El Espíritu Santo no dicta a los cardenales el candidato por el que deben votar: Ratzinger

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* Hay demasiados ejemplos de Papas que el Espíritu Santo evidentemente no habría elegido”.

Tras las exequias de Francisco, que han concentrado la atención no solo de católicos sino del orbe entero, es normal que ahora todos se enfoquen —católicos y no católicos, pues las apuestas no solo de fe sino geopolíticas están muy altas— en quien tomará las redes que hoy están sin auriga.

La respuesta clara la hizo el Papa alemán cuando no era Papa, sino cuando ya llevaba más de 15 años al frente de la entonces Congregación de la Doctrina de la Fe.

En entrevista en 1997 con un reportero de la televisión bávara, que le hacía explícitamente la pregunta de si el Espíritu Santo era el responsable de la escogencia del Papa (un Paráclito un tanto i-responsable, si se piensa en algunos no tan ilustres que han ocupado a lo largo de la Historia el solio de Pedro…) Ratzinger afirmó:

“No diré así, en el sentido de que sea el Espíritu Santo a escogerlo. Diré que el Espíritu Santo no toma exactamente el control de la cuestión, sino que, como buen educador que es, nos deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos del todo. Por lo tanto, el papel del Espíritu debe entenderse en un sentido mucho más elástico, no como si él dictara el candidato por el que uno debe votar. Probablemente la única seguridad que ofrece es que la cosa no puede arruinarse totalmente. Hay demasiados ejemplos de Papas que el Espíritu Santo evidentemente no habría elegido”.

Es claro, Ratzinger, experto en muchas áreas de las ciencias sagradas, también lo era en Historia de la Iglesia, como profesor de Patrística e Historia de los dogmas que fue. Y sabía de lo que estaba hablando.

Por lo demás, es así normalmente como actúa la Providencia Divina, respetando la libertad de sus ‘instrumentos humanos’, quienes con frecuencia usan de esa libertad en sentido contrario a los designios de lo alto. Pero al final, y esa es la Providencia, todo concurre para mayor gloria de Dios, incluso esos Papas “que el Espíritu Santo no habría elegido”, entre otras razones porque tornan más explícita la idea, de que quien sostiene la Barca de Pedro es el propio Dios, y no los meros hombres.

La Providencia es la razón misma del orden de las cosas hacia su fin, ya conocido por la mente divina, expresa Santo Tomás (Cfr. S Th I q. 22 a. 2) Y el fin máximo, último, es la gloria de Dios. Por tanto, hasta los Papas ‘malos’ colaboran con la gloria de Dios.

Esa certeza tenía p. ej. León XIII, que no tuvo problema en que un historiador como Ludwig von Pastor hurgase lo que quisiese de las miserias que podría encontrar en el archivo secreto vaticano. Al final, para este hombre, hoy una de las voces más reconocidas en esa rama del saber que es la historia eclesiástica, la verdad se impuso: No hay problema en encontrar y contar las miserias de los hombres, ni siquiera los de Iglesia, porque si por ellos fuera, esa institución habría desaparecido, como tantas otras. Las miserias de los hombres muestran que quien sostiene a la Iglesia es Dios.

Claro, otra cosa es cuando los hombres deban rendir cuentas a Dios, por sus actos, incluyendo a la hora de elegir un Papa… Por eso, hay que pedir las luces del Espíritu Santo, hay que ser dóciles a su voz, y hay que rezar.

 SCM.

gaudiumpress.

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