en la Arquidiócesis Primada de México fue posible establecer que hubo en algún momento un sacerdote con el nombre de la persona acusada de abusar de un menor en Tlalpan, en el caso de la diócesis de Izcalli ni siquiera eso fue posible establecer.
Investigaciones
La ruta al sacerdocio del cura acusado de abuso en Tlalpan
Aunque existe un dominio registrado a nombre de la diócesis de Izcalli, ese dominio lleva a una página “muerta”. Es un destino que aparece referido en la página de Facebook de la diócesis, así como en el portal Web de la arquidiócesis de Tlalnepantla, a la que está vinculada la diócesis de Izcalli así como otras del norte y el oriente del Estado de México, que se puede consultar en esta dirección. El resultado de hacer clic en ese vínculo aparece en la imagen que se presenta después de este párrafo.
La única noticia cierta de la identidad del sacerdote Morseo Miramón se obtuvo gracias a que la diócesis de Nezahualcóyotl, en el otro extremo del Estado de México, tuvo a bien “colgar” un ejemplar de la revista Mensaje en formato PDF. Esa revista es el órgano oficial de las diócesis vinculadas a la arquidiócesis de Tlalnepantla, En las páginas del número de julio de 2017 de esa revista, fue posible encontrar una fotografía y crónica de la ordenación de algunos diáconos y presbíteros de esas diócesis el 23 de junio de 2017.
La fotografía y el texto de esa noticia aparecen como imagen inmediatamente antes de este párrafo, mientras que el ejemplar de esa revista en formato PDF está disponible después de este párrafo. La noticia aparece en la página 4 de este archivo PDF.
El número de Mensajero, la revista de las diócesis vinculadas a la arquidiócesis de Tlanepantla, Estado de México, de julio de 2017.
Fuera de esa noticia que, de todos modos, carece de algún carácter oficial, incluso para los relajados estándares del derecho canónico, todo lo que se puede decir de Morseo Miramón Santiago se desprende del rastreo de su huella digital en distintas redes sociales.
Esta tarea se ha hecho tanto en cuentas que él ha creado en los últimos diez años como en cuentas de otros sacerdotes y antiguos compañeros de seminario que lo llegaban a “etiquetar” en esas redes sociales.
Además de que es posible establecer que Morseo Miramón, el sacerdote a quien la madre de la víctima acusa de haber abusado de su hijo, es originario de Guerrero, también es posible establecer que fue alumno del seminario de la arquidiócesis de Acapulco, Guerrero, a mediados de la década pasada.
Lo que no es claro, desde luego, es por qué no continuó sus estudios en esa diócesis. Tampoco es claro si quien fue su obispo, el ahora arzobispo de Morelia, Michoacán, Carlos Garfias Merlos informó a otros obispos de México de las razones por las que Morseo Miramón había dejado el seminario de Acapulco.
Que fue estudiante del seminario de Acapulco se pudo establecer porque una de las tres cuentas en la red social antes conocida como Twitter, que se puede consultar aquí, lo presentan a él en sotana, con la faja de color azul que suele usarse como signo de identidad de los seminaristas, y con una fotografía del edificio principal del seminario de Acapulco.
Fue posible encontrar al menos una fotografía de Morseo Miramón con el entonces arzobispo de Acapulco y ahora arzobispo de Morelia, aparentemente después de que Garfias Merlos celebró alguna ceremonia importante en el puerto de Acapulco.
También fue posible encontrar algunas fotografías de su, así llamada en la jerga del catolicismo, “cantamisa”; es decir, la primera misa que celebra un sacerdote de esa denominación.
A continuación se reproduce una captura de pantalla del mensaje que en Facebook celebra la “cantamisa” de Morseo en 2017, que estaba disponible hasta la tarde del 1 de febrero en esta ubicación.
A continuación aparece también una de las fotografías de esa “cantamisa”. En ella, el entonces “neosacerdote” Morseo aparece sentado con el micrófono en su mano izquierda en lo que podría ser la parroquia donde vive su familia en alguna población cercana al puerto de Acapulco en el estado de Guerrero.
La única referencia de Morseo Miramón como sacerdote de la diócesis de (Cuautitlán) Izcalli la ofrece un vídeo de una de las parroquias de esa diócesis, la de Santa María de Guadalupe, en el que se puede ver a Morseo alardear acerca de su visión en materia de moral sexual y del papel de la familia como puntal de esa visión.
El vídeo estaba disponible hasta la tarde de este jueves 1 de febrero en Facebook, pero como estos vídeos suelen ser retirados de la red cuando se hacen públicos en casos como este, se presenta en su totalidad inmediatamente después de este párrafo.
El sacerdote Morseo Miramón en un vídeo de una de las parroquias de la diócesis de Izcalli de 2019.
Debe hacerse notar que la opacidad en la información que se traduce en las dificultades para identificar las trayectorias de los sacerdotes depredadores sexuales no puede explicarse en función de la falta de recursos de las diócesis mexicanas.
Cuando las diócesis mexicanas o de otros países de América Latina lo desean, se embarcan en costosos proyectos de comunicación social o de construcción o de otro tipo, que les permitan, por ejemplo, transmitir audio o vídeo cuando lo consideren necesario.
El hecho de que, ni en la Arquidiócesis Primada de México, ni en una diócesis de tamaño mediano en una zona urbana como la de Izcalli sea posible consultar cuáles han sido los cargos que han ostentado los sacerdotes y, sobre todo, exsacerdotes, no es casual.
Es un “error” de diseño que les resulta favorable a las estrategias de encubrimiento de los sacerdotes involucrados en abuso sexual, entre otras prácticas. También les permite evitar cualquier tipo de rendición de cuentas ante sus feligreses, la opinión pública y, eventualmente, antes las autoridades.
Al oscurecer tanto como pueden la trayectoria que han seguido sus sacerdotes se hace más difícil documentar quién podría ser responsable de una situación como la que se ha descrito en este caso o como la que se describió en el caso de Sergio González Guerrero, el sacerdote acusado de abuso en la alcaldía Tlalpan de la Ciudad de México.
En este sentido, sería necesario establecer si Morseo era párroco, vicario, capellán o qué condición estuvo adscrito a la parroquia de Nuestra Señora de Fátima. Si sólo era vicario o capellán, será necesario establecer si el párroco a cargo de ese territorio supo o no de las actividades de Morseo y qué medidas tomó para evitar que actuara como lo hizo.
También sería necesario establecer si la Arquidiócesis de Acapulco informó a otras diócesis de México de las razones que llevaron a Morseo Miramón a abandonar sus estudios en el seminario del Puerto del Pacífico.
Otra cosa necesaria, sería establecer qué procedimiento siguió la diócesis de Izcalli para admitir a Morseo en su relativamente nuevo seminario, toda vez que esa diócesis apenas fue creada en 2014, como se puede constatar en la ficha de esa diócesis en Catholic Hierarchy, la base de datos más completa para dar con información de diócesis y obispos de la Iglesia Católica a escala global.
El cálculo que es posible hacer es que, dado que Morseo fue ordenado como presbítero el 21 de junio de 2017, él tendría que haber sido ordenado diácono a mediados de 2016. Ello implicaría que Izcalli, cuyo seminario no podría haber existido antes de 2015, pues la diócesis como tal fue creada en 2014, lo recibió con la mayor parte de sus estudios concluidos.
Este no es un reparo purista. La evidencia de muchos casos de clérigos depredadores sexuales demuestra que son expulsados de los seminarios o casas de formación en los que inician su camino al sacerdocio por “violaciones al sexto mandamiento”, es decir, por ser sexualmente activos, en muchos casos valiéndose de la violencia o del tráfico de influencias para ello.
Reclutar a seminaristas con problemas en sus seminarios de origen es uno de los signos claros de problemas en candidatos al sacerdocio. Así lo señaló el sacerdote de una de las diócesis de Chihuahua que aceptó la entrevista con Los Ángeles Press acerca de la situación en las diócesis de ese estado.
El caso paradigmático de ello, no sólo en México sino a escala global, es el de Marcial Maciel, quien sólo pudo ser ordenado como sacerdote de la diócesis de Cuernavaca porque uno de sus cinco tíos obispos dirigía esa diócesis y estuvo dispuesto a recibir a su sobrino para darle una “nueva oportunidad”, luego de haber sido despedido de otros seminarios mexicanos.
Todos, excepto la jerarquía de la Conferencia del Episcopado Mexicano, sabemos cómo acabó la historia de Maciel.
Por Rodolfo Soriano-Núñez.
Viernes 2 de febrero de 2024.