Editorial #98 ACN
En un cínico y descarado circo político, la actual gobernadora de Quintana Roo, en un acto realmente desagradable, entregó al Papa Francisco una burda maqueta de lo que simuló ser un modelo a escala del “tren de la justicia social”, pidiendo la bendición del pontífice quien, con una mirada que no dejó lugar a la extrañeza, lo toma seguramente con la pregunta del por qué la invitada pedía el apostólico consuelo.
Lo que al pontífice jamás se le informó es todo lo que ha significado ese tren en la península de Yucatán y cómo devastó el medio ambiente. Seguramente si el Papa hubiera sido debidamente informado, jamás daría una bendición a tal obra que ha ido en contra de las enseñanzas de sus exhortaciones apostólicas LaudatoSi y Laudate Deum sobre el cuidado de la Casa Común.
Incluso cuando obispos y sacerdotes han denunciado ¡y hasta sufrido! daños irreparables por las obras de una obra, fruto del capricho megalómano de una mente que raya en la obstinación y el delirio. El obispo de Campeche lamentó el deceso del padre Martiniano Cruz, debido a la negligencia de un trailer que transportaba materiales para la obra. “Andan con presión de trabajo”, dijo el prelado atribuyendo el accidente a la prisa y falta de diligencia del transportista debido a la inminente “preapertura” o inauguración disfrazada del 15 de diciembre.
Quizá el Papa lo pensaría dos veces antes de dar la bendición a la burda maqueta del tren cuando un obispo emérito, el de Saltillo, ha condenado severamente la obra incluso impeliendo a AMLO entrar en razón y recuperar la cordura. Raúl Vera López es juez del llamado Tribunal de los Derechos de la Naturaleza, órgano que no pertenece a un poder jurisdiccional, sin embargo, se ha encargado de escuchar y recorrer los diversos tramos del tren de AMLO.
En diversas declaraciones, el obispo emérito declaró que el megaproyecto no es una obra aceptada al haberse omitido laconsulta de los pueblos y comunidades. Ante las embestidas presidenciales contra las conclusiones del Tribunal, el obispo emérito pidió a AMLO abrirle las puertas para presentarle el veredicto a la vez que indicó que “Los gobiernos extranjeros no me mantienen y jamás me han dado línea. No estamos dormidos ni lo estábamos antes en cuestiones referentes a los derechos humanos. En la mañanera del día de hoy, una vez más y de manera violenta, se ha referido al trabajo de personas defensoras de derechos humanos”.
El veredicto del Tribunal, del 26 de junio de 2023, sentenciaron a la reparación de los daños ya que el tren de AMLO afectó todos los ecosistemas así como la de los impactos sociales generados por esta obra en cuanto a la tenencia comunal de la tierra y los territorios sin dejar de señalar que debían suspenderse los procesos de despojo y expropiación de la tierra ejidal a las comunidades y revisar los procesos de despojo y expropiación ya realizados.
No obstante, la “preapertura del tren”, se realizó en medio de retrasos y aplausos, pero también con rechazo y dudas. Actuales vienen las palabras del Papa Francisco, ese mismo que tanto admira AMLO en lo que le conviene: “La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos. Con la ayuda de estos mecanismos, cuando se piensa iniciar un emprendimiento con fuerte intervención sobre el ambiente y altos efectos contaminantes, se ilusiona a los pobladores de la zona hablando del progreso local que podrá generarse o de las posibilidades económicas, laborales y de promoción humana que esto significará para sus hijos. Pero en realidad no parece interesarles de verdad el futuro de estas personas, porque no se les dice con claridad que detrás de ese emprendimiento quedarían una tierra arrasada; unas condiciones mucho más desfavorables para vivir y prosperar; una región desolada, menos habitable, sin vida y sin la alegría de la convivencia y de la esperanza; además del daño global que termina perjudicando a muchos más…”
Pero AMLO, se subió a su trenecito, a hacer chú, chú…
