El testimonio es crudo. Cada palabra causa estupor. Dice que entre sacerdotes se disputaban, hasta con celos y discordias frecuentes, los niños que abusarían después en Cochabamba. En su vida sufrió las secuelas de los abusos sexuales, que las padeció luego en sus relaciones de pareja.
Se presenta como “una víctima” de cinco sacerdotes jesuitas: Alfonso Pedrajas, Carlos Villamil, Luis Roma Padrosa, Eduardo Cabanac y Jorge Vila. “Yo sé bien que no soy la única víctima”, dice en un testimonio al exjesuita Pedro Lima, al que accedió La Razón.
Su suplicio comenzó en 1975, cuando quedó huérfano de padre y madre. Había llegado al colegio-internado Juan XXIII, en Cochabamba, a los ocho años de edad, por recomendación de unas monjas que trabajaban cerca de una escuela de Fe y Alegría.
El hombre radicado ahora en el extranjero cuenta con detalles cómo transcurrió su vida en medio de una situación “normal” de abusos sexuales en ese colegio y en el hogar de niños en Tacata, también en Cochabamba.
No se explica cómo fue aceptado a esa edad en el colegio. “Los responsables del colegio pensaron que yo tenía 14 años; aún no sé cómo, pero me dejaron ingresar”.
JESUITAS
Recuerda que entonces Pedrajas fue su primer agresor, al mes mismo de ingresar al “Juancho”, como llama al Juan XXIII. El sacerdote “hacía que le masturbara y le haga sexo oral. Me hacía dormir en una cama muy cerca de él. Fue muy traumante ese mes”.
El nombre del jesuita Pedrajas, envuelto en vida en escándalos de pederastia clerical, apareció el 30 de abril en el reportaje Diario de un cura pederasta, que publicó el periódico español El País.
“Hice daño a mucha gente (¿85?), demasiada”, admite en sus memorias, Historia, que su sobrino Fernando descubrió y compartió con el rotativo madrileño.
Inesperadamente, luego fue trasladado al hogar de niños de Tacata, cerca de Quillacollo, en Cochabamba. Allí trató de olvidar el trauma que le causó Pedrajas y se hizo “chanchero”, el oficio de la crianza de cerdos en el hogar.
Sin embargo, se encontró con la misma situación de la que supuso que salía: Eduardo Cabanac y Carlos Villamil, de los que dijo —para sorpresa suya— eran también otros sacerdotes que “abusaban de los niños y tenían los mismos fetichismos”.
ABUSOS
“Se acostaban con uno o dos niños a veces toda la noche, especialmente el jesuita Eduardo, que tenía sus niños elegidos para abusar”, cuenta la víctima.
“Una vez me hizo quedar a mí en su cama y me hizo lo mismo que me hacía ‘Pica’”, recuerda.
Cuenta que era común entre los abusos que los niños se quedaran toda la noche en la cama de sus abusadores.
Hasta que llegó el sacerdote Luis Roma Padrosa, quien fue denunciado de abusar niños y niñas en su misión pastoral en Charagua, Santa Cruz. La víctima dice que “ahí hubo una discordia por los niños, pues Lucho sacaba fotos a los niños que abusaba, después de abusarlos les daba algunos pequeños privilegios”.
Cuenta que “entre jesuitas se disputaban a los niños y por esos celos y discordias había luchas frecuentes entre ellos”.
Afirma con énfasis que “en las noches los curas tenían peleas por la Dirección y el mando del hogar (Tacata); también se disputaban a los niños”.
Un día, otro sacerdote apareció en su “rescate”: Jorge Vila. Le dijo que tenía vocación jesuita, que debía tener una oportunidad en un “noviciado” en Santa Cruz. “Era otro manipulador”, afirma.
Se lo llevó sin autorización de Cabanac, entonces director del hogar. Cuenta que Vila sufría el “fetichismo” de verlo desnudo al salir de la ducha. “¿Qué carajo te pasa? Tienes lo mismo que tengo yo. Si necesitas mujer, ¿por qué no dejas el sacerdocio y te casas?”, dice que increpó al sacerdote.
“Esto le molestó, ya no me hostigó, creo que buscaba deshacerse de mí”, cuenta la víctima.
Pudo escapar y buscar trabajo y estudios. Años más tarde, se encontró con Cabanac. “No puedes regresar al hogar, otro niño tomó tu lugar, ya que te fuiste sin mi autorización y te fuiste para ser la novia, la mujer de padre Vila”, relata que le reclamó.
La víctima vive hoy en extranjero, adonde se fue con $us 1.000 que le dio ‘Pica”. Dice que le pidió que se vaya “lejos con ese dinero”.
“Lo lograrás, eres un hombre muy fuerte y sé que lo lograrás; cuida ese dinero, hazlo crecer y sal del país”, fue la recomendación de Pedrajas, según el relato.
NIÑOS
“Creo que se sintió muy mal por todo lo que me hizo cuando era muy pequeño”, dice el hombre.
Más tarde se dio cuenta de las secuelas, especialmente en la relación con sus parejas. “Era un hombre muy complicado en la relación con mis parejas. Nunca pude mantener una relación estable y duradera”, se lamenta.
Conocido el caso Pedrajas y sus tentáculos que investiga el Ministerio Público en Bolivia, la víctima de cinco sacerdotes piensa en el retorno. “Ahora es tiempo de regresar, aunque me siento como un pez fuera del agua por no tener a nadie en Bolivia”.
Sin embargo, su propósito es trabajar por quienes sufrieron los abusos clericales en el hogar y el colegio Juan XXIII. “No sé cómo, pero trataré de evitar otras tragedias como las que vivieron tantos niños huérfanos”, promete.
Es otro testimonio que alimentan la indignación en el país.
POR RUBÉN ATAHUICHI.
LA PAZ, BOLIVIA.
LA RAZÓN.