El último acto contra la Iglesia en Nicaragua decidido por Ortega es el congelamiento de las cuentas corrientes de las diócesis católicas, al que siguió el decomiso de los bienes de varias asociaciones, la detención de decenas de párrocos, la expulsión de comunidades enteras de monjas, el exilio forzoso de algunos obispos mientras otros están tras las rejas.
Las relaciones entre el gobierno de la exguerrilla sandinista y el Vaticano están en su punto más bajo tras la expulsión del nuncio apostólico y la interrupción de los lazos diplomáticos. Ante este panorama desolador y grave, el papa Francisco ha mantenido hasta ahora la línea del silencio, excluyendo dos tímidas referencias públicas en las que pidió oración por lo que estaba pasando en el país latinoamericano.
En los últimos días, un párroco que ya se ha metido en problemas por haber arengado a la multitud para que se levante contra «la pareja asesina» -en referencia al presidente Ortega y su esposa Rosaria que ocupa el cargo de vicepresidenta- ha lanzado una suerte de manifiesto en la web en el que anima a todos los sacerdotes y monjas nicaragüenses a informar detalladamente a Bergoglio, contándole lo que está pasando, vía correo electrónico.
El texto del padre Benito Enrique Martínez (acusado por las autoridades de conspirar contra la integridad nacional) está rebotando vía whatsapp.
“Propongo, como primer paso, que nos dirijamos al Sucesor de Pedro, para informarle detalladamente de lo que está ocurriendo y sigue ocurriendo con esa Iglesia, de la que es el principal responsable. Escribamos todos al Papa, dejémonos escuchar por él, tanto por los que están fuera como por los que están dentro de nuestro país”, se lee.
Escribe el padre Benito Enrique Martínez:
«Hermanos sacerdotes, os hablaré con el corazón en la mano: he visto con tristeza el abandono en el que nos encontramos, no sólo los sacerdotes que están fuera, expatriados, sino los mismos sacerdotes que están dentro de Nicaragua y luego los fieles pobres.
«La Iglesia ha caído en una tremenda impotencia; todos han estado buscando formas de sobrevivir a esta catástrofe; la mayoría guardó silencio por temor al Gobierno; asistimos a la expulsión del Nuncio y ninguna voz lo condenó; expulsaron a las Hermanas de Madre Teresa Calcuta y nadie dijo nada; expulsaron y confiscaron a las Madres Contemplativas de Lóvago, confiscaron nuestras universidades y nadie abrió la boca, nadie dijo una sola palabra y así el mal gobierno nos tragó uno a uno, porque estamos solos, sin ninguna defensa”.
El cura señala con el dedo a los obispos que flanquean a Ortega.
Unos por cobardía, otros por miedo y otros «comprometidos a cuidar la tierra, el ganado y la finca como premio a su silencio. En otras palabras, no sabemos si el rebaño está en manos de síndicos o mercenarios. Los verdaderos síndicos se han ido: Álvarez, está en prisión; Mata está retirado y Báez está en el exilio. Estamos en el camino…».
“Y nosotros también, sacerdotes expulsados, exiliados, ex convictos, permanecimos en silencio, como si estuviéramos mirando los toros desde la cerca, frente a una Iglesia herida, golpeada, masacrada; ante aquella Iglesia que nos dio la Vida en el bautismo y nos ungió para hacer de nosotros un sacerdocio real, una nación santa”.
A pesar de la detallada lista de persecuciones en Nicaragua, la línea adoptada hasta ahora por el Vaticano ha estado marcada por la máxima prudencia. Incluso durante el discurso de cuerpo entero a los embajadores a principios de año, el Papa Francisco no había denunciado la deriva dictatorial de Nicaragua. Más que un descuido parecería una elección precisa hacia la exguerrillera sandinista también para no agudizar la represión.
La situación sigue siendo muy tensa y se caracteriza por medidas represivas.
Monjas, sacerdotes, fieles e incluso obispos: si se atreven a alzar la voz para defender los derechos humanos, se meten en problemas. Álvarez Lagos, de 56 años, fue el primer obispo arrestado acusado de conspirar contra el gobierno. otro obispo
Por FRANCA GIANSOLDATI.
DOMINGO 28 DE MAYO DE 2023.
IL MESSAGGERO.