Los cristianos de Pakistán protestarán mañana contra la falta de derechos.

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La Jornada Internacional de los Derechos Humanos, que se celebra en el mundo el 10 de diciembre, será la Jornada Negra de los Derechos Humanos” en todo Pakistán, para protestar contra el aumento de la violencia y las violaciones de los derechos inalienables de cristianos, otras minorías religiosas, personas vulnerables e indefensas en Pakistán. Activistas de derechos humanos, defensores de los derechos de las minorías, líderes políticos, trabajadores sociales y líderes de la Iglesia lo han anunciado a la Agencia Fides, invitando a todos los ciudadanos a unirse a esta “batalla de civilización y democracia” por el país.

“Alentamos a todos los ciudadanos paquistaníes a unirse a nuestro llamamiento a vivir la Jornada Internacional de los Derechos Humanos como un ‘Día Negro’, especialmente para nuestra comunidad cristiana. Vemos como los derechos fundamentales y libertades son pisoteados todos los días: nuestras hijas son secuestradas y convertidas a la fuerza y ​​obligadas a casarse con sus secuestradores; a menudo incluso los agentes de policía apoyan a los secuestradores porque son musulmanes”, explica a la Agencia Fides, Khalid Shahzad, un conocido activista por los derechos humanos y de las minorías de Lahore.

Khalid Shahzad, que también dirige una organización no gubernamental para niños discapacitados, continúa explicando: “Hemos hecho este llamamiento, después de la reciente recuperación de una cristiana de 12 años, Farah Shaheen, y porque queremos ser la voz de todas las demás niñas cristianas e hindúes secuestradas, convertidas a la fuerza al islam y luego obligados a casarse con sus secuestradores”. Shahzad agrega: “Necesitamos una legislación adecuada y la aplicación de la ley vigente. Pedimos protección para las minorías religiosas, especialmente las mujeres y los menores, un blanco fácil para los criminales”.

Según informa Khalid Shahzad, la policía recuperó a la menor Farah Shaheen el 5 de diciembre, gracias a una orden del tribunal de Punjab. La menor fue encontrada encadenada en una habitación y presentaba marcas y heridas en tobillos y pies. Agrega Khalid Shahzad: “En este caso, el oficial de policía también falsificó los documentos y escribió que Farah tenía 17 años. Según la Autoridad Nacional de Registro y Base de Datos (NADRA) de Pakistán, la edad de la niña es de 12 años”. Farah Shaheen fue secuestrada el 25 de junio de 2020 por un musulmán de 45 años llamado Khizer Hayat, la convirtió al islam y se casó con ella contra su voluntad. Debido a la complicidad de la policía, la familia solo pudo presentar una denuncia oficial el pasado mes de septiembre.

Lala Robin Daniel, cristiana y presidenta de la “Alianza Nacional para las Minorías de Pakistán”, en declaraciones a la Agencia Fides, comenta: “Pedimos a todos los ciudadanos que vivan el 10 de diciembre como una “Jornada negra de los derechos humanos”. El caso de Farah Shaheen es un ejemplo claro. Es urgente hacer justicia”. “Debemos detener la actividad criminal contra los cristianos en Pakistán, privados de sus libertades personales”, comenta a la Agencia Fides el padre Bonnie Mendes, un sacerdote pakistaní de Faisalabad, recordando el caso reciente de Sonia Bibi, una cristiana de 24 años asesinada en Rawlapindi por un hombre musulmán llamado Shehzad, tras rechazar su propuesta de matrimonio. La disparó en la cabeza con un arma de fuego la mañana del 30 de noviembre de 2020 en la ciudad de Rawalpindi, murió a causa de las graves heridas mientras intentaban salvarla en el hospital.

Saleem Iqbal, un activista cristiano de derechos humanos de Lahore, condenando el asesinato, dice: “Todo ciudadano tiene derecho a ejercer su libertad de conciencia y de fe. Ninguna persona puede ser obligada a casarse o convertirse. Son derechos humanos fundamentales”. El hombre recuerda algunos precedentes: el pasado mes de julio en Faisalabad, la mujer cristiana de treinta años Saima Sardar, enfermera, fue asesinada por un musulmán por rechazar la propuesta de matrimonio. En 2018, en la ciudad de Sialkot, Asma Yaqoob, de 25 años, fue quemada viva por negarse a renunciar a su fe y casarse con un musulmán. A menudo, tales asesinatos y violencia quedan impunes.

Con información de InfoVaticana/Agencia Fides

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