Este violento y crudo cambio de época trae aparejado el desdén por los derechos y valores universales. Tal agenda se impone a gobiernos nacionales que funcionan como títeres que descollan por el desprecio a lo más sagrado: la vida humana desde el momento de su concepción hasta su fin de forma natural.
Se ha hecho ver como “bondadoso y positivo” que legisladores refuercen sus leyes particulares con normas perversamente ideologizadas que impongan conceptos falaces como el infame derecho de las mujeres a “decidir sobre su propio cuerpo”, “el libre desarrollo de la personalidad”, “una vida libre de violencia”, entre muchos más que surgen día con día según los intereses internacionales, aunque esto implique asesinar a sus hijos en gestación, suprimiendo a un ser humano, el cual es inferior y prescindible en orden a un bien superior.
En medio de este terrible orden asesino y autoritario, propio de la nefasta agenda “woke”, recordamos una particular contraofensiva fruto de la razón y del sentido común a todos. El pasado 15 de enero se cumplieron 10 años desde que más de 28 mil ciudadanos veracruzanos organizados presentaron la Iniciativa Popular ‘SI VIDA’ ante la LXIII Legislatura del Congreso del Estado de Veracruz. Su propósito era claro: reformar el Artículo 4º Constitucional para consagrar la obligación del Estado de garantizar y defender el derecho a la vida del ser humano y su seguridad desde la concepción hasta la muerte natural.
En esa ocasión, la sinergia creada alrededor de los Abogados Profesionales Laicos de Coatzacoalcos, la Barra de Abogados, organizaciones provida y de la pastoral familiar de la Diócesis de Coatzacoalcos, aunado a la intervención profesional de Consultores Edsegovi, logró lo que parecía imposible e irrealizable: integrar a más de 250 mil ciudadanos de todas las condiciones, profesiones y creencias que reafirmaron su compromiso para blindar la vida en la legislación local, magno esfuerzo al que consecuentemente se fueron sumando las demás Diócesis y Arquidiócesis del estado, con liderazgos como Mons. Luis Felipe Gallardo, el Pbro. José Manuel Suazo Reyes, en ese entonces Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, y el Arzobispo Hipólito Reyes Larios († 8 de agosto de 2021).
Diez años después, los protagonistas de ese singular movimiento, encabezados por el actual obispo de Coatzacoalcos, Rutilo Muñoz Zamora, se reunieron con la firme convicción de que la lucha provida no debe dar cuartel ni tregua a las nefastas ideologías; si bien, a través de argucias legaloides se ha propuesto invalidar esta histórica norma, lo cierto es que la verdad está de lado de la razón: Que el derecho a vivir y proteger al ser humano desde la concepción es el reconocimiento más indiscutible de su dignidad y que nada ni nadie debe arrobarse en doxas falaces que tienen un cometido específico: Envenenar la conciencia y adormecer la voluntad, especialmente de las jóvenes generaciones, sobre la inicua relatividad de la vida y de que todos podemos ser desechables obedeciendo a un bien superior que se pretende imponer como supuesto derecho.
Hace 10 años, la unidad del pueblo logró un hito que marcó la historia. Eso se recuerda, eso permanece y eso es por lo que se sigue luchando, no las mañas legaloides maquinadas por un grupúsculo que sabe que sus acciones tendrán consecuencias. Y es que esta historia nos deja un mensaje claro, en temas como la vida humana, no podemos depender de políticos u organismos. La naturaleza jurídica del ciudadano lo dota de todas las facultades para poder manifestar su voluntad y mandar sobre sus empleados públicos. Pese a todo y contra todo, Veracruz fue un claro ejemplo.
Toca tomar esa estafeta para proseguir una carrera que parece extenuante; sin embargo, en eso nos lleva el futuro. La vida humana no es negociable, es inevitable e irreversible; la vida humana, en pocas palabras, debería ser el epicentro de toda la construcción jurídica de nuestros tiempos.
In memoriam, Lic. Arturo Segovia Flores, laico, hombre de fe, moderno apóstol, incansable defensor de la VIDA.