Vacunas derivadas de abortos: ¿cuál ha sido la doctrina de la iglesia?

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Nuestro Señor y Salvador Jesucristo vino a salvar al hombre, a todo el hombre, en alma y cuerpo. Y es por tanto lógico que los miembros de su Cuerpo, la Iglesia, los cristianos, hayan promovido siempre en favor del hombre no sólo la salud de su espíritu, sino también la de su cuerpo. De hecho, gran parte de los progresos en biología, genética, inmunología, bacteriología, vacunas, y tantas otras ciencias médicas y farmacológicas, han sido logrados por investigadores cristianos. En representación de su gremio innumerable, cito solamente a dos científicos muy notables, Louis Pasteur (1822-1895) y Jerôme Lejeune (1926-1994).

Y el Magisterio apostólico de los Papas –como el de Pío XII– siempre ha iluminado y orientado desde la fe los progresos de la ciencia antropológica. De estas enseñanzas de la Iglesia, con ocasión de la pandemia de Covid-19, voy a recoger algunos documentos más importantes acerca de las vacunas, considerando su licitud en ciertos casos discutida.

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Doctrina de la Iglesia

2005. Bajo la autoridad de Benedicto XVI, la Academia Pontificia de la Vida, con la aprobación de la Congregación para la Doctrina de la fe, publicó unas «Reflexiones morales sobre las vacunas preparadas a partir de células derivadas de fetos humanos abortados» (9-06-2005). La ocasión del documento fue la vacuna contra la rubeola. Pero la doctrina que establece tiene un valor general, aplicable a otras vacunas, como las del Covid-19.

«Respecto a quien tiene la necesidad de utilizar tales vacunas por razones de salud, se precisa que, excluida toda cooperación formal, generalmente los médicos o los padres que recurren al uso de tales vacunas para sus hijos, a pesar de conocer el origen (el aborto voluntario), realizan una forma de cooperación [con el mal] material, mediata, muy remota (y en consecuencia muy débil) en lo que se refiere a la producción del aborto»…

«Respecto a las enfermedades contra las cuales no hay todavía vacunas alternativas, disponibles y éticamente aceptables, es obligatorio abstenerse de usar estas vacunas sólo si se puede hacer sin que los niños –e indirectamente la población en general– corran riesgos de salud significativosPero si los niños estuviesen expuestos a peligros de salud notables, pueden ser usadas provisoriamente también las vacunas cuyo uso plantea problemas morales. La razón moral es que el deber de evitar la cooperación material pasiva no obliga si se plantea un inconveniente grave [Nota mía: grave incommodo: ver poco más abajo(*)]. Más aún, en tal caso contamos con una razón adecuada para aceptar el uso de estas vacunas, al estar en peligro de favorecer la difusión del agente patológico, a causa de la ausencia de vacunaciones de los niños…

«Por lo tanto, los médicos y los padres de familia tienen el deber de recurrir a vacunas alternativas (si existen), ejerciendo toda la presión posible sobre las autoridades políticas y sobre los sistemas sanitarios, a fin que estén disponibles otras vacunas que no planteen problemas morales».

(*) Ese «inconveniente grave» parece referirse al grave incommodo objetivo de la teología moral clásica, que exime de culpa a quien coopera en modo material y pasivo con un mal, sea por apremiante necesidad o sea para evitar un grave perjuicio. Principio que está integrado en el Derecho Canónico (can. 1323, 4º). Será la moral, y concretamente el criterio de los Pastores, quienes han de discernir si un principio (por ejemplo, no servirse de células de abortados para fines dignos) es intrínsecamente malo o si su realización o su omisión puede dañar gravemente a los hombres.

2008. Con la aprobación del papa Benedicto XVI, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó lInstrucción «Dignitas personae» (8-09-2008), tratando ampliamente (tiene 37 números), con alto nivel científico y teológico, de varias cuestiones de Bioética, atendiendo especialmente al respeto que debe proteger siempre al embrión humano concebido. Me fijo sólo en un importante párrafo sobre el tema de las vacunas que, aunque especialmente referido a la salud de los niños, establece criterios morales para todos:

Sobre las vacunas elaboradas a partir de células de abortos«existen diferentes grados de responsabilidad. Razones de particular gravedad podrían ser moralmente proporcionadas como para justificar el uso de ese “material biológico”. Así, por ejemplo, el peligro para la salud de los niños podría autorizar a sus padres a utilizar una vacuna elaborada con líneas celulares de origen ilícito, quedando en pié el deber de expresar su desacuerdo al respecto y de pedir que los sistemas sanitarios pongan a disposición otros tipos de vacunas. Por otro lado, debemos tener en cuenta que en las empresas que utilizan líneas celulares de origen ilícito no es idéntica la responsabilidad de quienes deciden la orientación de la producción y la de aquéllos que no tienen poder de decisión» (n.35)..

2017. Siendo papa Francisco, la Pontificia Academia para la Vida, colaborando con el Ufficio per la Pastorale della Salute de la Conferencia Episcopal Italianay la Asociación de Médicos Católicos italianos, publicó una «Nota sobre la cuestión de las vacunas italianas» (31-07-2017); documento poco anterior a la pandemia del Covid-19 (2019).

En primer lugar la Nota advierte que «la falta de vacunación de la población indica un grave riesgo para la salud y para la difusión de enfermedades e infecciones peligrosas y a menudo letales, que habían sido erradicadas en el pasado, como el sarampión, la rubeola y la varicela»…

…Señala también «el hecho de que las líneas celulares actualmente utilizadas [en algunas vacunas] se obtuvieron de abortos provocados hace mucho tiempo [nota mía: años ‘60 y ‘70] y que, por tanto, una evaluación ética negativa de su uso no es fácil de establecer». Por otro lado, «la obligación moral de garantizar la vacunación para una cobertura de la salud de otros es no menos urgente, especialmente en cuanto se refiere a la seguridad de los más vulnerables, tales como las mujeres embarazadas y aquellas personas afectadas de procesos de inmunodeficiencia».

La Pontifica Academia concluye que se debe «excluir que exista una cooperación moralmente relevante entre quienes usan estas vacunas hoy en día y la práctica del aborto voluntario. Por lo tanto, creemos que todas las vacunas recomendadas clínicamente pueden usarse con la conciencia tranquila y que el uso de tales vacunas no significa algún tipo de cooperación con el aborto voluntario».

–Doctrina de los Obispos

La mayoría de los Obispos y de las Conferencias Episcopales que han publicado enseñanzas sobre esta cuestión siguen los documentos emanados por la Santa Sede que hemos recordado.

Por ejemplo, la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, en una declaración presentada por el obispo Kevin Rhoades y el arzobispo Joseph Naumann, publicó el documento «Consideraciones morales con respecto a las nuevas vacunas COVID-19» (14-12-2020), en el que enseñan que

«las razones para aceptar las nuevas vacunas Pfizer y Moderna son lo suficientemente graves como para justificar su uso, a pesar de su conexión remota a líneas celulares moralmente comprometidas».

«No podemos dejar de cumplir serias obligaciones, como la prevención de infecciones mortales y la propagación del contagio entre las personas vulnerables sólo para evitar la apariencia de escándalo». Recibir esas vacunas es «un acto de amor al prójimo y parte de nuestra responsabilidad moral por el bien común».

Texto inglés íntegro o resumen breve en español .

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Por el contrario:

+Los Arzobispos, Cardenal Janis Pujats, Tomash Peta, Jan Pawel Lenga, y obispos Joseph E. Strickland y Athanasius Schneider, publicaron un documento «Sobre la ilicitud moral del uso de vacunas hechas de células derivadas de fetos humanos abortados» (12-12-2020). El documento es relativamente corto, pero claramente argumentado, y dictamina la ilicitud tajantemente. «El uso de vacunas elaboradas a partir de células de niños no nacidos asesinados contradice la máxima determinación de defender la vida por nacer».

«Cualquier vínculo con el proceso del aborto, incluso el mas remoto e implícito, ensombrecerá el deber de la Iglesia de dar testimonio inquebrantable de la verdad de que el aborto debe ser rechazado por completo. Los fines no pueden justificar los medios»… «Las vacunas derivadas de las células de los niños no nacidos cruelmente asesinados son claramente de carácter apocalíptico y posiblemente presagien la marca de la bestia (cf. Apoc 13:16)».

 Poco más arriba he dicho bien: Por el contrario. Los Cinco Obispos citados, que acostumbran a darnos la buena doctrina, predican en este caso un discernimiento moral contrario al de la Doctrina de la Iglesia.

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Habiendo terminado ya este artículo, cuando iba a subirlo a mi blog, veo que se ha publicado hoy un documento muy importante sobre nuestro tema:

2020. «Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19» (21-12-2020)

Con la firma del Prefecto Luis F. Card. Ladaria, SI, la del Secretario Arzobispo Giacomo Morandi, y con la aprobación del papa Francisco, se ha publicado muy oportunamente esta Nota pocos días antes de que comiencen en muchas naciones, según está anunciado, vacunaciones masivas contra la Covid-19. El documento viene a resumir y a reafirmar lo enseñado y establecido en los documentos de la Santa Sede que ya hemos citado. Tiene 6 números, de los que ahora transcribo dos, conservando los subrayados del original. Pero merece la pena leer el texto íntegro.

2. «…cuando no estén disponibles vacunas Covid-19 éticamente irreprochables (por ejemplo, en países en los que no se ponen a disposición de médicos y pacientes vacunas sin problemas éticos o en los que su distribución es más difícil debido a las condiciones especiales de almacenamiento y transporte, o cuando se distribuyen varios tipos de vacunas en el mismo país pero, por parte de las autoridades sanitarias, no se permite a los ciudadanos elegir la vacuna que se va a inocular) es moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción.

3. «La razón fundamental para considerar moralmente lícito el uso de estas vacunas es que el tipo de cooperación al mal (cooperación material pasiva) del aborto provocado del que proceden estas mismas líneas celulares, por parte de quienes utilizan las vacunas resultantes, es remota. El deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave, como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave: en este caso, la propagación pandémica del virus SARS-CoV-2 que causa la Covid-19. Por consiguiente, debe considerarse que, en este caso, pueden utilizarse todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces con conciencia cierta de que el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas. Sin embargo, se debe subrayar que el uso moralmente lícito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones especiales que lo posibilitan, no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto, y presupone la oposición a esta práctica por parte de quienes recurren a estas vacunas».

Bendigamos al Señor. Demos gracias a Dios.

José María Iraburu, sacerdote

 

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