Dos nombres de los que nadie habla, pero que preparan el asalto final al trono de Pedro
Mientras los analistas repiten las mismas quinielas de siempre, dos nombres avanzan en silencio, bien colocados por las redes progresistas que han tejido su telaraña durante este pontificado: Jean-Marc Aveline, cardenal de Marsella, y Mario Grech, secretario general del Sínodo.
Dos hombres cuya elección supondría no ya la continuidad, sino la radicalización de la deriva sinodal y aperturista iniciada en la última década.
Jean-Marc Aveline: el apóstol del multiculturalismo y el islam
Nacido en Argelia en 1958, Jean-Marc Aveline ha hecho de la apología del islam y la inmigración masiva su carta de presentación. Fundador del Instituto de Ciencias y Teología de Religiones de Marsella, su carrera eclesial ha estado marcada por una obsesión por el “diálogo interreligioso”, siempre favorable al islam y nunca exigente con su conversión.
Nombrado arzobispo de Marsella en 2019 y creado cardenal en 2022 por Francisco, Aveline representa el ideal de una Iglesia diluida, sin dogmas claros, rebajada a mero acompañamiento cultural. Su protagonismo en las “Rencontres Méditerranéennes” —evento convertido en un canto a las bondades de la inmigración descontrolada— lo posicionó como la voz de un catolicismo entregado al suicidio demográfico y espiritual de Europa.
Mario Grech: el cerebro de la demolición sinodal
Nacido en Malta en 1957, Mario Grech ha operado en la sombra como el verdadero ingeniero del proceso sinodal, ese monstruo burocrático que amenaza con convertir la Iglesia en una federación de asambleas locales, sin doctrina común y sometida a las modas ideológicas. Desde su puesto como secretario general del Sínodo, Grech ha impulsado los cuestionarios ambiguos, las consultas amañadas y los documentos finales plagados de vaguedades y trampas semánticas.
Su episcopado en Gozo ya había anticipado su inclinación a ceder ante las presiones progresistas, pero ha sido en Roma donde su influencia ha crecido, apoyado por las conferencias episcopales más heterodoxas de Europa y América Latina. Su lenguaje amable y sonriente esconde un programa radical de disolución de la autoridad magisterial y jerárquica de la Iglesia.
Dos rostros, una misma amenaza
Aveline y Grech son las dos caras de la misma moneda: uno, desde la praxis pastoral entregada al mundo y al islam; el otro, desde la ingeniería eclesial que vacía de contenido la fe para sustituirla por procesos interminables de “escucha” y “discernimiento”. Su elección supondría no solo la continuación, sino la aceleración de la apostasía intraeclesial, disfrazada de inclusión, acogida y diálogo.
Que nadie se engañe: estos no son candidatos neutrales ni de compromiso, sino los tapados de una agenda perfectamente calculada. Su perfil discreto no los hace menos peligrosos, sino más eficaces. Porque mientras los fieles esperan claridad, sus nombres ya circulan en las conversaciones discretas de los salones romanos, allí donde los enemigos de la fe trabajan a puerta cerrada.
Por JAIME GURPEGUI.
CIUDAD DEL VATICANO.
SÁBADO 3 DE MAYO DE 2025.
INFO VATICANA.