La mies es mucha y los trabajadores

Pbro. Crispín Hernández Mateos
Pbro. Crispín Hernández Mateos

Las lecturas de este domingo son un llamado para servir a Dios, tanto en la Iglesia como en la sociedad, siendo apóstoles, profetas, sacerdotes o evangelizadores. Dios es siempre quien llama y el ser humano quien responde a esta vocación. Veamos.

LA VOCACIÓN

Dios nos llama a la vida, a vivir en comunidad y alcanzar la perfección; nos llama también a la santidad y a la vida de gracia con Él. Para ello, nos invita a la conversión y a la reconciliación, para vivir en paz unos con otros. Nos llama a ser sus hijos por medio del bautismo y a formar parte de su familia, la Iglesia. Ya insertos en su Cuerpo y en el seno de una comunidad, nos invita a formar parte de su proyecto salvífico, mediante servicios y ministerios, inspirados y acompañados por el Espíritu Santo. Nos llama a servir y extender su Reino, siendo luz del mundo y sal de la tierra. A unos los llama a ser pastores, a otros maestros y a otros profetas (cf. Ef 4,11), también los llama a ser sacerdotes y al matrimonio. A Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago, Tadeo, Simón y Judas los llamó para ser Apóstoles, es decir, enviados. El llamado siempre será de Él, somos su vocación. 

EL PROYECTO

Jesús los llamó para «estar con Él y para ser de Él» (Mc 3,14; Lc 24,29). El proyecto es formar una comunidad, un grupo de amigos con quien compartir su vida y convencerlos de su misión como Mesías. Jesús nos llamó para sanarnos, para curar nuestras heridas y darnos alivio (cf. Mt 11,28-30), para darnos esperanza y libertad (cf. Lc 4,18), para instruirnos (cf. Mt 10,5; Mc 4,1-2; Mt 5,3-12; Lc 24,13-35), para mostrarnos al Padre (cf. Jn 14,8-10), para orar con Él (cf. Mt 26,36-37) y enviarnos a predicar lo que hemos visto y oído (cf. Mt 11,2-11; Jn 4,42). Es un proyecto basado en el amor y la misericordia, pues al perdonarnos estamos en paz con Él. Ese es el proyecto redentor de Cristo, que implica el calvario y el camino de la Cruz. Jesús nos exige: «el que quiera venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame» (Mt 16,24).

LA MISIÓN

Los apóstoles son «enviados», es decir, forman parte del proyecto salvífico del Padre, por lo cual, después de haber convivido y compartido la vida con Cristo, son llamados a llevar la Buena nueva por todo el mundo (cf. Mt 28,19; Mc 16,15 y Lc 24,47). Jesús dio inicio a su Iglesia proclamando el Reino de los Cielos (cf. LG 1,5), llamando a la conversión y al perdón de los pecados (cf. Mt 4,17), teniendo compasión de las multitudes, sanándolas de toda enfermedad y dolencia (cf. Mt 9,35-36). En este sentido, mandó a sus apóstoles a curar a los enfermos, a sacar los demonios y a resucitar muertos (cf. Mt 10,1.8), además, los envió a proclamar la llegada del Reino de los Cielos (cf. Mt 10,7), a enseñar y bautizar a las naciones (cf. Mt 28,19-20). Esta misión es de Cristo, pero la comparte con su Iglesia y sus apóstoles. Tú ¿te sientes parte de ella?

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