La solemnidad del Bautismo del SEÑOR concluye el tiempo de Navidad e inicia el tiempo ordinario dentro de la Liturgia. El motivo central de un tiempo litúrgico no queda anulado cuando viene el siguiente, así la Esperanza propia del Adviento se mantiene dentro de la Navidad, que celebra el nacimiento de JESÚS. De igual manera la Epifanía-manifestación- del SEÑOR que celebra la navidad no desaparece a lo largo de todo el Año Litúrgico, pues en cada pasaje de los evangelios surge una nueva manifestación del SEÑOR que se muestra y revela. San Mateo en los últimos versículos de su evangelio expresa a su modo la plenitud de la catolicidad, que lleva incluida también la plenitud de la Revelación. En la versión de san Mateo, JESÚS se despide de sus discípulos en la Galilea, donde todo había comenzado (Cf. Hch 10,34). Antes JESÚS quiere asegurar a sus discípulos que “le ha sido dado todo Poder”, (Cf. Mt 28,18b). ÉL que tiene todo el Poder recibido del PADRE los envía para que hagan discípulos de “todos los pueblos” (v.19). Además de la manifestación mediante el Bautismo en la Santa TRINIDAD los discípulos tienen que enseñar “todo lo mandado por JESÚS” (v.20ª). La manifestación o epifanía es un hecho que la Iglesia testificará, porque JESÚS está “todos los días” en ella hasta el fin del mundo (v.20b). JESÚS tiene todo el Poder de DIOS, porque es el HIJO y posee la misma naturaleza divina del PADRE. El HIJO de DIOS se nos manifiesta de todas las formas posibles en cada instante, todos los días de nuestra personal travesía por este mundo, pues ÉL está siempre para todos y cada uno en particular. El SALVADOR de todos los hombres tiene por objetivo que todos reciban el Bautismo que los hace íntimos a la TRINIDAD; y manda que todos sean enseñados en “todo lo que ÉL ha mandado”. La predicación de JESÚS transformada en enseñanza tiene como centro de la misma al propio PREDICADOR. No sólo hay que transmitir las enseñanzas del MAESTRO, sino que imperativamente tiene que aparecer la personalidad misma de JESÚS en la transmisión del Mensaje. En estos días de Navidad hemos oído a san Pablo pedir al SEÑOR por los que le habían sido encomendados “espíritu de sabiduría y revelación” (Cf. Col 1,17). El ESPÍRITU SANTO, que habló por los profetas como rezamos en el Credo, inspiró a los autores sagrados y de forma especial nos reveló a JESÚS. Ahora, el mismo ESPÍRITU SANTO es el que ha de actuar en nuestros corazones, haciéndolos receptivos de la revelación, manifestación o epifanía, para la que estemos aptos. Todo don de Gracia se le ha dado al HIJO a favor de los hombres. Nada de DIOS podemos esperar fuera del Nombre de JESUCRISTO. Esta singularidad de la salvación hace que todo lo dado en JESÚS tenga carácter católico o universal. Por otra parte, JESÚS advierte en estos versículos, que su Mensaje no se puede fragmentar. El Evangelio tiene un carácter divino y no se puede alterar, por lo que san Pablo enfatiza a los gálatas: “si alguien os predica un Evangelio distinto al que recibisteis, aunque fuese un ángel o nosotros mismos, sea anatema” (Cf. Gal 1,8ss). La Palabra de DIOS recogida en la Biblia se distribuye como alimento espiritual, a lo largo del Año Litúrgico para las celebraciones comunitarias de la Santa Misa con una llamada de atención para convertir esos textos en oración y meditación particular. La homilía del sacerdote debe ser una pieza insustituible dentro del conjunto de ayudas espirituales, pero tampoco puede faltar la meditación personal para recibir la moción que el ESPÍRITU SANTO considere conveniente en ese momento.
La evangelización
San Pablo VI dejó en su documento “Evangelii nuntiandi”, que “la razón de ser de la Iglesia es evangelizar”; o dicho de otra forma: la Iglesia existe y se sostiene por la evangelización. San Pedro escuchó del propio JESÚS que la roca en la que su Iglesia se asentaba residía en la confesión determinada de JESÚS como el CRISTO e HIJO de DIOS (Cf. Mt 16,16). La razón o primer objetivo de la Iglesia es decir al mundo de todas las formas posibles, que JESÚS de Nazaret es el HIJO de DIOS. Pero esta proclamación en todos los frentes no se hará sin dificultades, y en diversos lugares JESÚS lo advirtió. La última bienaventuranza previene a los entusiastas seguidores: “bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan, y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los Cielos” (Cf. Mt 5,12). La primera de las bienaventuranzas propone la imitación a la condición personal del mismo JESÚS: “YO SOY manso y humilde de corazón” (Cf. Mt 11,28-30). El discípulo recibe la “pobreza de espíritu” de su MAESTRO. Esta actitud dispone de forma conveniente para la batalla espiritual que no cesa en este mundo, y en ella se vio sumergido el propio JESÚS. Las bienaventuranzas se cierran con distintas acciones por parte del Malo contra los discípulos que están en el mundo: persecuciones, injurias, mentiras y calumnias. De forma directa se han dado las persecuciones a lo largo de la historia hasta nuestros días. Los discípulos evangelizadores ven que pueden ser acosados o eliminados, pues ellos representan la cara visible del Mensaje de JESÚS. La injuria y la descalificación personal entran en las agresiones de baja intensidad contra los evangelizadores y el mismo Evangelio. JESÚS advertirá que serán echados de las sinagogas (Cf. Jn 16,2), hasta el punto de pensar que actúan según DIOS quiere cuando den muerte al discípulo. La mentira es otro de los recursos empleados por el Maligno para contrarrestar la acción de los evangelizadores y del propio Evangelio. Cualquiera de los avisos dados por JESÚS a sus discípulos lo vivió ÉL en su propia persona. Lo que está anunciado se reedita en cada época con aspectos nuevos, pues los medios disponibles para el bien y el mal van cambiando, pero las constantes permanecen. En cualquiera de las edades, el Maligno intentará sembrar el caos en todos los órdenes. La demolición de las instituciones tiene prioridad. Difusión de sospechas y desconfianzas generalizadas, de modo que todo parezca falso y ficticio, consiguiendo que el individuo particular no encuentre seguridad en parte alguna. Establecimiento de sistemas opresivos que limiten todo lo posible la libertad física y de pensamiento. El miedo como arma de sometimiento es eficaz para la tiranía del mal. La mentira se difunde mediante la propaganda para establecer el estado de opinión que obedezca a los fines establecidos. Todo esto se ensaya en cada época de la historia para contrarrestar la tarea de los evangelizadores. Nuestro tiempo ofrece rasgos propios por los avances tecnológicos y la marcha de las sociedades acomodadas. Nunca hubo en el planeta ocho mil millones de personas, ni se contaron unos dos mil cuatrocientos millones de cristianos, siendo el grupo más numeroso el de católicos, seguido de las iglesias protestantes, los ortodoxos y anglicanos. Ninguna de las grandes confesiones cristianas en Europa se está librando de una apostasía masiva de fieles, que dejan las iglesias alrededor de quinientos mil creyentes al año, solamente en Alemania. La deriva no es buena, pues la apostasía es el viaje al vacío existencial sin DIOS, pues son muy pocos los que pueden mantener algo de Fe sin el apoyo institucional y comunitario.
Cinco siglos de antelación
El libro del profeta Isaías, que es el más extenso de los libros proféticos, presenta tres partes, según los exegetas. A lo largo de la segunda parte de este libro sagrado se distribuyen cuatro textos que hablan del Siervo de YAHVEH y le confieren unos rasgos muy especiales ( Cf Is 42,1-7;49,1-6;50,4-10;52,13-53,12). El Siervo de YAHVEH es alguien muy singular, porque está elegido por DIOS, se caracteriza por su mansedumbre y aparece como especialmente justo. El Siervo de YAHVEH mantiene una relación preferente con DIOS y con el Pueblo elegido al que representa, hasta el punto que parece identificarse, de forma que resulta difícil reconocer si el Siervo de YAHVEH es una persona concreta o el Pueblo mismo. La balanza se inclina al final a considerar al Siervo de YAHVEH como alguien que asume unos compromisos inéditos con el SEÑOR que lo ha elegido, cargando con los pecados del propio Pueblo. (Cf. Is 53,6). Es oportuno meditar el primer cántico del Siervo de YAHVEH en la fiesta del Bautismo del SEÑOR, que concluye la Navidad y abre el tiempo litúrgico ordinario. JESÚS no va al Jordán para ser bautizado por Juan Bautista, porque tuviese necesidad de arrepentirse de algo. JESÚS, entre otras cosas, va a bautizarse para significar que viene a cargar con el pecado del mundo (Cf. Jn 1,29). JESÚS es el HIJO de DIOS con todos los atributos propios de esa condición, pero permanece entre los hombres con el perfil espiritual marcado en los cánticos del Siervo de YAHVEH. El autor sagrado se adelanta varios siglos a la persona de JESÚS de Nazaret, que va a dar respuesta cumplida al contenido de dichos cánticos o revelación.
El Siervo de YAHVEH es señalado
“He aquí a mi Siervo a quien YO sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma” (Cf. Is 42,1 a). Después de haber leído la carta a los Hebreos, y de forma especial el himno cristológico de la carta a los Filipenses (Cf. Flp 2,5-11), no ofrece dificultad la atribución a JESÚS, el HIJO de DIOS, de este texto y los otros tres cánticos mencionados anteriormente. El HIJO tiene previsto venir a este mundo adoptando nuestra condición para salvar el abismo infranqueable que nos separaba de DIOS. La Biblia desde los comienzos propone un replanteamiento de lo establecido inicialmente por DIOS, pues el hombre violenta por el pecado su estancia en el Edén, en el que debía transcurrir su existencia. Aquel estado de Gracia se perdió y DIOS emprende un camino de restauración para el hombre caído. El HIJO de DIOS tiene que venir a este mundo por la vía del Siervo de YAHVEH para restablecer como hombre, lo que el primer Adán alteró con respecto al orden justo establecido por DIOS desde el comienzo. A unos quinientos años de la aparición efectiva del MESÍAS, el autor sagrado del segundo Isaías recibe las indicaciones precisas sobre el que después será directamente señalado como “el HIJO amado, en quien el SEÑOR se complace” (Cf. Lc 3,17). El PADRE revela quién es el HIJO (Cf. Mt 11,25-27). Isaías revela con antelación un rasgo esencial del HIJO, que es sostenido por el PADRE en todo momento, y JESÚS reconocerá ese hecho en distintos momentos, por eso se hace más desconcertante el abandono manifestado por JESÚS en la Cruz: “!DIOS mío, DIOS mío, ¿por qué me has abandonado?!” (Cf. Mc 15,34). San Pablo recoge el abajamiento de JESÚS de HIJO exaltado en la Gloria del PADRE a siervo o esclavo, que pasa por uno de tantos y desciende hasta la muerte de Cruz (Cf. Flp 2,5-11). Por este descenso o aniquilación personal, el siervo de YAHVEH es el AMADO (Cf. Ef 1,6). Dice Isaías: “este es mi elegido, en quien se complace mi alma”, y así será presentado JESÚS en el momento del bautismo en el Jordán por parte de Juan el Bautista: “este es mi HIJO amado, en quien me complazco” (Cf. Lc 3,22). Esas mismas palabras volverán a oírse en el Tabor (Cf. Lc 9,35). El bautismo de JESÚS en el Jordán anticipa lo que va a suceder en la Cruz, y el momento de la transfiguración es una revelación de la Gloria que el HIJO volverá a recuperar cuando resucite de la muerte, y haya completado lo encomendado al Siervo de YAHVEH.
Movido por el ESPÍRITU
“He puesto mi ESPÍRITU sobre ÉL, y dictará mi Ley a las naciones” (v.1 b). El ESPÍRITU del SEÑOR actuaba en los hombres elegidos por DIOS, y está reconocido en las páginas de la Biblia. El autor sagrado no tenía que saber sobre la presencia del ESPÍRITU SANTO como Tercera Persona de la santísima TRINIDAD, para quien la figura del Siervo de YAHVEH iba a servir de modelo humano. La fortaleza de aquel Siervo va a estar en la unción dada por el ESPÍRITU del SEÑOR; pero la cosa no se quedará en ese punto, pues el propio SIERVO se convertirá en fuente del ESPÍRITU SANTO para todos los que crean en la revelación manifestada en su misma persona (Cf. Jn 7,37-39). Con el Poder del ESPÍRITU SANTO, el SIERVO establecerá el derecho que esperan las naciones, pues esa necesidad está en los planes de DIOS. El hombre y la sociedad puede vivir apartado de DIOS por poco tiempo, pues dada esa circunstancia el caos moral y espiritual frenan el proceso con dolor y sufrimiento.
La propuesta del Siervo
“No vociferará, ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su voz” (v.2). El Siervo de YAHVEH tiene una misión profética que es prioritaria, pues ha de impartir de forma renovada y definitiva el derecho que esperan las naciones. La responsabilidad del Siervo de YAHVEH no puede ser mayor, pero cuidará las formas en extremo a la hora de realizar su ministerio o servicio. Los vendedores de humo quieren imponer las bondades de la mentira que ofrecen, y sus métodos de persuasión son estudiados y desarrollados de forma minuciosa. No va a ser así por parte del Siervo de YAHVEH: el respeto a la decisión personal estará en primer lugar a la hora de presentar el Mensaje. “Juan Bautista, viendo a JESÚS que pasaba, dijo de ÉL: este es el CORDERO de DIOS que quita el pecado del mundo” (Cf. Jn 1,29) JESÚS pasa y es visto por los presentes y los que quieren lo siguen. Acaba rodeado de multitudes, porque la gente ve los milagros que salen de sus manos y las enseñanzas que ofrece. El objetivo de JESÚS es la conversión del corazón de cada una de las personas, pues el incremento del número de sus seguidores debe seguir esa vía. El derecho que esperan las naciones es una cuestión que afecta al fundamento de la vida que nace del Amor de DIOS.
Cuidando al hombre débil
“La caña quebrada no la partirá y la mecha mortecina no la apagará, lealmente hará justicia” (v.3). El Siervo de YAHVEH reconoce las carencias y dolencias de los hombres. Por muchas razones la existencia de las personas en este mundo es un intenso proceso de restauración. Los hombres practicamos el perfeccionismo por el que pretendemos deslumbrar a los otros, y con frecuencia anularlos porque presentan múltiples deficiencias. El Siervo de YAHVEH viene en su Justicia a practicar con los hombres una pedagogía divina, procurando en todo momento el crecimiento de todo lo bueno existente en cada persona. La mayor parte de los hombres y mujeres somos quebradizos como las cañas que previamente han sido golpeadas y están a punto de partirse. No todos son como el yunque que aguanta los golpes y sirve para que el hierro se endurezca al ser forjado. Las pocas luces pueden favorecer grandes errores, pero corregir al que se equivoca exige grandes dosis de Caridad o verdadero Amor fraterno. La sola presencia de JESÚS transmitía gran fortaleza para afrontar la vida y sus palabras están cargadas de luz para reiniciar un camino seguro. Dice el texto: “lealmente hará justicia”, porque se echa de menos la mirada amable o el juicio compasivo. El juicio inevitablemente basado en los propios prejuicios da como resultado juicios erróneos, desatinados y faltos de Caridad. Sólo DIOS tiene en verdad la capacidad para el juicio de las personas.
Completará su misión
“No desmayará, ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho y su instrucción la atenderán las islas” (v.4). La unción que recibe el Siervo de YAHVEH lo dota de dones especiales como señala el propio Isaías en otro capítulo (Cf. Is 11,1). Aquí se da a entender la fortaleza especial de la que dispondrá el Siervo de YAHVEH para llevar su misión a término. Un día avisan a JESÚS que Herodes lo anda buscando para matarlo como había hecho con Juan Bautista; y la respuesta fue rotunda: “id y decidle a esa zorra que hoy y mañana estaré expulsando los demonios y curando a los enfermos, y el tercer día… “ (Cf. Lc 13,32). JESÚS es dueño de su tiempo, porque posee la fortaleza y el poder para ello. Pero el Siervo de YAHVEH dispondrá las cosas, de tal modo que su misión continúe a través de sus discípulos, estando ÉL presente espiritualmente, confirmando con señales la Palabra predicada (Cf. Mc 16,20).
Luz de las naciones
“YO, YAHVEH, te llamé en justicia, te tomé de la mano, te formé y he destinado a ser alianza de un pueblo y Luz de las gentes” (v.6). La Biblia mantiene a lo largo de sus páginas la Revelación por la cual DIOS aparece cercano, próximo o inmediato a la vida de los hombres. Para otras religiones, DIOS hace las cosas y queda fuera de lo que ha puesto en marcha. La Revelación de la Biblia dice que DIOS llama a los suyos, los toma de la mano y va transformando. El hombre crece y se multiplica, llenando la tierra, pero DIOS no se desvincula de la obra realizada y puesta en marcha, por eso recurre al SIERVO para arreglar las cosas. Las naciones esperan que el Justo se revele, y no sólo las personas singulares; por tanto las naciones tendrán su juicio (Cf. Mt 24,29ss). No todos en Israel vieron que el MESÍAS era Luz para todos los pueblos como lo vio el anciano Simeón: “ahora, SEÑOR, puedo irme en paz, porque mis ojos han visto a tu SALVADOR, a quien has presentado ante todos los pueblos…” (Cf. Lc 2,29-32).
Señales del Siervo de YAHVEH
“Para abrir los ojos a los ciegos, para sacar del calabozo al preso, de la cárcel a los que viven en tinieblas” (v.7). Toda la humanidad padece una ceguera común: la falta de visión total o parcial de DIOS. La visión distorsionada de DIOS hace al hombre caer con facilidad en la idolatría. Estamos hechos para ver, y el mundo que nos rodea está ahí para ser visto. Cuando alguien muere, pronto se hace invisible para este mundo, aunque algunos de forma ingenua o ingeniosa propongan el vivo recuerdo para que el difunto siga viviendo. Creemos que cuando morimos vivimos espiritualmente en la contemplación de DIOS, y entonces se cumplen de forma plena las aspiraciones de la visión. El Siervo de YAHVEH viene a despegar los ojos de los ciegos y abrirlos así para DIOS. Siguen vivas las palabras de Bartimeo cuando “JESÚS le pregunta: ¿qué quieres que haga por ti? Y el mendigo ciego le dice: SEÑOR, que vea” (Cf. Mc 10,51-52). No es JESÚS el que grita, sino que es el mendigo ciego quien llama a JESÚS con el grito más potente del que es capaz: “!JESÚS, hijo de David, ten compasión de mí!” (Cf. Mc 10,47-52). El Siervo de YAHVEH recoge el grito del hombre ciego que pide compasión a DIOS. Las prisiones son distintas y las celdas tienen diferentes tipos de reclusos; y para todos ellos el Siervo de YAHVEH encuentra una palabra liberadora, si los presos apelan a la poderosa compasión de DIOS, que recoge el Siervo de YAHVEH.
Bautismo de conversión
Juan Bautista establece con claridad las diferencias que existen entre él y JESÚS, su misión y el Evangelio del SEÑOR. Juan Bautista realiza un rito en el río Jordán destinado a favorecer la conversión, pues el perdón de los pecados no le toca a él concederlo, sino que corresponde hacerlo al que tiene el fuego del ESPÍRITU SANTO. Dice Juan: “en medio de vosotros hay uno, que no conocéis; ese es el que bautiza en el ESPÍRITU SANTO y fuego” (Cf. Lc 3,16). La eficacia de las acciones son distintas, pues dependen de quién las realiza. Juan se sabe un hombre enviado por DIOS a preparar el camino al SEÑOR, como había dicho el profeta Isaías (Cf. Lc 3,3ss). San Lucas refiere tres grupos de personas que vienen a Juan interpelados por su misión: publicanos, fariseos y soldados. Pero todos estaban llamados a restablecer la comunión fraterna: “el que tenga dos túnicas que reparta una, y el que tenga alimentos que haga lo mismo” (v.11). Además de las orientaciones prácticas y concretas, Juan era una viva llamada de atención y señalaba que el tiempo del cumplimiento de las promesas estaba cerca o era inminente.”Muchos se preguntaban, si no sería él el MESÍAS” (v.15).
Esperando al MESÍAS
“Como el Pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones a cerca de Juan, si no sería él el CRISTO” (v.15). Es una apreciación muy positiva la de san Lucas que dispone una actitud generalizada de espera y acogida del MESÍAS. El propio san Lucas relata algunos episodios de la infancia, que no pudieron borrase de la memoria de aquellos que las vivieron y de otros que hubieran estado en contacto directo con los protagonistas. El mismo nacimiento de Juan Bautista fue un acontecimiento conocido en toda la comarca, y la gente se preguntaba, ¿qué va a ser este niño? (Cf. Lc 1,66). El estilo de Juan Bautista viviendo como anacoreta en el desierto, ya en la edad adulta, atrajo la atención de muchos. Se entiende que llegado el momento, Juan comienza su misión y él hace saber en que condiciones le fue encomendada. Los acontecimientos que rodearon el nacimiento de JESÚS llamaron la atención de los más sencillos, y los que en principio fueron testigos de los hechos no pudieron olvidar lo sucedido. Es previsible que entre los pastores y otras personas, muchos de ellos estarían vivos cuando Juan inicia su ministerio impartiendo el bautismo de penitencia. Los ancianos Simeón y Ana de Fanuel previsiblemente habían muerto cuando JESÚS ya adulto comienza su misión. La impronta dejada por JESÚS en el Templo, a los doce años, preguntando y respondiendo a los doctores de la Ley pudo tener su repercusión años después, pues no estuvieron ante un niño cualquiera, sino ante las respuestas y preguntas de quien poseía una sabiduría superior. Algo importante tuvo que pasar en Belén que no aparece como lugar visitado por JESÚS en su misión evangelizadora, y es probable que el recuerdo de la matanza de niños pequeños por el sanguinario Herodes el Grande, permaneciese muy vivo en la memoria de los que aún vivían en el lugar del nacimiento de JESÚS. Como podemos observar la espera del MESÍAS presentaba una amplia gama de aspectos y no todos en la misma dirección. Ahora es Juan quien suscita los interrogantes.
La respuesta clara de Juan Bautista
“Respondió Juan a todos: yo os bautizo con agua, pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatar las correas de sus sandalias. ÉL os bautizará en ESPÍRITU SANTO y fuego” (v.16). Juan procede de modo inspirado al relacionar a JESÚS con el nuevo rito del Bautismo, lo mismo que hará el autor sagrado de la carta a los Hebreos relacionando el sacerdocio de JESÚS con el rito de pan y vino realizado por Melquisedec: “TÚ eres Sacerdote Eterno según el rito de Melquisedec” (Cf. Hb 7,17) El nuevo rito bautismal pertenece al que posee el ESPÍRITU SANTO para perdonar los pecados, y tal cosa no está al alcance de Juan Bautista. Su ministerio llega al paso previo del perdón que es el arrepentimiento sincero de los propios pecados. De hecho muchos de los que entraban en las aguas del Jordán lo hacían confesando públicamente sus pecados, pero aquellas aguas creaban la predisposición de ánimo para recibir el perdón y la Paz -Shalom- por parte de JESÚS. Dicen bien aquellos en Cafarnaum: “sólo DIOS puede perdonar pecados” (Cf. Mc 2,7). Juan Bautista había sido avisado sobre el que tenía el poder de perdonar los pecados: “aquel sobre el que veas que desciende el ESPÍRITU SANTO, ese es quien va a bautizar en ESPÍRITU SANTO y fuego” (Cf. Jn 1,33). Juan reconoce que su gran ascetismo no es suficiente para disponer del Poder para perdonar los pecados, pues tal cosa es una gracia que no obedece a los méritos de los hombres, sino a la suprema voluntad de DIOS en su Divina misericordia. Juan Bautista no se siente digno de ser el siervo del Siervo de YAHVEH, y su gran humildad será reconocida públicamente por JESÚS, diciendo de él que “es el hombre más grande nacido de mujer” (Cf. Mt 11,11).
En un bautismo general
“Sucedió que cuando todo el Pueblo estaba bautizándose, bautizado JESÚS y puesto en oración se abrió el Cielo y bajó sobre ÉL el ESPÍRITU SANTO en forma corporal como una paloma, y vino una voz del Cielo: TÚ eres mi HIJO, hoy te he engendrado,” (v.20-21). San Lucas resalta el anonimato con el que JESÚS llega a las aguas del Jordán. San Mateo establece un breve diálogo entre Juan y JESÚS, por el que aquel se resiste en principio a ser quien bautice a JESÚS (Cf. Mt 3,14-17). En esta versión se acentúa la figura del Siervo de YAHVEH, que en el decir del himno de Filipenses, “pasa por uno de tantos” (Cf. Flp 2,6-7). Todo el mundo llega, se introduce en el agua y Juan realiza el rito correspondiente. La diferencia entre JESÚS y el resto de los que acuden está en la manifestación del Cielo, que se produce mientras JESÚS está orando. San Lucas recoge ese momento bajo la revelación del Salmo segundo: “TÚ eres mi HIJO, hoy te he engendrado” (Cf. Slm 2,7). El PADRE justifica al HIJO y lo señala como el REY esperado que viene a dar la liberación al Pueblo. La función de rey no la realiza el HIJO desde los palacios y los tronos, sino atrayendo para los hombres el Reinado de DIOS, que viene por la acción del ESPÍRITU SANTO. El Reinado de DIOS se traduce en el cambio o conversión de los corazones, que ceden ante la acción de la Divina Misericordia. La corriente de la Divina Misericordia está presente a lo largo de todo el Evangelio de san Lucas, llegando a su expresión suprema en la Cruz: “perdónalos PADRE, porque no saben lo que hacen” (Cf. Lc 23,34). Es providencial, que vayamos recorriendo a lo largo de este Año Jubilar el evangelio de san Lucas.
Hechos de los Apóstoles 10,34-38
La Iglesia nace de la acción poderosa del ESPÍRITU SANTO, que en Pentecostés transforma con su fuego los corazones de aquel grupo de discípulos cuyo núcleo eran los Doce (Cf. Hch 2,1ss). La Iglesia se extiende, cumpliendo el mandato del SEÑOR de “hacer discípulos de todos los pueblos, bautizando… y enseñando…” (Cf. Mt 28,16-20). Dirá JESÚS: “la Gloria de mi PADRE está en que deis mucho fruto y que este fruto permanezca” (Cf. Jn 15,1-8).
En casa de Cornelio
“Ahora, todos nosotros, dispuestos en la Presencia de DIOS estamos dispuestos para escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el SEÑOR” (v.33). Estas son las palabras que Cornelio dirige a Pedro, al que había mandado a buscar por medio de sus sirvientes, a la ciudad de Joppe. Pedro estaba residiendo en casa de Simón el curtidor y emprende con los emisarios de Cornelio el camino a Cesarea marítima, y da comienzo así de forma oficial la entrada de los gentiles en la Iglesia. Los versículos anteriores informan de las oraciones y limosnas de Cornelio y su familia, que pusieron en marcha su conversión. Pedro llega como representante de la Iglesia para impartir la Palabra y bautizar a los miembros de aquella familia que tras manifestar probadamente la Caridad van ser agraciados con distintos carismas. Pedro, entonces, no encontrará reparo alguno en bautizar a la casa de Cornelio.
DIOS no hace acepción de personas
“Pedro tomó la Palabra y dijo: ahora comprendo que DIOS no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le es grato” (v.34-35). El Cristianismo nace inevitablemente del ambiente religioso del Judaísmo. JESÚS era judío y practicó algunos ritos de la religión de sus padres. El Cristianismo avanza por la vía de la espiritualización de las prácticas religiosas y aporta contenidos nuevos que no están en el Judaísmo; pero la ruptura no se produjo de forma inmediata. Pedro propone en estos versículos un punto de partida para el diálogo interreligioso. Los que temen al SEÑOR y practican la justicia se encuentran en el camino de reconocer a JESÚS como el ENVIADO del PADRE, y por tanto como el único SALVADOR. La celebración de los Magos de oriente, que fueron a adorar al NIÑO nos recuerda también esta verdad. El temor de DIOS bien entendido se conjuga con la Sabiduría, la piedad, la adoración y el asombro ante la Creación salida de sus manos. La justicia establece unas relaciones de equidad con el prójimo, que van inclinándose hacia las Obras de Misericordia, superando el orden mismo de la justicia. Es el caso de Cornelio cuyas oraciones y limosnas fueron atendidas por el SEÑOR. Era del todo indiferente su nacionalidad, raza o condición social. También un centurión romano podía ser admitido en las filas cristianas.
Cumplimiento de las promesas
“DIOS ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la Paz, por medio de JESUCRISTO, que es el SEÑOR de todos” (v.36). Los profetas fueron anunciando para tiempos posteriores a su ministerio profético, un estado de cosas que superaría el orden existente dado en sus respectivos momentos. Los profetas veían para el futuro el establecimiento de una alianza Nueva inscrita en los corazones de los creyentes; anunciaron la manifestación del SEÑOR en Jerusalén para reunir a los creyentes de todos los pueblos de la tierra; previeron una regeneración universal presidida por la Paz mesiánica y era posible pensar en la llamada a todos los gentiles para participar de la suerte dada por el SEÑOR a su Pueblo elegido. El Evangelio llegó a los judíos y a los gentiles por medio de JESUCRISTO, y Pedro está allí para dar testimonio de aquel hecho trascendental. DIOS ama a todos los hombres, pues todos somos llamados en condición de hijos suyos. ÉL no hace acepción de personas, y nosotros no debemos rechazar la llamada que nos hace. Estamos llamados a ser sus hijos y santificados en su Presencia por su Amor (Cf. Ef 1,3ss). Lo anterior incluye en su planteamiento que la vida presente no termina, y DIOS nos acepta en su compañía para toda la eternidad. La Buena Noticia es que DIOS nos ha reconciliado con ÉL por medio de JESUCRISTO y nos llama a compartir su Vida para siempre.
Conocimiento de lo hecho por JESÚS
“Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo: como DIOS ungió con el ESPÍRITU SANTO a JESÚS de Nazaret, y con Poder; y cómo pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque DIOS estaba con ÉL” (v.37-38). Los sinópticos disponen la predicación del Reino de DIOS en la Galilea y el hecho capital de la Cruz y la Resurrección para la Judea. Pedro en esta predicación dispone al Bautista como la línea que separa dos épocas espirituales. Después de Juan Bautista se empiezan a vivir nuevas manifestaciones dadas por el ESPÍRITU SANTO como señales de su presencia en medio de los hombres. JESÚS fue ungido y “pasó haciendo el bien” de forma extraordinaria: “los ciegos ven, los leprosos quedan limpios, los cojos andan, los sordos oyen y los muertos resucitan; y dichoso todo aquel que no se escandalice de MÍ” (Cf. Lc 7,22-23). Cornelio y su familia tenían conocimiento de JESÚS y de todos aquellos signos que san Pedro les pudiera relatar, pero era necesario ponerlos de nuevo a la consideración de todos por su condición de memorial, pues traerlos al presente es reconocer de nuevo el Poder de DIOS y actualizarlo en medio de la comunidad. Las personas podemos permanecer atadas, aisladas o a oscuras por la acción de satanás que infringe males. La batalla espiritual estuvo como objetivo prioritario dentro de la misión de JESÚS. La conversión personal y los deseos de cambio, a menudo deben ir acompañados de oraciones de liberación para romper cadenas espirituales o salir de oscuridades indeseadas. Dice Santiago en su carta: “enfrentaos al diablo, que huirá de vosotros; humillaos ante el SEÑOR que ÉL os levantará” (Cf. St 4,7-10). Después de la predicación ungida de san Pedro, los presentes recibieron gracias carismáticas de profecía y don de lenguas para alabar al SEÑOR, y Pedro con sus acompañantes procedió al bautismo de los miembros y allegados de aquella familia.