Don José Luis Alfaya, de 80 años, antiguo empresario, dejó las finanzas a los 40 para hacerse sacerdote.
Ha escrito varios libros, uno de los cuales, Como un río de fuego, se ha convertido en una obra fundamental para comprender la terrible persecución religiosa en Madrid durante la Guerra Civil española (1936-39).
Según explicó a El Debate, para su doctorado en la Universidad de Navarra estudió todos los documentos archivados por la Archidiócesis de Madrid sobre lo ocurrido al clero secular madrileño durante ese periodo.
La Guerra Civil fue una Revolución marxista apoyada por elementos socialistas. Se convirtió en una brutal persecución religiosa.
Don Alfaya descubrió mucha documentación sobre los sacerdotes que murieron como mártires en esta persecución.
Cuando acudió a una editorial con el tomo listo para ser publicado, le dijeron que el libro era demasiado «políticamente incorrecto» [porque trataba de sacerdotes y católicos asesinados…].
Las mayores atrocidades tuvieron lugar del 17 de julio a mediados de agosto de 1936. Se desarrolló una violenta persecución de todo lo católico.
Un miembro de la Acción Católica, que trabajaba en una compañía de seguros, fue denunciado como católico por un colega por envidia. Fue detenido y desapareció. Al final de la guerra civil, un hijo de la víctima, denunció al chivato a la policía. El culpable fue detenido e interrogado.
La esposa del desaparecido le dijo: ‘Te perdono; si mataste a mi marido, te perdono. Pero, por favor, dígame dónde está enterrado para que pueda ir a rezar’.
El hombre finalmente reveló: «Su marido no está enterrado en ninguna parte. Fue devorado por las fieras del Parque del Retiro (donde entonces estaba el zoo)».
Se descubrió que muchos de los prisioneros fueron asesinados arrojando sus partes desmembradas a las fieras del Retiro. Este hecho fue posteriormente encubierto.
Desde el principio, comunistas, socialistas y anarquistas prendieron fuego a las iglesias, el seminario y la catedral de San Isidro, que ardieron durante tres días, del 17 al 21 de julio.
El objetivo final era destruir las reliquias de San Isidro. Ya lo habían intentado en 1931.
Los sacerdotes de la catedral escondieron las reliquias, junto con las de Santa María de la Cabeza y algunas obras de arte, en un lugar secreto.
Se intentó destruir el muro donde estaban escondidas las reliquias, pero éstas permanecieron intactas, aunque la zona estuvo ardiendo durante tres días.
Los comunistas incluso impidieron a los bomberos apagar las llamas. Fue un milagro que la urna que contenía las reliquias no resultara dañada por el tremendo calor.
El odio a la Iglesia se venía gestando desde hacía mucho tiempo, cuando las ideas marxistas empezaron a introducirse por la ignorancia de la clase obrera.
La situación se vio influida por lo ocurrido en la Unión Soviética desde 1917. Esto condujo a un pico de persecución. Era una temeridad ir por la calle con sotana.
Antonio Montero, que fue el pionero en investigar todos los datos sobre la persecución religiosa en España en los años 30, habló de unos 350 sacerdotes diocesanos asesinados en Madrid, sin contar a los religiosos.
Don Alfaya, con todos los documentos que encontró en los archivos archidiocesanos, pudo contabilizar hasta 450 y documentarlos casi todos.
Hay una circunstancia muy peculiar que hay que tener en cuenta, y es que no hubo ni un solo apóstata.
Los sacerdotes de los pueblos fueron perseguidos por el campo. Algunos soplones los descubrieron y los denunciaron.
Eran cazados como alimañas, como animales. Los criminales comunistas acababan con ellos y los arrojaban a una zanja o hacían verdaderos sacrificios con ellos.
Don Alfaya también estudió las tristemente célebres matanzas de Paracuellos de noviembre de 1936.
Mientras las fuerzas de liberación de Francisco Franco se acercaban a Madrid, los comunistas sacaron a miles de presos políticos de las cárceles madrileñas y los llevaron a Paracuellos de Jarama y a otros lugares cercanos, donde fueron fusilados en gran número y enterrados en fosas comunes.
Las estimaciones sobre el número de personas asesinadas varían entre 2.000 y 5.000.
Don Alfaya encontró pruebas escritas de que el dirigente comunista Santiago Carrillo (1915-2012), en aquel momento concejal de orden público de Madrid, fue uno de los principales responsables. Los documentos de ejecución que firmó aún existen.
La enciclopedia de desinformación Wikipedia blanquea a este criminal como «líder de la oposición democrática» (sic) al gobierno de Franco.
MADRID, ESPAÑA.
eldebate/esnews.