Una fuerte cantidad de fieles laicos han manifestado en diferentes medios, la necesidad de que el clero organizado de todo el país emprenda una campaña de difusión y aclaración sobre los ataques verbales y de facto que el actual régimen gubernamental ha desatado en contra de la Iglesia católica y de sus integrantes, clero y feligresía.
Aunque la Conferencia del Episcopado se ha manifestado en varias ocasiones, no ha sido suficiente, ya que el régimen continúa en cada momento atacando verbal y de hecho a la Iglesia católica.
Han sido algunos valientes obispos y sacerdotes que, desde la tribuna del púlpito, han denunciado públicamente los atropellos de que son objetos y de los feligreses adscritos a sus parroquias, atacados por delincuentes ya que la mayoría no cuenta con protocolos de seguridad en sus áreas de influencia. En algunos templos ha habido desmanes, ataques al interior destruyendo imágenes religiosas, entre otras cosas más, además de los asesinatos de los jesuitas de todos conocido.
Y aunque se organizó un toque de campanas al unísono en todos los templos del país como protesta, de nada ha servido. El régimen comunista, ateo y masón se ha burlado una y otra vez del poco arrastre que actualmente tiene el clero organizado entre la ciudadanía mexicana.
Creo, por lo que dicen varios feligreses, que se requiere una gran manifestación en cada uno de los municipios en donde exista un templo, marchando desde el atrio hacia la presidencia municipal de la cabecera, el mismo día, a la misma hora, para ahora sí hacer sentir una mayor presencia física del catolicismo mexicano que está dispuesto a pelear si es necesario para defender nuestra Iglesia católica.
Prevalece aún el triste recuerdo de los arreglos del clero con el gobierno en la guerra cristera, por lo que los jerarcas católicos actuales defiendan, no sólo la fe de la feligresía, sino la integridad física de todos principalmente de los desprotegidos, niños, niñas, jóvenes y mujeres que no están en condiciones de hacerlo por ellos mismos.
Cada día se incrementan los ataques por diferentes medios hacia los valores fundamentales de la Iglesia, entre otras cosas el abuso en la ideología de género de personas vulnerables, el incremento de la homosexualidad, la pedofilia hasta los asesinatos a sacerdotes en algunas entidades del país.
Se requiere acción pacífica por ahora para que no sea necesarios que los fieles laicos se manifiesten violentamente y se pueda desatar una acción bélica que sería de pronósticos reservados.
Quiten la máscara al presidente de que es muy devoto del Papa Francisco, a quien menciona muy seguido en sus intervenciones y con eso trata de silenciar a los cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes diciendo que él está en contacto con el Papa Francisco y no necesita hacerlo con la jerarquía mexicana.
Los católicos estamos atentos para escuchar los mensajes de nuestra jerarquía; para evitar un mal mayor, debemos actuar lo antes posible, de una forma ordenada y contundente.
Es reprobable la actitud sobre este particular que está asumiendo el actual presidente del régimen a quien aparentemente no le importa la afectación que se pueda dar al clero y a su feligresía por sus seguidores que en su mayoría creen ciegamente en él, inclusive algunos de ellos profesan la religión católica.