Para el cardenal Mario Poli comenzó este lunes el tiempo de descuento como arzobispo de Buenos Aires porque cumplió 75 años, edad en la que los obispos deben elevar su renuncia al Papa. Se descuenta que la dimisión ya se le presentó a Francisco porque se estila no esperar al último día. Aunque el Pontífice puede demorar la designación del sucesor unos meses -e incluso años-, el nombramiento se produciría más temprano que tarde, lo cual hace tiempo que desató especulaciones sobre el posible reemplazante.
Entre los nombres que se barajan para sucederlo se cuenta en primer lugar el arzobispo de Bahía Blanca, Carlos Azpiroz, de 66 años, nacido en Buenos Aires y surgido de la orden de los dominicos; seguido por el arzobispo de San Juan, Jorge Lozano, de 67 años, ex obispo auxiliar de Buenos Aires en tiempos de Bergoglio y actual secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam); y el arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, de 60 años, oriundo de Córdoba.
La probable rapidez del recambio podría tener que ver con un pedido del propio Poli -quien se reunió con el Papa en mayo- o con el deseo de Francisco de avanzar prontamente en la configuración de un perfil más alto que el que tuvo Poli en la conducción de la jurisdicción católica más importante del país, que él mismo ocupaba hasta ser elegido Papa. Poli evitó declaraciones fuertes hacia los gobiernos de turno y optó en su accionar por la discreción.
Si bien fue designado por Francisco a las pocas semanas de su elección papal -ya lo tenía in pectore para proponérselo al Vaticano como su sucesor, ya que él mismo estaba por jubilarse-, dicen que la sintonía de Poli con el actual pontífice no fue plena. Si bien todos en la Iglesia le reconocen a Poli su honestidad y austeridad, habrían surgido -por caso- diferencias de criterio sobre el modo de llevar adelante la gestión de las cuestiones económicas.
Cortocircuitos con Bergoglio
A comienzos de mayo, se conoció que el Vaticano había realizado el año pasado una auditoría en el arzobispado de Buenos Aires y detectado que ventas y alquileres de inmuebles de la curia porteña no habían sido sometidas a los controles que establecen las normas eclesiásticas. Además, recomendaba que se hicieran las «transacciones estrictamente necesarias» dado que este 29 de noviembre iba a hacerse efectiva la renuncia del cardenal Poli.
En el informe no se mencionaban operaciones concretas, pero sí se advertía por la falta de conformación del Colegio de Consultores y del Consejo de Asuntos Económicos de la arquidiócesis, integrado por sacerdotes y laicos, que deben supervisar las transacciones, y recordaba que cuando el monto supera los trescientos mil dólares debe consultarse a la Santa Sede. Además, deslizaba que «asesores financieros» se habrían beneficiado con las operaciones.
En aquel momento, cientos de sacerdotes de la ciudad de Buenos Aires salieron a defender la honorabilidad del cardenal Poli, en un hecho inédito. A su vez, Poli difundió una declaración de desagravio a los sacerdotes que lo asisten en cuestiones económicas, al considerar que fueron víctimas de una «infamia, montada sobre denuncias subjetivas y calumniosas, muy lejos del espíritu evangélico que debiera reinar entre los cristianos».
En las primeras elecciones en la Conferencia Episcopal -el organismo que agrupa al centenar de obispos del país- tras su nombramiento como arzobispo de Buenos Aires, Poli pidió a sus pares que no lo votaran para la presidencia. Es que los obispos se suelen inclinar por quien está al frente del arzobispado porteño. No obstante, lo eligieron vicepresidente. Actualmente, es titular de la comisión de Educación de la Iglesia.
En línea con la posición histórica de la Iglesia tras la crisis de 2001, Poli exhortó a los dirigentes en cada tedeum por el 25 de Mayo al diálogo y la búsqueda de consensos para sortear la crisis que vive el país.
Por Sergio Rubin.
Buenos Aires, Argentina.
clarín.