Yucatán. Quinto aniversario del arzobispado de Gustavo Rodríguez

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“La esperanza no es sentarse y cruzarse de brazos a esperar, por el contrario, esperanza es trabajar para alcanzar una meta, hacerlo con fe y con plena confianza de que el Señor es nuestra fortaleza”, aseguró el arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, quien el próximo miércoles 29 celebrará su quinto aniversario al frente de la Arquidiócesis de Yucatán.

Mons. Rodríguez Vega comentó en entrevista vía telefónica con el Diario que estos cinco años han sido de grandes retos pero también de enormes satisfacciones, lo que ha sido resultado de una diócesis apegada a Dios y los preceptos de la Iglesia, grande en extensión y feligresía, pero donde las tradiciones culturales le dan al pueblo una identidad única.

“Antes que nada quisiera expresar que estoy muy agradecido con el Señor y con la feligresía yucateca, por toda la paciencia que ha tenido conmigo en este continuo proceso de ir comprendiendo y valorando la riqueza cultural maya del pueblo”. dijo.

Tierras nuevas

“Antes de ser designado arzobispo de Yucatán, nunca había estado en estas tierras. Estuve alguna vez en Quintana Roo y otra en Campeche, todo lo que sabía de Yucatán era su estrecho vínculo con la cultura maya, de su riqueza cultural y artística; por eso estoy muy agradecido con el papa Francisco por haberme encomendado esta tarea en un lugar tan especial, fervoroso y cálido”, continuó.

“He visitado con gran gozo dos de los decanatos más grandes de la arquidiócesis, con sede en Tekax y Valladolid, para conocer la realidad del trabajo pastoral, tiempo en el cual observé los retos más grandes: el poder contar con pastores suficientes para guiar al pueblo de Dios en su día a día; son necesarias más vocaciones sacerdotales porque el presbiterio hace lo que está en sus manos, pero son muchos los fieles y grandes las distancias”, abundó monseñor.

Labor admirable

Recordó que en Yucatán hay 200 sacerdotes, algunos atienden hasta dos municipios a la vez y numerosas comisarías, “la labor que desempeñan es admirable pero éstos no logran abarcar todo cuanto se requiere”.

El arzobispo subrayó que se necesitan por lo menos 100 sacerdotes más para alcanzar el número ideal y dar cumplimiento pleno a la labor pastoral.

“Tenemos 200 buenos y entregados sacerdotes para guiar al pueblo de Dios en Yucatán, pero en definitiva éstos no son suficientes; si tuviéramos que hablar de un número ideal, tendríamos que pensar en unas 300 porque no solo son numerosos los feligreses sino grandes las distancias a cubrir”, continuó el arzobispo.

A finales de agosto, se integrarán al Seminario Conciliar de Yucatán a cursar sus estudios 30 alumnos, 11 de ellos al Menor y los 19 restantes al Mayor.

De igual forma el próximo 14 de agosto se ordenarán tres nuevos sacerdotes que originalmente debieron ser ordenados el 25 de marzo pasado, pero debido a la pandemia del coronavirus la fecha fue pospuesta; y en septiembre se elevará a tres seminaristas al orden de los diáconos transitorios.

Diáconos permanentes

El arzobispo se refirió entonces a la importante labor que desempeñan los diáconos permanentes, laicos consagrados con familia, cuya labor apoya de manera decisiva las tareas de los sacerdotes en las comunidades, pues éstos pueden realizar muchas de las funciones de los presbíteros, y aunque no pueden consagrar, están facultados para realizar la liturgia, bautizar y unir a las parejas en matrimonio.

“En Mérida tenemos 40 diáconos permanentes, al servicio de las comunidades en la ciudad, una labor voluntaria de todos ellos a pesar de las obligaciones familiares y laborales que tienen, por eso no podemos enviarlos al interior del Estado. Es por esa razón que uno de los grandes pendientes de la Arquidiócesis es la creación de las escuelas de diaconado permanente en el interior del Estado, un esfuerzo por buscar esas vocaciones entre los miembros de las comunidades para ser auxiliares de sus parroquias, entre sus familiares, vecinos y conocidos.

Los decanatos de Tekax y Valladolid serían los primeros.

Por otro lado, el arzobispo se refirió a la importancia de sacar el máximo provecho a las enseñanzas que, como Iglesia, ha dejado la pandemia del coronavirus, el confinamiento y el uso de las nuevas tecnologías.

Explicó que el uso de canales de comunicación tradicionales como la televisión abierta y la radio han llevado a los fieles las celebraciones eucarísticas; de igual forma las redes sociales han posibilitado que las parroquias lleguen a su feligresía manteniendo la comunicación y la participación a distancia, al menos mientras sea posible abrir los espacios dentro de condiciones sanitarias específicas.

Estas mismas experiencias deberán replicarse en el catecismo para niños y adolescentes: buscar los mecanismos y delegar en los propios padres de familia su impartición.

Cuestionado acerca de las celebraciones de bodas en estos tiempos del Covid-19, el arzobispo indicó que de común acuerdo con el presbiterio está permitida la celebración de éstas en los templos, siempre y cuando la pareja contrayente no organice ningún tipo de festejo y que durante la ceremonia se limite la presencia de personas a los padres de ambos y sus respectivos padrinos.

Su vida

El arzobispo nació en Monterrey, Nuevo León, el 7 de marzo de 1955. Es hijo de Manuel Rodríguez y Blanca Vega.

El prelado recibió el orden sacerdotal de manos de monseñor José de Jesús Tirado y Pedraza, arzobispo de Monterrey, el 15 de agosto de 1980, en la solemnidad de Nuestra Señora de la Asunción, en la parroquia de la Purísima Concepción de María, hoy convertida en la Basílica de Monterrey.

El papa Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Monterrey el 27 junio de 2001. El 14 de agosto de ese mismo año recibió el orden episcopal del cardenal Adolfo Suárez Rivera. El 8 de octubre de 2008 fue nombrado obispo de Nuevo Laredo.

El Vaticano dio a conocer el 1 de junio de 2015 el nombramiento de monseñor Gustavo Rodríguez como quinto arzobispo de Yucatán, en sustitución de monseñor Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, hoy arzobispo emérito de Yucatán.

Esperanza viva

El arzobispo pidió a los fieles mantener vivía la esperanza, no como el acto de quedarse de brazos y aguardar sin hacer nada, sino como aquello que aglutina nuestros esfuerzos por alcanzar las metas, la fe que nos permite creer y la confianza en que Dios actúa en nosotros y no nos desampara en ningún momento.

Como mencionó en su mensaje difundido ayer por las redes sociales y compartido en el Diario, el arzobispo de Yucatán citó al papa Emérito Benedicto XVI en su “Encíclica Spe Salvi” (“Salvados en la Esperanza”): “La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando ‘hasta el extremo’, hasta el total cumplimiento”.

El próximo sábado 25 de julio, en el marco del aniversario 40o. de su ordenación sacerdotal y de sus 65 años de edad, monseñor Gustavo Rodríguez Vega aprovechará para sumar al festejo la conmemoración de sus cinco años como arzobispo de Yucatán en una ceremonia privada e íntima a realizarse en la capilla del Seminario Menor.— Emanuel Rincón Becerra

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