* El Sínodo de la sinodalidad, valga la redundancia, proponer una mayor participación laical en la Iglesia: servirá justo para lo contrario.
Decíamos ayer que el Opus Dei habría precipitado un congreso extraordinario para adelantarse al cardenal jesuita Gianfranco Ghirlanda, enemigo declarado de las prelaturas… y que eso llevaría, sencillamente, a cargarse la vocación universal a la Santidad y, de postre, al Opus Dei.
Decíamos, también, y esto es aún más importante, pues no sólo afecta al Opus Dei sino a toda la Iglesia, que no vivimos tiempos de secularización sino todo lo contrario: la nota distintiva de la Iglesia actual es un clericalismo acelerado. Entre otras cosas, porque no hay nada más clerical que un cura progre… y hay mucho cura progre por ahí suelto.
Encima, ahora estamos en el Sínodo de la Sinodalidad, valga la redundancia, que se supone propiciará una mayor participación laical en la Iglesia: servirá justo para lo contrario: mucho me temo que se está disparando el clericalismo ambiente, que se compone de curas empeñados en comportarse como seglares y en seglares empeñados en comportarse como clérigos. De esta forma, se consigue una mezcla de cursilería y beatería difícilmente superable.
Desengáñense: cuanto menos aconfesionales somos más clericales nos volvemos. Si nos identificamos como católicos, si ejercemos como tales con coherencia y sin respetos humanos… entonces ni ansiamos ni necesitamos cargo o papel alguno en la estructura eclesial.
Cuanto menos aconfesionales somos más clericales nos volvemos y cuando un cura predica diálogo y sinodalidad, no lo duden: le está exigiendo al laico obediencia perruna
Y en el otro lado, bueno, cuando un cura pide diálogo y sinodalidad al laico ya sabemos que lo que le está pidiendo es obediencia perruna. Y ojo, porque en muchas estructuras eclesiales, es lógico que el administrador de sacramentos y sin responsabilidades familiares, deba ser el que mande. Lo que molesta es que lo disfrace de democracia. Mire usted, la Iglesia no puede ser democrática porque tiene un único jefe; el Espíritu Santo. Conforme, pero que no me vengan con la coña del diálogo: si el cura tiene que mandar que mande pero sin mentiras.
Volvamos al Opus Dei y al ataque de los jesuitas, que hoy dominan la Curia vaticana, contra la Obra. Empecemos por el final: si su ilustrísimo y reverendísimo Gianfranco Ghirlanda consigue que el Vaticano fuerce a separar a curas de laicos en la Obra… se habrán cargado a la Obra. Conviertan a los laicos en algo parecido a una cofradía de Semana Santa o a un pía unión, desligados de los clérigos opusianos que poseen su mismo espíritu… laical.
Porque es verdad que en la obra mandan los laicos y si el prelado es un prelado es porque los curas de la obra administran los sacramentos a la sección femenina, a su vez separada de los varones laicos. Sí, el daño que puede hacer no es sólo a la Obra sino a toda la Iglesia. Se estará negando la llamada universal a la Santidad -todos, laicos y curas deben ser perfectos como Nuestro Padre Celestial es perfecto- que, por cierto, fue la novedad -más recordado que inventado- por un tal Josémaría Escrivá y que, atención cardenal Ghirlanda, el Vaticano II refrendó en la Lumen Gentium. Es decir, que lo que está ocurriendo, o puede ocurrir, no sólo ataca al Opus Dei sino al Concilio Vaticano II y por idéntica razón.
Sí, el Sínodo de la sinodalidad preveía una mayor participación laical en la Iglesia: servirá justo para lo contrario. Bueno, salvo que el Papa Francisco inicie el mismo cambio que en el Sínodo sobre la familia o en el Sínodo de la Amazonía: recuerden que cuando, los de siempre, empezaron a decir chorradas en el concilio sobre la familia, Francisco les recordó que el Sínodo acabaría concluyendo lo que él dijera. Y así fue; ni comunión para los arrejuntados ni perrito que nos ladre.
En el Sínodo de la Amazonía ocurrió algo similar y aún mayor: se preveía lo peor y Francisco acabó concluyendo que ni consagración por catequistas, ni ordenación de mujeres… ni perrito que nos ladre: «La Eucaristía hace la Iglesia«.
El Sínodo de la Sinodalidad acabará igual y a uno sólo le queda una pregunta: Santidad, ¿Seguro que era necesario sembrar la confusión para luego reafirma la doctrina? ¿quizás se trata de una sutil psicología argentina? Como yo soy un gallego simplón, prefiero los procedimientos simples.
Ojo: si logran separar a curas de laicos en el Opus Dei… se habrán cargado a la Obra
Decía Pepón, el alcalde comunista de Giovanni Guareschi, que su eterno adversario, el párroco Don Camilo, era «un cura no clerical». Pues ese es el problema de la Iglesia: que hay muchos curas y muchos laicos… muy clericales.
¡Ah! y los curas progres son los más clericales de todos. Siempre a través del diálogo, naturalmente.
Respecto a los seglares… cuanto menos aconfesionales somos más clericales nos volvemos y cuando un cura pide diálogo y sinodalidad al laico lo que le está pidiendo es obediencia perruna.
Pero insisto y persisto: si los jesuitas logran separar a curas de laicos en la Obra… se habrán cargado a la Obra y la Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo, tendrá unos miembros muy clericales. No creo que eso le guste mucho a la Cabeza.
Por Eulogio López.
HISPANIDAD.