Veracruz, el modelo de Estado fallido

Editorial ACN Nº21

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Antes, pensar en Veracruz era imaginar un estado edénico, lugar amalgamado por tradiciones y respeto a todos. Evocar el Puerto y todas sus delicias, las de un tiempo pasado que poco a poco se fue descomponiendo. Del Estado surgieron al menos dos presidentes de la República que se recuerdan por haber dado una etapa de oro a la economía y estabilidad al país, de bonanza que forjó, en gran medida, los modernos modelos del desarrollo que ya han sido superados por el paso de otros.

Sí, Veracruz era bello, pero su descomposición ahora evidencia una putrefacción enquistada por el botín en el que se ha convertido, presa de fieras y festín de hienas. Tras la corrupción, llegó la incompetencia, pero es poco ante lo que los veracruzanos padecen y sufren cada día, mientras el Estado se deshace en las manos de los mamertos en el servicio público.

No sólo se ha resquebrajado el sistema de derecho y de seguridad. Las instituciones sociales que permitían cierta seguridad a los veracruzanos caen a merced de las ideologías extrañas que ahora atentan contra la vida y la familia.

En meses pasados, Veracruz sufrió el golpe de un Congreso sumiso a los dictados del poder para asestar un burdo e ilegal decreto que tolera el asesinato de los niños en el vientre materno. Hoy, debe soportar el desmantelamiento del matrimonio como institución para diluirlo a complacencia y caprichos de una ideología de izquierda homosexualista. Los objetivos son claros, los fines evidentes: la destrucción de la familia natural y la progresiva erosión de los valores que eran baluarte de los veracruzanos y de los que aun muchos se sienten orgullosos.

Pero hay que señalar que desde el poder existen responsables. Desde el ascenso en 2018 del actual gobierno asociado a la desastrosa transformación encabezada desde el centro del país, se entregó la plaza a los colectivos homosexuales para acabar con el matrimonio y la familia natural. Este era sólo un paso del círculo que poco a poco comenzó a rodear al actual Gobernador para descarrilar al Estado en todos los ámbitos. Si se ataca a la familia, todo cae en consecuencia.

Así, el Estado ya es primer lugar en muchas cosas que están acabando con la sociedad veracruzana y el país entero. La sociedad soporta además una terrible ola de violencia como nunca se había visto mientras la incapacidad es la única respuesta, es epicentro de los ataques contra los periodistas a nivel nacional; en otro tiempo, era una entidad segura para realizar negocios y ahora, cientos de empresarios se han retirado cerrando sus comercios por la inseguridad, el cobro de derechos de piso, la destrucción, los secuestros y el alto índice de homicidios. Por la miopía del gobierno en turno, en Veracruz se complace a la impunidad, va de la mano con la corrupción, se perpetran asesinatos colectivos del crimen organizado que parece recibir la palmadita en la espalda, mientras el gobierno y su Congreso títere pretende desviar la atención de los veracruzanos arrojando una cortina de humo desmantelando el matrimonio, atacando a la familia natural y perpetrando el asesinato legal de niños en el vientre de la materno.

Con justificada razón la arquidiócesis de Xalapa argumentó lo que está de fondo en estas nocivas reformas: “El estado de Veracruz debería proteger la institución natural del matrimonio, de otra manera triunfará el caciquismo legislativo, la imposición ideológica y el deterioro de la sociedad y de los valores.

Esos son los elementos de la receta de muerte con causas más que evidentes. Alguna vez, Veracruz fue bello. Hoy se ha convertido en el modelo perfecto para crear un Estado fallido.

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