La Iglesia católica, institución más respetada en el país según las encuestas, ha lanzado un órdago a la unidad democrática encabezada por el presidente encargado, Juan Guaidó. A la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) no le basta con la abstención en las elecciones parlamentarias de diciembre, consensuada por 27 partidos de la oposición democrática.
El comunicado, que ha desatado la polémica, refleja la encrucijada histórica de las fuerzas democráticas, atrapadas en el laberinto autoritario de la revolución bolivariana sin saber cómo actuar más allá de esa abstención. «Deben asumir (líderes y partidos políticos) la responsabilidad de buscar salidas y generar propuestas para el pueblo que durante años han creído en ellos, pues la sola abstención hará crecer la fractura político-social en el país y la desesperanza ante el futuro», reza el documento de la CEV, que más adelante sostiene que la abstención por sí sola «priva a los ciudadanos venezolanos del instrumento válido para defender sus derechos en la Asamblea Nacional (AN)».
La CEV, siempre en la primera línea de choque contra el chavismo, no desconoce las citadas condiciones. «Somos conscientes de las irregularidades que se han cometido hasta ahora, desde la designación de los directivos del Consejo Nacional Electoral (CNE), la confiscación de algunos partidos políticos, inhabilitación de candidatos, amenazas, persecuciones y encarcelamiento de algunos dirigentes políticos, el cambio del número de diputado y de circunscripciones electorales».
Pese a ello, los obispos abogan «por la participación masiva del pueblo», ya que podría vencer «los intentos totalitarios y el ventajismo» del Gobierno. «La abstención lleva a la inmovilización, al abandono de la acción política y a renunciar a mostrar las propias fuerzas. Algo semejante pasó en 2005 y no tuvo ningún resultado positivo».
La abstención promovida hace 15 años por la oposición facilitó la toma del Estado por Hugo Chávez y marcó la deriva autoritaria de los años posteriores. Se asumió como un error histórico. Los comicios de 2010 estuvieron marcados por el formidable ventajismo de los candidatos chavistas y la aplicación de una ley electoral Frankenstein. Pese a la mínima victoria chavista por sólo 100.000 votos frente a la Mesa de la Unidad Democrática y el buen resultado de Patria Para Todos (PPT), intervenida después por la revolución, los bolivarianos se quedaron con una mayoría absoluta muy cómoda que les permitió controlar el Parlamento a su gusto.
En 2015, en cambio, la oposición arrasó en las urnas y obtuvo 112 de 167 escaños, pero no pudo ni celebrarlo. La AN ha sufrido desde entonces el acoso salvaje de la revolución, que no ha puesto en marcha ni una sola de las leyes aprobadas, además de perseguir, encarcelar, atacar y asfixiar económicamente a los diputados, y promover asaltos militares, atentados paramilitares, la creación de un órgano paralelo y la compra de diputados a través de millonarios chavistas.
«El comunicado puede gustarte o no, pero no puedes rebatir sus dos grandes verdades: que la democracia está secuestrada y que no se libera del secuestro con un llamado simplista a la abstención sin propuesta adicional para rescatarla», destacó Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.
Entre los que más aplaudieron a la CEV fueron los partidos colaboracionistas, con quienes el chavismo ha pactado los comicios. Entre los principales detractores, la dirigente radical María Corina Machado, que no forma parte del Grupo de los 27: «Claudicar no es una opción», respondió con enfado.
Con información de Alberto News/Daniel Lozano