La decadencia de la Iglesia se debe en buena medida, explica el padre Santiago Martín, a que ha renunciado voluntariamente a su mensaje de dos mil años sobre cuestiones esenciales sobre la vida y la muerte para las cuales el hombre necesita y pide respuestas claras y concretas, no generalidades vagas, fáciles y mundanizadas.
Ha olvidado lo esencial, en aras «de lo social». Por eso va perdiendo fieles.