Las lecturas de este domingo nos hablan de la conversión como exigencia básica para recibir a Jesús, tomando en cuenta dos actitudes fundamentales para dicho cometido: la justicia y la paz. Veamos.
¡VEN SEÑOR, REY DE JUSTICIA Y DE PAZ!
El hombre justo es quien cumple la voluntad de Dios, que no anda por caminos equivocados, ni difama a su hermano, es el hombre de labios puros y corazón sincero (cf. Sal 24). Jesucristo es ese hombre justo y pide a sus discípulos que trabajen por la justicia y la paz, para ser bienaventurados (cf. Mt 5,10). La justicia es una virtud, que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. El hombre justo se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo.[1]
La paz es un atributo esencial de Dios: «Yahveh- Paz» (Jue 6,24), es el efecto de su bendición (Nm 6,26) y representa la plenitud de la vida (cf. Ml 2,5). Esta paz genera fecundidad (Is 48,19), bienestar (Is 48,18), prosperidad (Is 54,13), ausencia de temor (Lv 26,6) y alegría profunda (Pr 12,20). La paz de Cristo es la reconciliación con el Padre: El «es nuestra paz » (Ef. 2,14).[2]
¡PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR!
Preparar el camino exige planear minuciosamente la llegada de Jesús, diseñar las estrategias para recibirlo y llevar a cabo las acciones para su nacimiento; significa allanar y rebajar los montes, enderezar lo tortuoso y hacer llano lo áspero (Is 40,3-4 y Lc 3,5). San Juan Bautista preparaba el corazón de las personas, llamando al arrepentimiento y la conversión, para ello debían confesar sus pecados, dar frutos de ese cambio interior y ser bautizados.
Los discípulos de Jesús necesitan tener las manos limpias, el corazón contrito y el espíritu puro. Para ello es necesario hacer oración, confesarse y practicar las obras de misericordia. El camino no es fácil ni rápido, pero es alegre y reconfortante. Las estrategias para recibir a Jesús son la comunión y la sinodalidad; las actitudes son la alegría y la esperanza; las obras son la justicia y la caridad. Preparemos el camino de Jesús estando en paz y armonía con nuestros hermanos.
¡CONVIÉRTANSE, PORQUE YA ESTÁ CERCA EL REINO DE LOS CIELOS!
La metanoia es considerada como una transformación profunda de corazón y mente a manera positiva. Hay teólogos que sugieren que la metanoia es un examen de toda actividad vital y una transformación de la manera como se ven y aceptan las personas y las cosas. Se trata de un cambio radical y profundo, que comienza examinando minuciosamente lo que se ha hecho, para después, discernir el mal cometido, arrepentirse del daño ocasionado y querer reparar dicho error, cambiando de ruta o dirección existencial. Es un cambio de pensamientos, actitudes y acciones.
En este sentido, en el cumplimiento de su misión, la Iglesia está llamada a una constante conversión que es también una «conversión pastoral y misionera», consistente en una renovación de mentalidad, de actitudes, de prácticas y de estructuras, para ser cada vez más fiel a su vocación. La conversión pastoral para la puesta en práctica de la sinodalidad exige que se superen algunos paradigmas, todavía frecuentemente presentes en la cultura eclesiástica.[3] Y tú ¿de qué tienes que convertirte? ¿Cuáles son los cambios para tu vida?
[1] CATIC # 1807
[2] Cf. CDSI # 488, 489, 491 y 492.
[3] Ibíd. # 104 y 105