Juan Manuel Cotelo asegura que desde la zona de confort no se puede crear nada que merezca la pena.

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Lo conocí hace más de 10 años y me impactó su personalidad arrolladora y su capacidad de comunicar. Un curso de guionistas sencillo en una casa religiosa, pero me acuerdo del curso como si fuese hoy, de todos sus consejos y slogans, romper el saque, prohibido aburrir…etc…y me acuerdo de un genial anuncio publicitario de Siemens. Fue justo antes de rodar La Última Cima…pero ya se veía que su estilo era diferente. Con todos ustedes Juan Manuel Cotelo.

Le agradezco infinitamente que me conceda esta entrevista y, como decía Pablo Domínguez, espero no decepcionar demasiado…

No se preocupe, porque no son las preguntas las que pueden defraudar, sino las respuestas. Así que, adelante. Dispare.

Infinito +1, poco a poco, está cumpliendo ya años, ¿en qué medida la productora está colmando sus expectativas de infinitud?

¡Me encanta la primera pregunta! A veces me preguntan por mis expectativas desde el punto de vista numérico: cuántos espectadores, cuántos países, cuánto éxito del que puede medirse en cifras. Y créame: ese análisis es superficial. INFINITO + 1 no nació para llegar a la masa, sino para llegar al espectador individual, a cada persona. Cuando hacemos una nueva película, me gusta engañarme a mí mismo pensando que solamente habrá un espectador que la verá. Y mi expectativa más alta es servir a esa persona, para que la película no sólo le guste o le entretenga, no sólo le resulte interesante… sino que aspiro a algo más profundo: a que la película suponga una invitación potente a su transformación personal.

 

Una agitación interna que le invite a salir de la tristeza, de la soledad, de la pasividad, de la rutina o de la zona de confort en que se encuentre. Si eso sucede… no hay un éxito mayor. Y gracias a Dios, sucede. Literalmente, gracias a Dios. Porque es Dios quien despierta nuestros corazones, quien nos invita a una vida mejor, quien nos da fuerzas, esperanza… En estos doce años de INFINITO + 1 hemos conocido incontables testimonios de conversión personal surgidos de nuestro trabajo. De ahí que sintamos un agradecimiento muy profundo a Dios, por servirse de nosotros. Sin Él, no podríamos hacer nada, salvo tener éxitos que no pesan. Como mucho, podríamos hacer ruido.

¿Realmente merece la pena todo este esfuerzo, este complicarse tanto la vida cuando su madre le dijo que no se metiese en problemas?

Es que ningún esfuerzo pesa demasiado, cuando amas. Por supuesto que sudamos la camiseta, nos esforzamos, nos cansamos, tenemos días buenos y malos… pero ninguna dificultad o esfuerzo tiene suficiente peso, si lo comparas con la meta, con la recompensa. Además, cuando miramos hacia atrás y vemos nuestra pequeña biografía, descubrimos que cualquier queja fue injusta. Cuando nos quejamos, siempre es por falta de fe, de confianza en Dios. No hemos de quejarnos ni prestar atención a las dificultades. Simplemente, hemos de trabajar con pasión.

Aunque no hay obra de Dios sin cruz, ¿se puede decir que la familia de Infinito +1 está siendo muy mimada por Dios?

Desde luego. Así lo sentimos. Nos sentimos privilegiados. Nos sentimos regalados. Como unos niños consentidos. Nuestras cruces son nada si las comparamos con la Cruz. Cuando miras a Jesús en la Cruz… tu cruz se queda pequeñita. Al menos, las mías. Sólo puedo dar gracias por los mimos y pedir perdón por mis quejas injustas.

¿Están saliendo las cosas según sus planes o esto haría reír a Dios?

Si le cuento a usted mis planes… se va a reír mucho. Ahora empiezo a reírme también yo de mis planes, pero durante algún tiempo me irritaba mucho que mis proyectos no salieran adelante, y que siempre me adelantara Dios por la derecha, con algo que yo no había previsto. Ahora intento disfrutar de esa incertidumbre, que me obliga a confiar en Él más que en mí. Y me asombro de que sus planes salgan adelante, contra los pronósticos y cálculos mundanos. La especialidad de Dios es el milagro y, si le damos permiso, obra milagros. Pero si queremos hacer todo con nuestro esfuerzo y demostrar a Dios lo buenos que somos… entonces le ponemos de espectador y los resultados, por muy buenos que parezcan…no son gran cosa. Sus planes desconciertan… pero la experiencia demuestra que merece la pena fiarse de Él más que de uno mismo.

¿Es agotador romper el saque cada día y esforzarse por no aburrir?

Es lo más bonito de este trabajo. Aburrir a los demás es muy aburrido para uno mismo. A nosotros nos resultaría más duro repetir algo que ya hemos hecho antes, que obligarnos a hacer algo nuevo. Los retos nos obligan a mejorar. Cuando detectamos que estamos haciendo lo fácil… saltan las alarmas. Porque en la zona de confort no puede surgir algo que merezca la pena ser visto ni ser producido. Cada vez que empezamos un nuevo proyecto, procuramos partir de lo que no sabemos hacer, más que de lo que ya hemos hecho. Esto es muy estimulante. Nos lo pasamos muy bien y confiamos en que algún espectador también disfrute, sabiendo de antemano que no puedes agradar a todos.

Aunque ustedes realizan un trabajo muy profesional…¿en qué medida hay un componente mayor de Providencia que de cálculos y talentos humanos?

El porcentaje es muy fácil de calcular. Dios aporta todo su poder y nosotros todo el nuestro. Firmamos un contrato entre ambas partes y cada uno pone en juego toda su capacidad. Dios es fiel, Él nunca falla, siempre cumple el contrato. Nosotros sí fallamos, sí frenamos. Los resultados surgen de la fidelidad de Dios, a la que restamos eficacia por nuestra infidelidad.

Usted con su larga y exitosa trayectoria, ¿lo ha visto ya casi todo en temas de fe, de conversiones… o se deja cada día sorprender por Dios?

No considero que mi trayectoria sea larga ni exitosa. Es que no podemos medir esos parámetros. Una vida, por muy larga que sea… es corta, muy corta. ¿Y cuánto es mucho éxito? Aún hoy podemos afirmar que “la mies es mucha y los trabajadores muy pocos.” Nos faltan vidas para contar todas las buenas noticias del Evangelio, que siempre son noticias actuales, porque Dios no está de vacaciones. ¡Es incansable! Cuanto más conoces a Dios… más te das cuenta de lo poco que le conoces. Su amor se manifiesta a diario en cada persona, en cada circunstancia. El único éxito que realmente merece ese nombre es amar. Quien ama y es amado, alcanza el mayor de los éxitos. Y quien no ama o no se sabe amado… ¿con qué se consolará? Lo único que sacia y te hace sentir libre es el amor. Y el amor es nuevo y sorprendente, siempre.

Se percibe que más allá del bien que hacen sus películas, son como la punta del iceberg de un proyecto evangelizador mucho más amplio…Entre ellas la iniciativa El Trampolín, prueba de que Dios es muy creativo y siempre suscita nuevas ideas…

A veces pienso que todavía no sé qué es INFINITO + 1, después de 12 años. Lo voy descubriendo, día a día. Un ejemplo: al principio, yo pensaba que íbamos a ser una productora, como cualquier otra productora, salvo por el hecho de que íbamos a hablar sobre Dios, la fe, la espiritualidad… pero pronto descubrí que eso es un porcentaje pequeño de nuestra misión. Empezaron a llegar muchos mensajes de personas que pedían ayuda, consejo, dirección espiritual. Eso ya no es una productora. Además, surgieron lazos de amor muy fuertes entre las “locomotoras”, que es como llamamos a quienes se han sumado a INFINITO + 1 con sus donaciones de dinero, de trabajo, de oración. Eso ya no es una productora, es una familia. Además, también nos convertimos en distribuidora… ya hemos alcanzado 36 países… y ahora empezamos a dar cursos de formación en “El Trampolín” de INFINITO + 1, porque nos lo pide mucha gente. Como ve, todo se nos va de las manos. No surge de un plan preconcebido, sino de la vida real.

Para finalizar, ahora que todo el mundo tiene miedo a contagiarse y el futuro es tan inestable, ¿Cuál es el mensaje de esperanza de la nueva serie “Contagiosos”?

Pues que hay vacuna para superar la pandemia mundial de falta de amor. Y no es una teoría, sino algo ya probado con los mejores resultados. La pandemia espiritual que sufre el mundo es mayor que la pandemia física. Le damos mucha importancia a la crisis de salud, económica… pero olvidamos que la gran crisis mundial es de tristeza, incluso en medio de la abundancia. El medicamento más recetado en el mundo son los antidepresivos. Un síntoma evidente de pandemia espiritual. Hemos aplicado, en los últimos 50 años, una serie de recetas que creíamos que iban a traernos la felicidad… y nos hemos estrellado, a nivel individual y social. Ahora hace falta humildad para reconocer nuestra enfermedad, que ya es evidente. Y valentía para cambiar de fórmulas, pues las que hemos probado han resultado nefastas. Por ejemplo, hemos vitoreado el eslogan de que lo más importante es la libertad sin límites… y esto ha provocado que choquemos unos contra otros, sin límites.

Hemos aplaudido la falta de compromisos familiares, la manipulación de nuestros cuerpos como si fuéramos juguetes de plástico sin alma, la codicia, la venganza, la falta de respeto a cualquier valor anterior, hemos coreado la palabra “revolución” y “progreso”, pensando que cualquier transgresión de algo anterior nos haría felices… y nos hemos chocado con las consecuencias. Basta con abrir la prensa y descubrir los resultados de esos eslóganes. La buena noticia es que “nunca es tarde, si la dicha es buena”. Y ahí están esas personas “contagiosas”, como testimonios vivos de que la vuelta a la cordura pasa por la vuelta a la fe. Mientras creamos que estamos solos, que no hay Dios, que todo depende de nuestra voluntad y nuestras fuerzas… nos vamos a estrellar una y otra vez. La humildad de reconocer a Dios y aceptar su voluntad, es lo único que nos traerá la verdadera felicidad. Todo lo que nos pide Dios, es que nos amemos unos a otros y que aceptemos su amor. No es tan difícil.

Con información de InfoCatólica/Javier Navascués

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