El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), aceptó que los dos primeros años de gobierno no han sido fáciles. Así lo reconoció durante una gira de trabajo en Tijuana, Baja California (norte de México).
“No ha sido fácil, porque enfrentamos la pandemia, la crisis económica y también a los conservadores, que querían mantener el mismo régimen de corrupción, pero ya son otras las condiciones”.
Para millones de mexicanos tampoco han sido fáciles dos años sin rumbo, en una encrucijada, sin certezas, con el poder concentrado en una sola persona, sin crecimiento económico, en medio de una crisis sanitaria y una sociedad polarizada.
La crisis sanitaria
Los mexicanos enfrentan la emergencia por el COVID-19 muy difícil y dolorosa, con un gobierno que ha insistido desde abril que la pandemia está controlada, pero las cifras de fallecimientos y contagios van en aumento cada día. Los especialistas advierten que falta lo peor.
La “fallida” estrategia implementada por el gobierno federal ha llevado a México a ocupar los peores lugares a nivel mundial en el manejo de la pandemia: número de muertos, positividad, letalidad, fallecimientos de personal de salud, número de pruebas y un largo etcétera.
Al tema del COVID-19 hay que sumarle la escasez de medicamentos para padecimientos graves, como el cáncer. Más de 1600 niños han muerto porque no tienen acceso a sus tratamientos oncológicos. También hay escasez de vacunas.
López Obrador desapareció el Seguro Popular que daba atención médica a millones de mexicanos de bajos recursos, porque no era de su agrado continuar con una institución creada por otra administración “neoliberal”. Entonces, en su lugar, creó al Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), del cual, dijo, sería tan bueno como los servicios de que se otorgan en Dinamarca. Pero no fue así. La Institución tiene más señalamientos que beneficios: no tiene medicinas, no cuenta con apoyos económicos y afecta lamentablemente a los de siempre, a los más pobres.
La crisis económica
En el tema económico la situación es igual de dramática. Desde su campaña anunció que México crecería al 4 % y calificaba de mediocre el crecimiento de 2 % que había con su antecesor, Enrique Peña Nieto.
Pero, el destino lo alcanzó. El crecimiento de México hasta antes de la pandemia por el coronavirus era de cero. Una economía en picada, que el coronavirus agravó.
Frente a la desconfianza a su gobierno, ya se habían frenado las inversiones. No quiso continuar con la construcción de un aeropuerto que, según él, estaba invadido de corrupción. Pero no hubo investigaciones, no hubo castigos, no hubo responsables de esa corrupción que él señalaba. Fue obvio que por necedad, no quiso continuar una obra emblemática que no fuera de él.
Su narrativa de la lucha contra la corrupción se ha ido desmoronando. En lugar de revisar, investigar y castigar a los corruptos en instituciones o en obras, las ha desaparecido. Muchos organismos que apoyaban a mujeres, niños, trabajadores, estudiantes, campesinos, entre otros, ya no existen.
Con la pandemia, se perdieron más de un millón 270 mil empleos formales. El presidente insiste que ya se recuperaron 500 000, pero nadie sabe dónde están esos nuevos empleos.
López Obrador se negó a darles apoyo económico a los empresarios que son los que generan el 70 % de los empleos y miles de empresas han cerrado.
El Banco de México pronostica que en 2020 el Producto Interno Bruto caerá 9.8 % y que en 2021 la economía de este país crecerá solo 3.3 %.
Hace unos días el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo encargado de medir la pobreza en México, presentó su estimación sobre pobreza laboral. Señaló que el porcentaje de personas que percibe un ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimenticia básica, pasó de 35.7 % a 44.5 %. Este año habrá 12 millones de pobres más.
Combate a la corrupción
En su lucha contra la corrupción, se han obtenido logros magros. No existe ningún “pez gordo” detenido y procesado en México. Los exfuncionarios señalados, que se han acogido al llamado “criterio de oportunidad”, han hecho de esta figura jurídica un circo. Ni han dado información que provoque la detención de exfuncionarios de alto nivel, ni han regresado recursos públicos que se les han imputado. Al contrario, su proceso lo llevan desde casa, libres y felices de la vida.
Ha surgido muchísima información en torno al mayor fraude realizado en la pasada administración, la llamada “estafa maestra”, pero pocos resultados.
En cambio, el presidente López Obrador esquiva información sobre la enorme cantidad de contratos directos, es decir, sin licitación, que ha otorgado su administración: los subejercicios que se han detectado en su obra de infraestructura cumbre, “el tren maya” y las millonarias irregularidades que se han encontrado en su principal programa asistencialista, “Sembrando vida”.
También de los desfalcos en el Fondo de Gastos Catastróficos, las compras a sobreprecios en la Secretaría de Agricultura, los desvíos de recursos en la Comisión de Nacional de Cultura Física y Deporte, por mencionar solo algunos casos.
La crisis de seguridad
En temas de seguridad, a dos años de gobierno, estamos en serios problemas. En 24 meses se han rebasado 70 mil homicidios.
Los feminicidios han aumentado de manera inconcebible. Todos los días son asesinadas 10 mujeres y lamentablemente entre las exigencias y la distorsión de una legitima lucha, el presidente ha mantenido silencio y distancia de un tema que aqueja no solo a las mujeres, sino a toda la población.
A dos años, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está lejos de cumplir sus 100 compromisos prometidos en campaña. El cambio que ofreció aún no llega.
Este 1 de diciembre desde Palacio Nacional escucharemos sus otras cifras, porque como dice el mandatario mexicano, él tiene otros datos.
Con información de Panam Post/Marissa Rivera