8 mártires: dieron sus vidas por evangelizar indígenas en lo que hoy son las ciudades de Quebec y Montreal, en Canadá.

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Ocho fueron los santos mártires de Canadá, que a comienzos del siglo XVII dieron sus vidas por la evangelización de las poblaciones indígenas que habitaban las regiones donde hoy se encuentran las ciudades de Quebec y Montreal.

Los primeros en llegar fueron misioneros franciscanos, pero en 1623 llegaron a Canadá los jesuitas, quienes se dedicaron con entusiasmo a la misión entre los indios hurones y a la fundación de los poblados de San José, San Ignacio, San Luis y Santa María.

En 1642, estas misiones fueron atacadas por los temibles iroqueses, que vivían al sur de los lagos San Lorenzo y del Ontario y se desencadenó una guerra implacable durante la cual fueron hechos prisioneros el Padre Isaac Jogues, y el hermano Renato Goupil, que fue matado por un indio, enfurecido por verlo predicar a los verdugos. El padre Jogues, después de trece meses de cautiverio fue bárbaramente mutilado y perdió la vida en el martirio junto con otro sacerdote jesuita, el Padre Juan Ladande.

Después de un período de paz, los iroqueses ocuparon nuevamente el país hurón y arrasaron la misión de San José, dando muerte al Padre Antonio Daniel. Más tarde devastaron San Ignacio, San Luis y Santa María, dando muerte en martirio a los Padres Juan Brébeuf y Daniel Lalemant. Después fue devastada la misión de San Juan Bautista, matando al Padre Carlos Garnier. También murió el Padre Natal Chabanel, quien poco antes había dicho: «Esta vida vale poco; en cambio, la felicidad del cielo no me la podrán arrebatar los iroqueses».

San Juan de Brébeuf, mártir

Nació en Condé-sur-Vire, Normandía, el 25 de marzo de 1593. Ya con algunos estudios ingresó en la Compañía de Jesús en 1617. Deseaba ser hermano coadjutor pero los superiores lo destinaron al sacerdocio.

Una vez ordenado, fue enviado a la Misión de Québec, empezó su apostolado entre los hurones en la aldea de Toanché y pudo comprobar cuán difícil era la conversión de aquellos hombres a la fe del Evangelio.

En 1628 volvía a Québec llamado por la obediencia y tras la capitulación de los franceses al mando de Champlain vuelve a Francia. Pero la paz de Saint-GermaIn de 1633 le permite volver con los hurones. Su trabajo halló muchas dificultades, su vida llegó a estar en peligro, pero la misión de Ossossane, fundada por el P. Brebeuf, florecía en conversiones. No obstante, el misionero sólo deseaba ser sustituido como director de la misma, lo que consiguió en 1638, quedando él bajo obediencia al nuevo superior.

Tras romperse una clavícula marcha a Québec para reponerse y con el encargo de procurador de la Misión. Vuelve a ella en 1644, pero al poco tiempo es puesto al frente de la Misión de San Ignacio, que comprendía, además, la aldea de San Luis.

Aquí se encontraba con el P. Lalemant cuando fue hecho preso de los iroqueses que le infligieron una muerte dolorosísima: le arrancaron las uñas, le clavaron leznas ardientes, le pasaron ascuas por las partes más sensibles del cuerpo, le cortaban trozos de carne que se comían
ante su vista, le desollaron el cráneo y le cortaron los pies. Un hurón renegado le echó agua hirviendo sobre la cabeza en remedo del bautismo y otro, por fin, le hundió en la cabeza un hacha. Durante el martirio el sacerdote perdonaba a sus verdugos, y con esta oración
murió. Era el 16 de marzo de 1649. Fue canonizado el 29 de Junio de 1930, y su memoria litúrgica se celebra, junto con los otros mártires de la evangelización del Canadá, el 19 de octubre.

San Isaac Jogues, mártir

Misionero francés, nacido en Orleáns, Francia, el día 10 de enero de 1607; martirizado en Ossernenon, en el actual estado de Nueva York, el día 18 de octubre de 1646. Fue el primer sacerdote católico que llegó a la Isla de Manhattan (Nueva York). Ingresó a la Compañía de Jesús en 1624 y luego de haber sido profesor de literatura en Rouen, fue enviado como misionero a Canadá en 1636.

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Partió junto con Monmagny, sucesor inmediato de Champlain. Desde Québec se dirigió a las regiones que se encontraban alrededor de los Grandes Lagos en donde el ilustre Padre de Brèbeuf y otros se encontraban trabajando. En aquel lugar, pasó seis días en constante peligro.
A pesar de ser un misionero valeroso, su personalidad era de una naturaleza más práctica, su propósito siempre fue el de unir a su gente en hogares permanentes.

Se encontraba con Garnier entre los Petunos, y junto con Raymbault ingresaron hasta Sault Ste. Marie y “fueron los primeros misioneros” señala Bancroft (VII, 790, Londres, 1853), “en predicar el evangelio a miles de cientos en el interior”, seis días antes de que Juan Eliot se dirigiera a los indios a 6 millas del puerto de Boston. Se cree que ellos no fueron sólo los primeros apóstoles sino también los primeros hombres blancos en llegar a la salida del Lago Superior.

Los más conocidos historiadores no mencionan ninguna prueba documental de que Nicolás, el descubridor del Lago Michigan, visitó alguna vez Sault. Bogues propuso no sólo convertir a los indios del Lago Superior sino también a los Sioux, quienes vivían en la cabecera del Mississippi.

Su plan se frustró debido a su captura al regresar de Québec cerca de los Tres Ríos. Fue tomado prisionero el día 3 a agosto de 1642, y luego de ser cruelmente torturado, fue llevado a la aldea de los indios de Ossernenon, actualmente Auriesville, en Mohawk, alrededor de 40 millas
al norte de la actual ciudad de Albania. Allí permaneció durante 13 meses como esclavo, sufriendo por lo visto más allá de lo tolerable. Los calvinistas holandeses del Fort Orange (Albania) realizaron constantes esfuerzos por liberarlo y por último, cuando estuvo a punto de ser quemado, lo persuadieron a refugiarse en un barco de vela, el cual lo llevaría a Nueva Ámsterdam (Nueva York). Su descripción de la colonia, de cómo era en ese entonces, se ha incorporado en la historia documental del estado.

Lo enviaron de Nueva York; a mediados de invierno atravesando el océano, en un lugre de sólo 50 toneladas de carga y después de un viaje de dos meses llegaron en una mañana navideña de 1643, a la costa de Bretaña, en un estado de absoluta miseria. Desde allí, encontró su camino a la escuela de la Sociedad más cercana. Fue recibido con gran honor en la corte de la Reina Regente, la madre de Luis XIV. Asimismo, el Papa Urbano VII le concedió el gran privilegio de celebrar la Misa, la cual no se llevó a cabo canónicamente debido a la condición mutilada de sus manos; varios de sus dedos fueron comidos o quemados. Fue nombrado Mártir de Cristo por el Pontífice. Se sabe que además de esta concesión, no se han otorgado otras similares.

A comienzos de la primavera de 1644, Isaac Bogues regresó a Canadá y en el 1646 lo enviaron para negociar la paz con los Uroqueses. Siguió la misma ruta que cuando fue llevado como cautivo. Esa fue la ocasión en la que le dio el nombre de Lago del Sacramento bendito a estas aguas llamadas Horicon por los indios, actualmente conocido como Lago George. Llegó a Ossernenon el 5 de junio, después de tres semanas de viaje desde St. Lawrence. Fue bien recibido por sus primeros captores y se llevó a cabo el tratado de paz. Partió para Québec el 16
de junio y llegó el 3 de julio. Inmediatamente, pidió que lo enviaran de regreso como misionero a los Uroqueses. Pero sólo luego de vacilar muchas veces, sus superiores aceptaron su petición.

El 27 de setiembre comenzó su tercer y último viaje a Mohawk. Dentro de la tribu se había desatado una enfermedad y una plaga había caído en las cosechas. A Jogues, a quien los indios consideraron siempre un hechicero, se le culpó por esta doble calamidad. Decidieron vengarse de él debido al hechizo que había arrojado en el lugar y los guerreros fueron enviados en busca de su captura. Las noticias de este cambio de idea se propagaron rápidamente y aunque Jogues estaba completamente consciente del peligro, continuó su camino hacia Ossernenon, a
pesar de que todos los hurones y otros que estuvieron con él, a excepción de la Lande, habían huido.

Los uroqueses lo encontraron cerca del Lago George. Le quitaron la ropa, lo acuchillaron, lo mordieron y lo llevaron a la aldea. El 18 de octubre de 1646, al entrar en una cabaña lo golpearon con un Tomahawk y luego lo decapitaron. Su cabeza fue clavada en Palisades y el
cuerpo arrojado en Mohawk.

San Isaac Jogues fue canonizado el 29 de junio de 1930, conjuntamente con los mártires San Renato Goupil (+ 29 de septiembre 1642) y San Juan de Lalande (+ 19 de octubre 1646). Son los primeros santos jesuitas de los Estados Unidos de Norteamérica y se les conmemora cada 19 de octubre.

27 de julio de 2022.

Obispado de Canadá/ Infovaticana.

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