La velada amenaza está dirigida a Estados Unidos y sus aliados. Advertencias también a los independentistas taiwaneses. El progreso del país es mérito del PCCh. La Belt and Road es un instrumento de cooperación internacional. Presión sobre Hong Kong: miles de policías vigilan las calles para impedir manifestaciones del frente democrático.
China «aplastará» la cabeza de los que intenten intimidarla, lo mismo que la de los separatistas taiwaneses. Xi Jinping utilizó hoy tonos belicosos en su discurso para la celebración del centenario de la fundación del Partido Comunista Chino (PCCh).
En una capital blindada, frente a 70 mil personas presentes en la Plaza de Tiananmen (la plaza de la masacre de 1989), el presidente chino atribuyó al Partido todo el mérito por el progreso – sobre todo económico – del país. Xi identifica siempre al PCCh con el pueblo y la nación, como una manera de debilitar la posición de Estados Unidos en el sentido de que sus políticas contra Beijing no apuntan a la población sino a los dirigentes chinos.
En la ceremonia estuvieron presentes el predecesor de Xi, Hu Jintao, y su primer ministro, Wen Jiabao. La «facción» de Shanghai no asistió. Varios observadores consideran que el ex presidente Jiang Zemin y su primer ministro Zhu Rongji no están en sintonía con Xi. Sin embargo, la ausencia de ambos, mayores de noventa años, se explica por sus precarias condiciones físicas.
Las autoridades llevan años preparando el evento. Querían hacerlo coincidir con uno de los objetivos clave de Xi: eliminar la pobreza absoluta en el país para este año, y oficialmente ese resultado se alcanzó en enero. Sin embargo, muchos críticos señalan que Beijing utilizó un umbral demasiado bajo para el cálculo. Según las cifras presentadas por el South China Morning Post, en realidad el 13% de la población china sigue en estado precario.
Con veladas amenazas a los países hostiles (sobre todo Estados Unidos), Xi subrayó que China ya no permitirá que la sigan tratando como en la época de la colonización occidental. El líder máximo agregó que Beijing no quiere avasallar a otras naciones, sino que apunta a desarrollar la cooperación internacional con la Belt and Road Initiative (las nuevas Rutas de la Seda), la herramienta que utiliza el gigante asiático para ganar protagonismo en el escenario global.
El presidente reiteró que la «renovación nacional» también incluye la reunificación con Taiwán. Xi dijo que el objetivo es llegar al resultado de manera pacífica; sin embargo, dejó en claro que se combatirá cualquier «conspiración» para lograr la independencia de la isla.
La Oficina de Asuntos Chinos en Taipei respondió de inmediato a las palabras del líder chino. Los taiwaneses reconocen los resultados económicos alcanzados por el PCCh, pero lo acusan de ser una dictadura que pisotea las libertades de los chinos y amenaza la seguridad regional. Las advertencias de Xi tampoco parecen haber intimidado a Estados Unidos. Washington reabrió ayer las negociaciones para firmar un acuerdo comercial con Taiwán que se encontraban estancadas desde que asumió la administración Trump.
Xi también mantiene firme el control sobre Hong Kong. El presidente chino considera que la fórmula «un país, dos sistemas» – el fundamento de la semiautonomía de la ciudad – se debe aplicar asegurando la salvaguardia de la seguridad nacional. Traducción: no hay más espacio para las protestas del frente democrático contra el gobierno.
La antigua colonia británica conmemora hoy el aniversario de su regreso a la soberanía china en 1997. Las autoridades han prohibido la tradicional marcha por la democracia del Primero de julio. Las calles de la ciudad están controladas por miles de policías. Hasta el momento, hay tres personas detenidas porque supuestamente desafiaron las disposiciones.
Por Li Qiang.
Beijing, China.
AsiaNews.