Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el XXIV Domingo del Tiempo Ordinario

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

En este domingo nos encontramos a Jesús caminando hacia los poblados de Cesarea de Filipo; retirado del dominio de Herodes Antipas, lejos de Escribas y Fariseos, está con aquellos que lo han dejado todo para seguirlo.

Lo han visto predicar como quien tiene autoridad, lo han visto hacer milagros y curaciones, pero nadie le ha preguntado de manera directa sobre su “identidad” y es Jesús el que los interroga sobre lo que dicen los demás: “¿quién dice la gente que soy yo?” Los discípulos supieron responder todos a una, lo que pensaba y decía la gente sobre Jesús; pero para Él es más importante la opinión de aquellos que lo siguen de cerca, les pregunta: “Y Ustedes ¿quién dicen que soy yo?”; se quedaron medio mudos ante esa pregunta. Pedro con entusiasmo, en nombre todos salvó la situación, contestando: “Tú eres el Mesías”. Hizo una confesión de la divinidad de Jesús, fue una respuesta acertada y limitada a la vez; ya que los Apóstoles no conocían aun la crucifixión de Jesús a manos de sus adversarios, ni podían sospechar que resucitaría al tercer día, aun no contaban con esa experiencia.

Aquella pregunta que interpela a los Apóstoles, nos sigue interpelando a nosotros, que nos decimos cristianos, que recibimos el bautismo de niños; que hemos crecido acudiendo a Misa y practicando algunas obras de piedad; que hemos recibido una enseñanza doctrinal, que conocemos conceptos cristológicos y que estamos prontos para dar una respuesta prefabricada sobre quién es Jesús.

Pero ¿quién decimos que es Jesús?, no bastan las respuestas elaboradas de algunos teólogos; la respuesta que vale la pena es aquella que nos vincula a la persona de Jesús y su proyecto de vida.

Como Agentes de Pastoral, como cristianos que nos decimos ser, ¿quién es Jesús para nosotros?, no olvidemos que es una pregunta personal que requiere una respuesta personal y comprometida. Es una pregunta que nos sigue interpelando a cada quién, y que cada uno de nosotros debe responder de manera personal, ¿quién es Jesús para mí? ¿Le conozco porque he oído de Él o porque he caminado a su lado?

Pedro escuchó de su maestro las palabras más duras que puedan ser escuchadas: “apártate de mí Satanás”. La razón es sencilla, Pedro, piensa como los hombres y no como Dios. La actitud de Pedro, es la actitud de Satanás en el desierto, cuando quiso disuadir a Jesús para que viviera el mesianismo al estilo que él le proponía. De allí que Pedro se presente como tentador y Jesús le dice, que si sigue pensando como los hombres es otro Satanás. San Ignacio de Loyola, sintetizaba el mesianismo, que buscan los hombres “en riqueza, honor y soberbia”; y el mesianismo a modo de Jesús, lo sintetizaba en los opuestos, “pobreza, menosprecio y humildad”.

Como Obispo, de esta querida Diócesis de Apatzingán, me sigo preguntando ¿quién es Jesús para esos mis hermanos que andan involucrados en el crimen organizado? ¿quién es Jesús para aquellos bautizados, católicos o no católicos, que promueven el asesinato del más indefenso y más inocente, del aun no nacido a través del aborto? Sé que ellos están bautizados, que vienen de familias creyentes, que acudieron a recibir una doctrina y recibieron a Jesús sacramentado; sé que siguen creyendo en el Dios cristiano, que a su modo practican algunas obras de piedad, que bautizan a sus hijos, pero ¿Jesús representa algo importante para ellos? Los invito, hermanos que eso hacen, que reflexionen en la persona de Jesús y no olviden que él nos aporta muchas cosas, por ejemplo: Nos enseña a vivir de una manera distinta a como nos lleva nuestras apetencias, ambiciones o gustos; su reacción ante el sufrimiento humano es de compasión, nos muestra una confianza indestructible en un Dios que es dueño de la vida. Él nos enseña que los demás son nuestros hermanos, por tanto, no podemos hacerles daño y hemos de valorar, de cuidar toda vida desde antes de nacer. Hermanos, Jesús nos enseña un estilo nuevo de vida, no le tengan miedo al cambio, a la conversión; Jesús los sigue esperando a través de una verdadera conversión, dejen de ir contra la vida de sus hermanos, dejen de promover el aborto, dejen de privar de la vida a los hermanos.

Hermanos cristianos todos, sintámonos interpelados por Jesús, que nuestra respuesta vaya respaldada con nuestro estilo de vida. Recordemos que no bastan las respuestas bonitas o bien formuladas; se requieren respuestas comprometidas con la vida propuesta en el Evangelio. Recordemos lo que dijo un gran filósofo Soren Kierkegaard en oración: “Señor, Jesús, tú no viniste para ser servido, ni tampoco para ser admirado o simplemente adorado. Tú has deseado solamente imitadores. Por eso, despiértanos si estamos adormecidos en este engaño de querer admirarte o adorarte, en vez de imitarte y parecernos a Ti”.

Hermanos, no podemos olvidar que la respuesta que debemos a Jesús implica renunciar así mismo, cargar la cruz y seguirlo. El Evangelio termina con una gran paradoja: “el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. Recordemos que Jesús tiene una lógica muy distinta, ya que, para Él, perder es ganar; no tengamos miedo de perder la vida sirviendo a los hermanos, predicando el Evangelio; infundiendo esa esperanza en un mundo marcado por la desesperanza y la desolación… en medio de la inseguridad y la violencia, Jesús debe ser significativo para nuestras vidas; debe darle sentido a nuestra pequeña existencia, recorriendo el camino que él ha recorrido; cargando la cruz, es que nos hacemos uno con Él, muriendo a nosotros mismos, es que viviremos con Él. El Señor quiere que vivamos, ¡sigámosle!

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan
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