¡Sia lodato Gesù Cristo! Fueron las palabras inaugurales del cardenal Gerhard Ludwig Müller en su visita a México para un fin de semana en una exclusiva zona de la capital del país a fin de reflexionar sobre la familia y su futuro.
En el panel “familias fuertes, sociedades sostenibles”, en el que intercambió puntos de vista con el elder Wlldford W. Andersen, autoridad emérita de la Iglesia mormona; Jim Daly, presidente de “Focus in te Family” y Valerie Huber, presidenta de grupo de Amigos del Protocolo de Ginebra.
En su ponencia Müller advirtió de la actualidad del nihilismo de Nietzsche y de la popularidad de las tesis del libro Homo Deus de Yuval Noah Arari, ideas muy bien aceptadas entre los mediocres políticos que deberían favorecer más a los seres humanos en vez de suprimirlos.
Las causas de tener seres humanos inflados, diría el antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tiene respuestas sencillas: el nihilismo que tiene como padre el orgullo de la creatura que quiere ser como Dios y cuando el hombre adora la creación, “pierde la gloria de los hijos y de los amigos de Dios”.
Tal nihilismo es hostil a la vida tanto es sus manifestaciones filosóficas como ideológicas en las que, a decir del cardenal, está la ideología gender, la de género, en los que recupera los “patrones de la arrogancia, por ejemplo, la exigencia de matar a los niños en el vientre materno como derecho humano” así como las exigencias utilitarias de la muerte piadosa, la eutanasia, “como en el tiempo de los nazis”.
Como tal, niega la referencia a la fecundidad del matrimonio con el que el Creador “ha bendecido al hombre y a la mujer para que transmitan y protejan la vida creada por Dios”. Todos los seres humanos, incluso antes de su existencia en el espacio y el tiempo, “somos elegidos por Dios y predestinados en el amor hacia sus hijos por medio de Jesucristo y acercase a Él según la bondadosa voluntad”.
Al hablar sobre la elección de la identidad sexual, Müller lo calificó como ficción ya que es “negación de la voluntad de Dios para la persona”, quien nos ha hecho hombres o mujeres y esto es “una cosa buena” dijo el prelado haciendo énfasis en que cada ser humano tiene existencia en su realidad corporal ya sea en su expresión masculina o femenina. Citando al apóstol Pablo, Dios ha querido que el hombre se entienda con su mujer y viceversa “porque como el hombre viene de Dios así el hombre viene al mundo por medio de la mujer”.
Quienes están a favor de este plan divino, la de la realidad unitiva del hombre y la mujer, no pueden reformar la enseñanza de Cristo para vivificar al hombre. Nosotros los cristianos “somos modernos”, no conservadores del tiempos antiguos, sino de la plenitud de los tiempos afirmaría el antiguo prefecto, aseverando que los cristianos están a la “vanguardia de la humanidad”, los demás “que niegan la identidad del hombre, que niegan el matrimonio como raíz del futuro, estos son del pasado bajo el poder del pecado”
El cristianismo desafía esta contracultura del nihilismo antropológico y como tal, afirmó, debería terminar en el suicidio colectivo de la humanidad porque sin el matrimonio no habrá ningún futuro que implique la existencia integral del ser humano señalando, además, que el ateísmo es un nihilismo, antihumanismo que impulsa la cultura de la muerte advertida por san Pablo como fruto del pecado.
Al finalizar su intervención, el prelado hizo hincapié en que la fe de Jesucristo supera la cultura de la muerte contra “los niños, contra el matrimonio, contra el amor”. La “fe en Dios nos abre a una cultura de la vida en el amor a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo porque somos liberados de la esclavitud de lo pasajero a la libertad y gloria de los hijos de Dios».
El antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue panelista en el XIV Congreso mundial de las familias que se realizó del 30 de septiembre al 2 de octubre en la Expo Santa Fe de la Ciudad de México.