2021: de la bendición de parejas homosexuales al golpe contra la Misa Tradicional

ACN
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Terminamos un año en el que hemos tratado de informales acerca de lo más importante que ha rodeado a la Iglesia católica; espero que lo hayamos logrado. Para que puedan coger un poco de perspectiva, les ofrezco un pequeño resumen de lo más destacado de 2021:

Enero

Si en 2020 habían pasado cosas increíbles, el nuevo año comenzaba con un surrealista ‘asalto’ al Capitolio de Estados Unidos, achacado a los seguidores de Donald Trump. Este acto fue condenado por los obispos americanos; cómo no, por James Martin ―quién hizo una extraña relación―; y fue mencionado por el Papa.

La marcha de Donald Trump, que se despidió condenando el aborto, no sentó muy mal en el Vaticano; de hecho, su medio oficial saludó con esperanza la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca

El Papa Francisco, que fue objeto de uno de los ‘fake news’ más rocambolescos que recuerdo, comenzó regularizando que las mujeres pudieran leer y acolitar en Misa; algo que, si bien se hacía en la práctica, no estaba recogida por el derecho de la Iglesia.

Comenzaba en el mundo la vacunación contra el coronavirus: Francisco y Benedicto XVI fueron de los primeros en hacerlo. Por cierto, este mes, la duración del pontificado del argentino superó la del alemán.

Febrero

El segundo mes del año comenzaba con el Pontífice metiéndose con los tradicionalistas, dejando caer que serlo era algo de lo que uno podía curarse. Desde luego, empezaba el año en el que Francisco dictaminaría el tratamiento para esa supuesta enfermedad, pero eso sería más tarde.

Mientras, en el resto del mundo, a pesar de que comenzaba la esperada vacunación, continuaban las medidas draconianas de los gobernantes. Si al principio de la pandemia casi todos obedecieron servilmente y sin pestañear las improvisaciones y arbitrariedades de las autoridades, ahora ya algunos se atrevían a protestar: Blázquez e Iceta en España, o este obispo francés, son algunos de los ejemplos.

Mientras Su Santidad recibía la segunda dosis de la vacuna, en el Vaticano amenazaban con sancionar a los empleados que se negaran a inocularse; veremos que, con el paso de los meses, esas amenazas se concretaría.

El Papa Francisco realizó durante este mes dos cambios curiales ―se quitó de en medio, vaya― que serán importantes en los próximos meses; el arcipreste de la Basílica de San Pedro, el cardenal Comastri, y el prefecto del Culto Divino, el cardenal Robert Sarah.

Marzo

El Papa Benedicto afirmaba que Papa, lo que es Papa, sólo hay uno: Francisco. El Pontífice argentino comenzó su noveno año de papado afirmando en una entrevista que moriría en Roma y como Papa y, retomando la agenda internacional, abandonada durante más de un año por el coronavirus, realizaba un histórico viaje a Irak.

Este mes conocíamos que se suprimían las misas individuales en la Basílica de San Pedro, corazón del catolicismo, algo que provoco muchísimas protestas, empezando por cardenales de la talla de Sarah, Burke, Müller o Zen. Recuerden, semanas antes habían prescindido del arcipreste de la basílica.

Pero lo que marcó sin duda este mes ―y, si me apuras, el año― fue la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano doctrinal más importante de la Santa Sede, en el que se decía que no se podían bendecir parejas homosexuales. Algo que parecía una obviedad desató una tormenta brutal, con los sectores progresistas completamente desatados.

Abril

Abril empezaba con los días más santos del año, el triduo pascual, con el gesto del Papa celebrando el Jueves Santo con el defenestrado Angelo Becciu, el primer cardenal procesado por el Vaticano, cuyo juicio comenzaría a finales de año.

Joe Biden, el flamante nuevo presidente de Estados Unidos, usaba al Papa para decirnos que vacunarse contra el coronavirus era una obligación moral.

Estos días moría Hans Küng, el teólogo al que censuró Juan Pablo II, y el ex colega de Ratzinger durante los lejanos tiempos conciliares que algunos tienen tan presentes.

El ‘no’ del Vaticano a la bendición de parejas homosexuales sentó especialmente mal en el sector germánico de la Iglesia, con protestas de todo tipo. Sin embargo, un grupo no poco numeroso de sacerdotes y laicos fue más lejos y se plantó oficialmente frente a las directivas vaticanas y puso fecha a la amenaza: el 10 de mayo desafiarían a Roma bendiciendo parejas homosexuales.

Mayo

La amenaza se cumplió: el mundo pudo ver como un centenar de sacerdotes bendecían parejas homosexuales delante de las cámaras, desafiando abiertamente una reciente directriz del Vaticano. ¿Hubo alguna consecuencia? Absolutamente ninguna; un silencio desasosegante.

Mientras, crecía otra polémica que daría mucho que hablar: el debate dentro del episcopado norteamericano sobre si negar, o no, la comunión a los políticos que impulsaran políticas abortistas. A principios de mes, un importante arzobispo avisaba de que políticos así no deben recibir la comunión.

Ante el debate que se generó, el Vaticano envió una carta en la que llamaba a los obispos a llegar a un consenso. Antes de la carta, los cardenales Tobin y Cupich, para muchos los hombres de Francisco en el país, se reunieron con su autor, el cardenal Ladaria.

A finales de mes, el Santo Padre nombró al sucesor de Sarah al frente del Culto Divino: Arthur Roche. Esto ocurría mientras comenzaban los rumores sobre una inminente defenestración ―confieso que lo creí casi imposible― de Summorum Pontificum, el motu proprio con el que Benedicto XVI normalizó la misa anterior a las reformas posconciliares.

En lo que a nosotros respecta, terminamos el mes con una amenaza de querella de Gustavo Zanchetta, un polémico prelado argentino, procesado por presuntos abusos sexuales, cercano al Papa Francisco. Nos pedía 300.000 euros. Finalmente, su amenaza se cumplió, interpuso la querella y, hace unos días, fue desestimada por el juzgado.

Junio

El sexto mes de 2021 comenzaba con la sorprendente noticia de la dimisión del todopoderoso cardenal Marx, uno de los hombres de este pontificado. Arzobispo de Münich y miembro del Consejo de Cardenales que asesoran al Papa en la reforma de la Curia, el prelado alemán ofrecía su renuncia al Papa por los escándalos de abusos que habían salpicado a la Iglesia en Alemania. El Santo Padre no sólo no acepto la renuncia del purpurado, sino que tuvo palabras de gran aprecio por el alemán.

Y junio es el mes en el que la agenda globalista celebra el ‘orgullo gay’, por lo que no podían faltar el ruido en aquellos sectores de la Iglesia que abogan por la aceptación de la práctica homosexual en su seno. Un conocido sacerdote ‘youtuber’ realizaba una inquietante entrevista a un sacerdote ‘gay’ que ponía en boca del Papa Francisco palabras preocupantes. Pero no sólo fue este caso, hubo más, lo que hemos llamado el síndrome James Martin. Hablando del conocido jesuita, a finales de ese mes conocíamos que éste fue respaldado por el Santo Padre mediante una carta que Martin hizo pública.

En cuánto a las políticas sobre estos asuntos ‘lgtbteros’, Hungría ponía nerviosos a los progresistas burócratas de Bruselas prohibiendo el contenido LGTB en los colegios y, por otro lado, el Vaticano protestaba contra una ley LGTB que pretendía aprobarse en Italia.

Julio

El mes de julio comenzaba con las iglesias de Canadá ardiendo debido al hallazgo de tumbas de niños indígenas en escuelas estatales gestionadas por la Iglesia. Justin Trudeau, primer ministro del país, llamaba a la calma ante la escalada de violencia. Pocos meses después, se anunciará la visita del Papa a Canadá, marcada en la agenda del Sucesor de Pedro para 2022.

Un mes que, normalmente, no depara demasiados titulares rompería la norma con la sorpresiva operación del Papa Francisco. Operado oficialmente por una diverticulitis intestinal, la dilatada estancia de Su Santidad en el hospital, y la poca información que da la Santa Sede sobre este tipo de asuntos, hicieron que corrieran todo tipo de rumores. Finalmente, tras 10 días en el Gemelli, Francisco volvió al Vaticano.

Pero esta no fue la bomba del verano. El cardenal Sarah, ya ex prefecto del Culto Divino, elogiaba a Benedicto XVI como el Papa que pasaría a la historia por liberar la Misa Tradicional ―anterior a las reformas derivadas del Concilio vaticano II― con Summorum Pontificum; esto lo hacía mientras los rumores de su abolición no paraban de crecer.

El golpe se produjo el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen. Francisco derogaba Summorum Pontificum con el motu proprio Traditionis Custodes, con el objetivo de restringir a corto plazo la Misa Tridentina, y extinguirla a largo. Francisco había destrozado el legado litúrgico de Benedicto XVI. Al principio, hay que decir que la mayoría de los obispos respondieron con indiferencia al nuevo documento pontificio.

Agosto

A comienzos de las vacaciones veraniegas les contábamos el éxito que, a pesar del citado motu proprio, tuvo la primera peregrinación tradicional de España, a Covadonga.

Al otro lado del océano, en Estados Unidos, el arzobispo de San Francisco instituía una Misa Tradicional en la mismísima catedral de la diócesis, prueba de la poca aplicación que tuvo Traditionis Custodes durante los primeros meses. En el mismo país, un amante de este rito, el cardenal Burke, enfermaba de coronavirus, que a punto estuvo de costarle la vida.

Por si no fueran suficiente las presiones que, desde los medios, empezaban a sufrir las personas que, en su libertad, optaban por no vacunarse, ahora se apuntaban algunos eclesiásticos. Un conocido jesuita pedía que se les excomulgara y una mediática monja les mandaba, literalmente, a la mierda. Mientras, el Papa calificaba a la inoculación de “acto de amor”.

El mes terminaba con la retirada de Afganistán de Estados Unidos y la toma de Kabul por los Talibanes y, a nivel eclesial, con la completamente inesperada renuncia de Xavier Novell, uno de los prelados más jóvenes del episcopado español quien, meses después, se casaría por lo civil con una mujer divorciada.

Septiembre

Este mes, dedicado en los últimos tiempos a la Creación, comenzó con el Papa pidiendo que rezáramos por un estilo de vida más “ecosostenible”. El Pontífice insistió en querer ser ―esto es interpretación mía― una suerte de capellán del globalismo y firmó un “llamamiento urgente” por el futuro del planeta junto a otros líderes religiosos.

El Papa realizó su segundo viaje del año, esta vez a Eslovaquia pasando tan sólo unas horas en la maldecida Hungría de Orban. Aquí te contamos el encuentro entre los dos. Al finalizar el viaje, el Papa dio su tradicional rueda de prensa desde el avión, donde dijo a los periodistas que nunca había negado la comunión a nadie, si bien condenó el aborto sin ambages. El debate de los obispos americanos sobre la comunión quedaba sentenciado.

A finales de mes se produjeron dos polémicas: primero, la imposición del pasaporte Covid en el Vaticano; segundo, la supuesta petición de perdón del Papa por la evangelización de México.

Octubre

Y por fin empezó el anunciado ‘Sínodo de los Sínodos’ o, dicho con propiedad, ‘Sínodo de la Sinodalidad’. Una de las encargadas de inaugurar el sínodo fue una teóloga favorable a la ordenación de mujeres y que, recientemente, abogó por revisar la teología de todos los sacramentos.

Mientras, el Papa continuó, cuando se acercaba la COP26 ―la Cumbre Climática― a hablar a tiempo y a destiempouna y otra vez, del ecologismo y del Cambio Climático. También reconoció este mes la vergüenza como Iglesia ante el informe ―polémico― sobre los abusos de la Iglesia en Francia.

En España los obispos elaboraban un borrador bastante decepcionante para la futura clase de religión y, en Toledo, se montó una enorme polémica por el rodaje de un videoclip provocativo en la catedral primada. El protagonista de la canción, C. Tangana, lo intentó antes en la Catedral de la Almudena, pero recibió un ‘no’ por respuesta.

El mes terminó con la tercera vacunación del Papa o, como dijo un medio, “la ejecución de su tercer acto de amor”, y con el esperado encuentro entre Joe Biden y Su Santidad. Tras la visita, el presidente estadounidense comentó que Francisco le había dicho que él era un buen católico y que podía seguir comulgando. La polémica estaba servida.

Noviembre

El penúltimo mes del año traía la publicación de un libro sobre el cambio de paradigma respecto a la liturgia entre Benedicto y Francisco, con numerosas personalidades que hablaban sobre el tema; una de las que aparecían, el cardenal Sarah, se desmarcaba del mismo. El purpurado africano, de hecho, llegó a decir que el objetivo del nuevo motu proprio de Francisco no pretendía, en absoluto, acabar con el rito antiguo.

El cardenal vicario de la diócesis de Roma hizo su particular aplicación de Traditionis Custodes prohibiendo la celebración del Triduo pascual, avisando de cómo tenían que ir los tiros en la implementación del motu proprio; tengamos en cuenta que Roma es la diócesis de la que el Papa es obispo.

Mientras, el debate sobre la comunión del episcopado estadounidense quedaba en nada, un documento sobre la eucaristía en el que no se entraba en el espinoso asunto de negar la comunión a los políticos abortistas; el Papa lo había dejado meridianamente claro.

El presidente de Comunión y Liberación, puesto a dedo por el fundador, dimitía de su cargo, un verdadero terremoto en uno de los movimientos más influyentes de los últimos tiempos.

La persecución a los reticentes a la vacuna contra el coronavirus se recrudecía: en la archidiócesis de Viena se prohibía su asistencia a actos litúrgicos distintos a las misas; el presidente de los obispos australianos obligaba a los sacerdotes de su diócesis a vacunarse; en Berlín se impedía el acceso a los servicios religiosos a los no inoculados; por citar algunos ejemplos.

Diciembre

El año terminaba con el tercer y último viaje del año del Papa: Chipre y Grecia. En ese momento se produjo la aceptación del Pontífice de la renuncia del arzobispo de París, por una supuesta relación extraña con una mujer. El propio Francisco reconoció que aceptó la renuncia en el altar de la hipocresía, en una delirante respuesta durante la rueda de prensa del vuelo de vuelta del país heleno.

Mientras en algunas partes del mundo, y bajo el auspicio de Roma, se restringía la Misa Tradicional, pudimos ver cómo, en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, un grupo de mujeres bendecía a los ministros al finalizar una misa, en un episodio que seguro chirrió a los experto ―y no tan expertos― en liturgia.

La jerarquía seguía animando encarecidamente, como si de un mandato evangélico se tratara, a la vacunación de la población; en Quebec, se cancelaban las misas de Navidad debido a la pandemia; y mientras, algunos decían que ‘basta ya’, que esta locura debía terminar. En el Vaticano no piensan así, parece, y han decidido imponer el pasaporte Covid sus empleados; ver para creer, cuando hace tan sólo un año defendían que la vacuna no podía ser obligatoria.

Para acabar el año, cuando el Papa cumplía 85 años, el Vaticano publicó unas respuestas a las dubia; pero no, no a las que formularan algunos cardenales sobre Amoris Laetitia ―esas siguen sin ser respondidas―, unas sobre Traditionis Custodes, con las que se confirmaron las intenciones del motu proprio: acabar a largo plazo con la Misa Tradicional.

Prueba de esto, la dio uno de los hombres de Francisco en Estados Unidos, uno de los países donde mayor arraigo tiene este rito milenario, el cardenal Cupich. El arzobispo de Chicago, tras la aprobación de las respuestas a las dubia, decidió aplicar radicalmente el motu proprio y tomar unas medidas draconianas contra las misas tridentinas. Las directrices de Cupich, un prelado más de una de las miles de diócesis que hay en el mundo, aparecieron en varios idiomas en el medio de comunicación del Vaticano, Vatican News, y en el periódico oficial de la Santa Sede, L’Osservatore Romano ―el ‘diario del Partido’, lo llama el Papa―, con lo cual, todo está dicho: aviso a navegantes.

 

Espero que con este breve resumen hayan podido hacerse una idea de lo que está pasando en la Iglesia. Gracias por leernos y, el año que viene, como lo hemos hecho éste y los anteriores, les seguiremos ofreciendo toda la información y los mejores análisis de lo que acontezca.

Muy feliz año, queridos lectores.

 

Por Fernando Beltrán.

Infovaticana.

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